La Universidad de Zaragoza actualiza su protocolo de donación de cadáveres
El nuevo reglamento da visibilidad a un proceso altruista e imprescindible para la formación y especialización en Medicina y otras áreas
Zaragoza - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
La Universidad de Zaragoza ha aprobado este miércoles en su Consejo de Gobierno su nuevo reglamento para el Servicio de Donación de Cuerpos y Salas de Disección. Se quiere mejorar la “calidad, trazabilidad, eficacia y transparencia” de un proceso “imprescindible para la formación y especialización de los profesionales de la Medicina”, ha explicado en COPE el decano de la Facultad de Medicina, Javier Lanuza.
El protocolo dependía hasta ahora del profesorado de Anatomía, con el respaldo de la Facultad de Medicina. Con este reglamento, que ha llevado casi un año de trabajo, se implica toda la Universidad, ya que los cuerpos se usan también en otras disciplinas biomédicas y en posgrados. Contará con su comité científico y su comisión de usuarios, lo que conllevará un mejor funcionamiento y gestión.
Casos como el de la trama ilegal de venta de cuerpos en Valencia son, insiste, impensables en la Universidad. “Esto es diferente”, ya que se trata de un proceso como la donación de sangre o de órganos, que son “completamente altruistas”. “Aquí nadie tiene que salir beneficiado económicamente en ninguno de los aspectos, ni de las propias funerarias ni de las facultades”, ha remarcado.
Lanuza ha dicho que sería “deseable” hacer un protocolo autonómico o estatal, como el del banco de sangre y tejidos o una legislación, porque “sería más eficaz a la hora de dar a conocer cómo funciona”. “No sería descabellado hacer una campaña de concienciación”, ha agregado.
Para ser donante hay que expresarlo por escrito y comunicarlo a la familia, para que el cadáver sea trasladado y conservado en condiciones adecuadas hasta su uso.
El año pasado se donaron 15 cuerpos, de los cuales se pudieron utilizar 12. Los restos después se incineran y reposan en un panteón del Cementerio de Torrero. Antiguamente, se recordaba el nombre de los donantes con unas placas. Y aunque ahora la ley de Protección de Datos no lo permite, cada año, en Todos los Santos, se depositan flores para agradecer su generosidad.