OPINIÓN

Ad líbitum, con Javier Pereda

Hoy: Mutismo

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

Begoña Gómez Fernández compareció el miércoles pasado en la comisión de investigación que se celebró en la Asamblea de Madrid, haciendo mutis por el foro. En dicha sesión se buscaba determinar las responsabilidades políticas relacionadas con presuntas irregularidades y trato de favor en el funcionamiento de los programas de cátedras y postgrados de la Universidad Complutense de Madrid, y otros posibles casos de presunto trato preferente a empresas que financiaban estos proyectos. La intervención despertaba interés al tratarse de la mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, imputada en un proceso penal por estos hechos, que se siguen en el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid. A instancia de los grupos parlamentarios convocantes, se le han formulado a la señora de Sánchez, una batería de más de setenta preguntas, lo suficientemente claras para que cualquier ciudadano, aunque no sea experto en derecho, pueda entender las acusaciones y extraer sus conclusiones personales. No tengo la menor duda que con esta herramienta jurídica se ha pretendido poner en evidencia y transmitir a la sociedad, de manera pedagógica, las irregularidades relacionadas con la cátedra de Begoña Gómez y las implicaciones con la Universidad Complutense de Madrid, cuyos presupuestos corresponde fiscalizar a la Asamblea madrileña. La investigada se ha mostrado incómoda y ha protestado por la presencia de los medios de comunicación. Sin embargo, no ha sido obstáculo para reproducir la sesión en directo a la audiencia pública, la cual se recomienda analizar. El gesto impasible e intimidatorio, la mirada penetrante y amenazante era todo un espectáculo. Su lenguaje corporal expresaba una mezcla de cinismo y de terror. Frente al cuestionario completo que se le formulaba, para que pudiera defenderse de asuntos comprometidos, la interpelada optó por guardar silencio como estrategia procesal. Uno de los derechos fundamentales que consagra la Carta Magna, además de la presunción de inocencia, es la de no declarar contra sí mismo ni confesarse culpable. No obstante, ese comportamiento me ha parecido un tanto osado o desesperado; al igual que lo fue presentar una querella, y su marido otra, contra el juez instructor, que se han archivado, por ser llamados como investigada y testigo. El silencio no es de ninguna manera signo de culpabilidad. Al callar la declarante no otorga. Jamás podrá basarse una condena en el silencio del acusado. Pero en determinados contextos y condiciones no es algo totalmente neutral en una valoración probatoria. El alegato final de la compelida fue que se trata de una campaña de bulos y difamaciones; que todo tiene un objetivo político evidente; y que más pronto que tarde la verdad pondrá las cosas en su sitio. Habría que contestar a la señora Gómez, con el poeta sevillano de “Campos de Castilla”: “¿Tu verdad? No, la verdad. Ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. La recomendación de su abogado de que guardara silencio ante la comisión de investigación, me parece un error si, como ha dicho, tan segura está de tener la verdad. La requerida ha perdido una ocasión única para hacer realidad la célebre frase de Cicerón de que la mujer del Cesar (Pompeya) no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo. Por eso debió responder cómo consiguió ser catedrática en la Universidad Complutense con sólo el Bachiller; qué acordó en las entrevistas con el rector de dicha Universidad, en qué despacho de la Moncloa se reunieron, si estaba su marido presente, cómo le convencieron para montar dicha cátedra en tres meses; cómo consiguió que de las 54 cátedras extraordinarias de la Universidad Complutense, la suya esté entre las primeras 8 mejor dotadas económicamente; qué relación tuvo su cátedra con Javier Hidalgo, CEO de Globalia y negociador del rescate de Air Europa; si la reunión en San Petersburgo (Rusia) con Hidalgo, también estaba Victor Aldama (ahora en prisión), y quién pago el viaje: Globalia, la Universidad o la Moncloa; que explique si se apropió del software para su cátedra y por qué Telefónica, Indra y Google lo desarrollan de forma gratuita para ella; si ha utilizado la Universidad a su antojo, disponiendo de los fondos públicos y las instituciones del Estado en beneficio de sus intereses particulares, por ser la esposa de Sánchez… Al acogerse al derecho de guardar silencio, con la callada por respuesta, la interrogada ha desperdiciado la oportunidad de aportar su verdad. ¿Y si ésta resulta inconfesable?