INMIGRACIÓN
Financian el viaje de fin de curso a un alumno que llegó en cayuco a Canarias: "No te dejamos atrás"
Alumnos y profesores del colegio Jaime Balmes deciden sorprender a Saikouba Darboe, que acaba de terminar cuarto de la ESO, ya que no se podía permitir pagar el viaje
Gran Canaria - Publicado el - Actualizado
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Saikouba Darboe es un joven de Gambia, de 18 años, que llegó hace tres años a Canarias en un cayuco. Sus inicios en el archipiélago fueron complicados que lo fue trasladado de un centro de acogida en Gáldar a otro hasta que lo llevaron al Colegio Jaime Balmes, en Las Palmas de Gran Canaria.
Este joven tiene un objetivo claro: llevar dinero a casa para ayudar a su familia, pero durante todo el proceso ha decidido estudiar nuestra lengua, inglés e integrarse de la mejor de las maneras en su clase. Es por eso, que sus compañeros decidieron que no podrían dejarle sin el viaje de fin de curso, que llevaban todo el curso organizando.
En COPE Gran Canaria nos hemos hecho eco de esta historia de solidaridad tan bonita y humana. El colegio Jaime Balmes se caracteriza por ser una gran familia y los alumnos lo han demostrado con creces, organizando una recaudación a espaldas de Saikouba.
Luis y Marta, fueron los artífices de la idea
Todo empezó hace varias semanas, cuando Luis Álvarez, uno de sus compañeros, le comentó a sus padres mientras cenaban que Saikouba no podía acudir al viaje de fin de curso, ya que no tenía recursos económicos suficientes para comprar los billetes.
“Estaba cenando con mis padres y me preguntaron si Saikouba podía ir al viaje y yo les dije que no, porque me lo había comentado un día hablando con él en el baño. Me comentó que no tenía recursos suficientes para comprar el billete a Barcelona y fue ahí cuando les comenté a mis padres si podía proponer al colegio, que cada alumno que iba al viaje pusiera 25 euros para pagárselo. Al final lo comenté en el cole y desde el primer momento aceptaron esta idea”, añade.
Al día siguiente, se lo comentó a su compañera Marta Martín y empezaron a moverse rápidamente para conseguir su objetivo. “Luis me contó la idea que había tenido con sus padres y le anime para ir a hablar con la jefa de estudios, con dirección y nuestro tutor. Después de haber estado toda la mañana hablando con ellos, nos dijeron que sí, nos dijeron que vendiéramos unos boletos para poder costearle el viaje, en vez de asumirlo cada alumno”.
Una de las profesoras del centro en Beatriz Gálvez, su antigua tutora y profesora de Lengua Española, fue de las primeras que se involucró junto a estos alumnos, aunque "fue muy fácil porque somos una gran familia”.
Cuenta que “fueron tres semanas de trabajo intenso hasta darle la sorpresa. Tengo que decir que este año no soy la tutora de ellos, por eso les dije que también hablaran con su tutor, el profesor Amado, con Orientación... y a partir de ahí lo coordinamos con dirección.”.
Afirma orgullosa que “se ha involucrado todo el ente educativo, desde el servicio de comedor, limpieza, mantenimiento, al igual que las familias y todo el colegio en general”.
Hace apenas unos días, sus compañeros y profesores le organizaron una gymkana para descubrirle la sorpresa. Marta Martín, compañera también de Saikouba, pensó que tenía que ser “algo muy emotivo y con intriga”.
Esta actividad constaba de varios sobres en los que le iban dando pistas. En el primero “le decíamos lo orgullosos que estábamos de él y de todo lo que ha conseguido”, dice Marta, hasta que la última le dirigíamos hasta la clase donde había un proyector con un mensaje”.
Se lo contaron a través de unas diapositivas y un sobre final en el que se encontraban los billetes, Saikouba recibió esta sorpresa “con mucho asombro, estoy muy contento, porque agradezco el esfuerzo de todos”.
Saikouba quiere ser veterinario
Beatriz Galván, cuenta que está muy orgullosa de sus alumnos, y que ese orgullo “no le cabe en el pecho, en mi corazón; tanto por su familia y el resto de sus compañeros. Son absolutamente ejemplares, no por lo académico, sino actitudinal, como personas, son pequeñas personitas perfectas”.
“Yo llevo emocionada, medio curso con ellos, o media vida profesional y académica. Yo sé que me repito mucho, pero lo que esencialmente demuestran ellos, es que son familia: sobre todo por el sentido de pertenencia. Si tú no tienes un sentido de pertenencia de un lugar, o de unas personas, es imposible que te involucres en su sentimiento y necesidades. Ellos se han involucrado y somos familia”, añade.
Muy a su pesar, esta profesora de Lengua cuenta en nuestros micrófonos que Saikouba quiere trabajar para ayudar a su familia, “aunque yo le he insistido que, a raíz de esto, puede conseguir una beca estudiando y trabajar a la vez y él en lo único que piensa es en su madre”.
“Yo esto lo entiendo, pero es muy difícil hablar con estos niños que tienen una estructura mental en la que tienen que ayudar y llevar dinero a casa; entonces el tema de los estudios lo valoran, pero no lo terminan de entender. ¿Yo le dije, qué quieres trabajar con una piedra o con un bolígrafo para cuidar a los animalitos? Y su respuesta fue clara, pero para eso tiene que estudiar”.
Saikouba por su parte, dice que todavía no tiene muy claro qué hacer. “Me gustaría estudiar mucho, pero también la situación de mi familia es muy complicada, por eso tengo que trabajar ya. Lo que quiero es por ahora trabajar y luego en un futuro estudiar mientras trabajo”.
Deja un mensaje a todos los menores migrantes que están en centros de acogida: “Primero hay que ser buenas personas y luego hay que conocer la ley del país, también estudiar y luchar mucho por la vida. No es fácil, pero hay que luchar”.