Cómo se radicalizan los jóvenes yihadistas: "Un cocktail de ingredientes"

El perfil de los jóvenes que se radicalizan es el de chicos con acceso a Internet y que consumen propaganda extremista

Irene Ramos

Sevilla - Publicado el

2 min lectura

En la tranquila localidad de Montellano, en Sevilla, nadie se podía imaginar que un chico de origen sirio que lleva dos años en el pueblo con su madre y su hermana podía estar convirtiéndose en un “radical” del Islam.

Pero la realidad es que según fuentes de inteligencia, el joven, detenido por la Policía Nacional y ya internado en un centro de menores por decisión de un juez de la Audiencia Nacional, había estado consumiendo activamente propaganda extremista en internet y participando en foros y redes sociales afines.

Y es que la accesibilidad a estas plataformas ha demostrado ser un catalizador clave en la radicalización, ya que proporcionan un espacio donde los chicos pueden ser influenciados por discursos extremos.

Cómo se radicalizan los jóvenes yihadistas: Un cocktail de ingredientes

La opinión de los expertos: "Buscan llamar la atención y dar sentido a su vida"

La radicalización de los jóvenes islamistas es un fenómeno preocupante. Las autoridades vigilan de cerca este tipo de actividades y los expertos en el tema señalan diversos factores que contribuyen a este proceso, incluyendo la exposición a contenido extremista en línea, la influencia de líderes radicales, y factores socioeconómicos.

Lo ha explicado en COPE Sevilla el profesor del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Loyola, Francisco Barroso. Los jóvenes como el detenido en Montellano “se captan sobre todo a través de las redes sociales”.

Se trata de “jóvenes que ven vídeos, contenidos en árabe, imágenes cada vez más violentas de cosas que están ocurriendo en zonas de conflicto y consideran que los occidentales son responsables de lo que ocurre con sus hermanos musulmanes”.

Este “bombardeo de vídeos e imágenes alimenta lo que nosotros llamamos la retórica antioccidental” a lo que se añaden una serie de factores y circunstancias, como falta de arraigo e integración.

En muchos casos se radicalizan como un “lobo solitario”, es decir, una persona que tiene acceso a Internet, que “se da cuenta de que no está donde tiene que estar y necesita buscar un sentido a su vida”.

Con su profundización en el yihadismo, estos jóvenes “encuentran en esta vía de la radicalización una especie de sentido en su vida”.

Además, estos chicos a veces inmaduros “se empoderan con este tipo de actividades” y en última instancia “buscan llamar la atención” y encuentran aquí su propósito en la vida.

En definitiva, un cocktail de ingredientes: "falta de arraigo, falta de oportunidades, no visión de futuro, necesidad de hacerse notar". Además, hay que tener en cuenta cuestiones como “la imprudencia, el factor de la juventud” de estos chavales. Todo ello, según el profesor Barroso, “juega a favor de aquellos radicales que quieren encontrar músculo para sus organizaciones terroristas” y que se nutren de la fragilidad de estos jóvenes altamente influenciables y receptivos a los mensajes más radicales.

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