MÁRTIRES DEL SIGLO XX (XVI)

El más joven de los mártires que serán beatificados en la Catedral: Miguel Moreno Rojas

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Jorge de la Chica

Granada - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Miguel Moreno Rojas es uno de los dieciséis mártires del siglo XX en Granada que serán beatificados en próximo sábado 26 de febrero en la Catedral. Con él concluimos esta serie de artículos. Dieron su vida por la fe en el verano de 1936. Se trata de catorce sacerdotes, un seminarista y un laico de Acción Católica.

El más joven de nuestros mártires es malagueño. Nació el 26 de diciembre de 1911 en Coín (Málaga). Comenzó sus estudios en el Seminario de Málaga y pasó al Seminario de Granada en 1929 para hacer el segundo curso de filosofía y el resto de los estudios. Recibió las diversas ordenaciones menores y mayores en pocos meses: la tonsura el 5 de abril de 1935 y el presbiterado el 14 de junio de 1936 incardinado a la Iglesia de Granada. Tenía 24 años.

Labor sacerdotal en prisión

Marchó a Coín para su primera misa a la que siguieron otras 25 celebraciones. No hubo ocasión para que recibiera nombramiento pastoral: el Señor quiso que fuera sacerdote para la celebración de esas eucaristías. Fue detenido el 25 de julio o 1 de agosto según diversos testigos, llevando a la cárcel sólo su rosario y su crucifijo. Según testimonio escrito de un compañero de prisión, hizo una gran labor sacerdotal con los compañeros: no desperdiciaba un momento y trabajaba sin descanso para llevarnos a Dios y lo hacía tanto estando todos reunidos como con cada uno en particular. Confesó a varios de los presos y se mostraba plenamente satisfecho al desempeñar su ministerio sacerdotal. No tuvo ni un momento de tristeza cuando hablábamos de lo que nos podía suceder; sólo le preocupaba el que alguno no quisiera oír la voz de Dios y que pudiera perderse algún alma… a veces al pensar en su madre decía: Lo único que siento es lo sola y desamparada que queda mi madre… pero el Señor se encargará de protegerla y consolarla. El 11 de agosto, de madrugada, fue llamado para ser asesinado.

Según ese testigo, cuando lo llamaron dijo que no le importaba morir y cogió su crucifijo que lo acompañó en su muerte. Hay un testimonio de que fue enterrado vivo hasta la cabeza y se intentó que lo pisoteara un caballo. Al fin murió por arma de fuego en un lugar llamado Fuente del Sol en la carretera de Coín a Cártama. Enterrado primero en el cementerio de Alhaurín el Grande, fue exhumado, se le encontró el crucifijo en el bolsillo de la chaqueta y las manos atadas con alambre. Recibió sepultura definitiva en el cementerio de Coín.

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