Pasión recupera el esplendor del techo de palio de la Virgen de la Merced

La intervención sobre el techo de palio de la dolorosa de Pasión ha tardado más de ocho meses y es la primera desde que se estrenó la pieza hace 91 años

Detalle del techo de palio de la Virgen de la Merced tras su restauración por Jesús Rosado

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La Archicofradía Sacramental de Pasión ha presentado este martes el techo de palio de Nuestra Madre y Señora de la Merced tras las labores de restauración integral que se han llevado a cabo sobre el mismo por parte del taller de Jesús Rosado, quien se ha encargado de la limpieza y pasado a nuevo soporte del bordado, y los Hermanos Delgado, que han intervenido sobre la orfebrería de la gloria.

Estas dos actuaciones han permitido que la pieza sobre la que no se había realizado ninguna actuación de conservación ni restauración de envergadura desde su estreno hace casi un siglo, en 1929, haya recuperado todo su esplendor.

El techo de palio fue trasladado el pasado mes de mayo hasta el taller de Jesús Rosado, en Écija, donde se ha llevado a cabo un minucioso proceso de intervención tras un estudio fotográfico íntegro y parcial de la obra. En concreto, estos trabajos han consistido en la alineación del diseño para permitir que todos los bordados queden en el interior del perímetro del marco, ya que, anteriormente, parte de los bordados quedaban fuera del mismo lo que produjo un gran deterioro del hilo metálico.

Así luce el techo de palio de la Virgen de la Merced tras su restauración por Jesús Rosado

Antes del inicio de la limpieza y pasado de los bordados, se realizó una plantilla fidedigna de los bordados del techo, realizada por una empresa de diseño digital, que, siguiendo indicaciones del bordador, ha permitido recolocar los bordados en una distribución compartida para que los mismos se alojen en el perímetro de las cotas del techo.

Posteriormente, se ha llevado a cabo un minucioso trabajo de campo para el despiece de los bordados, procediendo para ello a la delimitación de las zonas donde poder proceder, dada la gran dificultad que presentaba una pieza donde la decoración bordada quedaba totalmente enlazada por un diseño continuo, que es la principal característica del minucioso bordado de hojarasca del techo de palio.

Tras clasificar las piezas por zonas, se ha procedido a la limpieza de los bordados. Según el bordador, la intervención en este apartado ha sido “muy fructífera” pues la suciedad que los bordados presentaban y el ennegrecimiento por la combustión de la cera eran muy notorios. La intervención ha sido escrupulosamente respetuosa con el diseño original puesto que, con el posterior pasado de los bordados, se ha mantenido el material original de perfilados y lentejuelas, así como el grosor de perímetro, lo que ha permitido mantener la originalidad de la obra a un porcentaje de un 99% de la misma.

Así, las restauraciones y las fijaciones se han realizado sobre el mismo soporte, reintegrando bordados con la reposición de hilaturas o fornituras solo donde presentaban pérdidas.

Por su parte, el soporte (terciopelo) presentaba unas deficiencias de conservación tanto en su descomposición cromática como en el estado general del tejido con aberturas, roturas y falta del mismo en muchas partes, y presentaba grandes zonas donde el vello del terciopelo había desaparecido completamente, por lo que ha tenido que ser sustituido por un terciopelo alemán.

Todas estas labores han concluido con el tensado del techo de palio sobre un nuevo marco de madera, renovando el sistema de cogidas para las caídas y un nuevo tapizado de ‘polipiel’.

La gloria del palio, que reproduce el escudo de la Archicofradía en plata, esmaltes y pedrería, ha sido restaurada por el taller de los Hermanos Delgado quienes han realizado la limpieza de la obra, así como la reposición de pedrería.

Un ejemplo único de bordado regionalista

La efervescencia artística que vivió Sevilla a principios del siglo XX, que se plasmó en el Regionalismo y en la Exposición Iberoamericana de 1929, hizo que la Hermandad de Pasión en 1918 se plantease “la necesidad de reformar el paso de la Santísima Virgen, que no se encontraba ya a la altura de la importancia de nuestra hermandad, ni a lo que pedía el esplendor de nuestro cultos”. Pronto se trató su venta y se acordó visitar distintos artistas, “pidiéndoles diseños y presupuestos de palio y manto, para elegir entre ellos los que parezcan de mejor estilo”.

De manera unánime, la Archicofradía escoge el diseño presentado por Antonio Amián y Austria, hermano de la Hermandad, quien realiza tanto para el manto como para el palio un diseño regionalista basado en el estilo gótico florido, que aportaba una nota de originalidad por desarrollar en pleno siglo XX, el bordado antiguo sevillano en oro y seda de imaginería”.

Las obras de este nuevo palio no empezaron hasta 1924. Aunque en un principio se pensó en el color “rojo cardenal” para el soporte de los bordados tanto del manto como del palio, inspirándose en el color de las colgaduras de la catedral, finalmente fueron ejecutados en terciopelo azul por Carmen Capmany, a base de cardina gótica de gran volumen. La gloria del techo, que, como se ha indicado representa el escudo de la corporación en plata, esmaltes y pedrería, fue realizado por la Casa Mateo de Madrid.

Aunque no fue el único paso de palio que se estrenó en la Semana Santa de 1929 ni en la de 1930, que fue propiamente la de la Exposición Iberoamericana, el de la Virgen de la Merced fue, quizás, el que mejor mostró la renovación de la ciudad que supuso el referido certamen internacional y cuyo coste se calculó en más de 350.000 pesetas. Su evocación gótica, junto al mudéjar y al plateresco, fueron los grandes estilos que inspiraron el Regionalismo por su abigarrado decorativismo.

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