¿Cuándo tenemos que cambiar la hora?

De nuevo ha llegado el momento de decir esto tan manido de: "a las tres serán las dos" con la llegada del otoño y la obligación de adaptarse al horario de invierno. Este año tendremos que estar muy atentos porque el cambio de manecillas será en la madrugada del sábado al domingo 26 de octubre.

La noche más larga del año

Habrá que retrasar los relojes 60 minutos por lo que ganaremos una hora de sueño o de diversión, para aquellos que estén aprovechando la eliminación de restricciones de aforos y horarios por la pandemia. A las 3 serán las 2. En concreto, a las 3.00 horas, hora peninsular, habrá que retrasar el reloj hasta las 2.00 horas. En el caso de Canarias, a las 2.00 horas pasarán a ser la 1.00 de la madrugada, retomando así el horario de invierno.

¿Cómo se originó el cambio de hora?

El cambio de hora se inicia a partir de la Primera Guerra Mundial con la finalidad de que hubiera un menor consumo de carbón. Luego hubo un receso en esta medida adoptada, para luego incorporarla durante la Segunda Guerra Mundial y que cobró más auge en el año 1974 cuando ocurre la crisis petrolera de la década de los 70.

¿Por qué se cambia la hora dos veces al año?

La incorporación del horario de verano y de invierno tiene como principal ventaja que los países donde se impone esta normativa puedan incorporar a sus vidas la acción de la luz natural proveniente del sol, sin tener que usar más de lo debido la energía artificial. Una de las desventajas más notorias para los seres humanos es el desequilibrio que ocurre al momento de ir a la cama y que en muchas personas puede provocar insomnio.

Consulta

Todo indicaba que en este año sería el último cambio horario en la Unión Europea. Así se propuso en respuesta a las iniciativas ciudadanas, presentadas en febrero de 2018 el Parlamento pidió a la Comisión que evaluara la conveniencia de mantener el cambio de horario y que, en función de sus conclusiones, propusiera una revisión de la directiva vigente.

La Comisión efectuó una evaluación, que recibió 4,6 millones de respuestas, el 84% favorables a suprimir el cambio, y a continuación presentó una propuesta legislativa. Los colegisladores, el Parlamento Europeo y el Consejo, deberína haberse puesto de acuerdo para que la normativa entrera en vigor algo que no ha ocurrido ya que los paises miembros de la Unión han ido posponiendo esa decisión ya que tenína que decidir si se quedaban en el horario de verano o en el de invienro de manera definitiva. Una decisión que no se ha tomado y que aún sopesan los diferentes gobiernos en cuanto a qué ventajas e incovenientes tiene elegir un horario u otro

PROS Y CONTRAS DEL CAMBIO HORARIO

Sin embargo, lo que en su momento se vio como una solución eficaz para afrontar la escasez de recursos, ha demostrado con el tiempo ser perjudicial para la salud. Los estudios científicos recientes señalan que el cambio de hora, especialmente el salto hacia adelante en primavera, afecta negativamente a nuestro ritmo circadiano, el "reloj biológico" que regula el sueño y los ciclos de vigilia.

El desajuste en el ciclo circadiano puede tener consecuencias inmediatas, como la dificultad para conciliar el sueño, la fatiga diurna y la irritabilidad. En las semanas siguientes al cambio de hora, muchas personas reportan una disminución en su capacidad de concentración y productividad. Pero más allá de los síntomas leves, el cambio de hora también ha sido asociado con un aumento en los riesgos de problemas cardiovasculares, como infartos, y un incremento en los accidentes de tráfico y laborales.

Una de las principales razones de este impacto negativo es la alteración en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Cuando se adelanta o retrasa la hora, el cuerpo tarda varios días o incluso semanas en ajustarse a la nueva rutina, lo que puede provocar insomnio o trastornos del sueño. Para aquellas personas que ya sufren de problemas crónicos de sueño, como el insomnio o la apnea, el cambio de hora puede agravar significativamente su condición.

Además, este desajuste es particularmente dañino en grupos vulnerables como los niños, los ancianos y las personas con condiciones médicas preexistentes. Los niños pequeños pueden sufrir alteraciones en sus patrones de sueño y comportamiento, mientras que los ancianos pueden experimentar mayores dificultades para adaptarse, lo que impacta su salud física y mental.