El Hospital Macarena de Sevilla atiende entre cuatro y cinco casos diarios de intentos de suicidio

Después de la pandemia han aumentado alarmantemente los casos de suicidios en nuestro país. Un aumento exponencial en los últimos 4 años de un problema, que los expertos reconocen, que se ha subestimado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los datos de suicidio que conocemos representan solo la punta del iceberg. Se estima que entre el 20 y el 30% de las muertes por esta causa no se registran oficialmente, en parte debido al estigma social asociado.

Los datos provisionales del primer semestre de 2023 proporcionan un panorama actualizado sobre la situación del suicidio en Andalucía. En estos seis meses, lamentablemente, se han registrado 384 casos de suicidio en la región, de los cuales 299 corresponden a hombres y 85 a mujeres. Si nos centramos en un solo hospital, las cifras son preocupantes, Carmen Navarro, Jefa de Urgencias del Hospital Virgen Macarena, asegura que asisten entre 4 y 5 personas diarias por intento de suicidio y que "las franjas más habituales son entre jóvenes o personas mayores de 65 años". Navarro asegura que la gran mayoría de los casos están relacionados con ingesta abusiva de fármacos, "se usa normalmente la medicación propia o la del entorno familiar".

Los Datos por provincias reflejan este incremento. En Almería: 33 suicidios (22 hombres, 11 mujeres). En Cádiz: 56 suicidios (45 hombres, 11 mujeres). En Córdoba: 46 suicidios (39 hombres, 7 mujeres). En Granada: 50 suicidios (40 hombres, 10 mujeres). En Huelva: 21 suicidios (17 hombres, 4 mujeres). En Jaén: 30 suicidios (24 hombres, 6 mujeres). En Málaga: 69 suicidios (45 hombres, 24 mujeres). Y en Sevilla: 79 suicidios (67 hombres, 12 mujeres).

Cuando se trata de jóvenes, la psicóloga, Sonia Esquinas asegura que para prevenir, que es algo crucial en esta franja de edad, es importante observar si hay conductas que salgan de lo normal, "si se aíslan en su habitación, dejan de salir con sus iguales, baja el rendimiento escolar o hay irritabilidad si no pueden usar las tecnologías". Esquinas cita el caso de una familia que "llevó a su hijo al especialista digestivo porque no comía y lo que ocurría es que mal comía en su habitación porque estaba enganchado al ordenador y a los videojuegos, por lo que acabaron derivándolo a salud mental". Si se dan estas tendencias lo primero es llevarlos a un especialista, ya que "lamentablemente los padres tienden a hablar mucho con ellos, intentan hacer que entren en razón, pedirle explicaciones, y eso suele provocar el efecto contrario y hacer que se replieguen más sobre todo en adolescentes", lo mejor, asegura, es ponerlo en manos de profesionales.

Pero, ¿cuándo saltan las alarmas en los centros educativos? Antonio Brea, portavoz de ANPE, destaca que "la comunicación por parte de la familia y de los compañeros del alumno suelen ser las principales vías para que se inicie un protocolo, pero también hay que tener en cuenta si el propio alumno tiene una situación anómala de sufrimiento o en sí se trata de un caso de reincorporación al centro tras un intento de suicidio o se detecta que el menor se autolesiona". Cuando el protocolo se pone en marcha hay un equipo de acompañamiento de personas del centro para tratar el caso, en el que también participan la enfermera y el médico asignado por educación.

Pedro Martín Barrajón, psicólogo experto en duelos por suicidios, pone el foco en el ciberacoso como una de las principales causas entre menores. "Lo que antes era un acoso en el centro de 9 a 5, ahora se convierte en una tensión permanente debido a las nuevas tecnologías".

En el caso de la tercera edad, los motivos de suicidio giran en torno a "la falta de sentido de pertenencia, la desesperanza de que lo que te espera en un futuro no va a ser mejor, la pérdida de arraigo, ser cada vez menos autónomos o la sensación de ser una carga". En este sentido, los expertos destacan el incremento de problemas mentales en adultos por vivir en una sociedad muy estresada y preocupada, destacando como factor determinante que "no todos gestionamos igual un mismo problema".

La psicóloga, Sonia Esquinas, lanza, no obstante, un mensaje esperanzador. "El mayor porcentaje de los casos salen adelante y hay que tener fe en que la persona vuelva a una vida normalizada, no hay que preocuparse sino ocuparse".