SOCIEDAD
Una misionera grancanaria en Jerusalén: "La ciudad vive un estado de horror"
Expedita Pérez reconoce que "el sonido de los bombardeos son terribles, mientras que el silencio que se vive en la ciudad es de muerte y destrucción"
Gran Canaria - Publicado el - Actualizado
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La escalada de violencia en Oriente Medio entre Israelíes y Palestinos por el ataque armado Hamás está reactivando una de las disputas más encarnizadas a lo largo de la historia. Se trata de un órdago a la comunidad internacional que por ahora se ve incapaz de establecer medidas dirigidas hacia la paz. Lo que estamos viendo, es un aumento de la conflictividad que podría generar en una guerra con consecuencias devastadoras.
Herrera en COPE Gran Canaria ha logrado entrevistar a la hermana comboniana, Expedita Pérez. Ella es una misionera nacida en grancanaria, que en la actualidad reside en Jerusalén, vive en el Monte de los Olivos, donde “por ahora no llegan los bombardeos, pero los escuchamos cada vez más cerca". La grancanaria reconoce que "cada vez que suenan las alarmas antiaéreas, se le encoge el corazón".
Nos comenta que se encuentra bien, “pero con el corazón pesado por todo lo que está ocurriendo; todas estas muertes inútiles, estoy en sintonía con toda esta gente que ha perdido un ser querido o está luchando por la vida en los atentados".
Expedita nos asegura que están en contacto continúo con otras comunidades religiosas y reconoce que escuchan los bombardeos de aquellos misiles que vienen desde Gaza hasta Jerusalén: “Ayer las detonaciones fueron increíbles, primero suenan las sirenas y luego el ruido espantoso del misil, jamás había escuchado algo así en mi vida.”
La misionera apunta que cuando escuchan las detonaciones, “me pongo en las manos de Dios, porque no saben donde van a caer". Relata que “cuando ayer sonó uno de ellos, estaba recogiendo aceitunas, otras hermanas fueron a trabajar y estas regresaron pálidas porque las sirenas las habían cogido en medio de la calle. Toda la gente se tiró al suelo con las manos en la cabeza y muchos lloraban. El terror fue tanto que no pensaban en otra cosa que en salir de ahí.”
Expedita Pérez: "Aquí el silencio que se vive no es de tranquilidad, es de miedo"
Expedita Pérez relata el horror que están viviendo, sobre todo por la incertidumbre que hay entre la población. "La incertidumbre de no saber donde va a caer el misil es insoportable. Rezamos para que esos misiles sean interceptados y no destruya un edificio con cientos de personas”.
Expedita vive en la parte árabe de Jerusalén y cuenta que "aquí el silencio que se vive no es de tranquilidad, serenidad, es un ruido de miedo, de muerte... cualquier ruido nos sitúa en alarma, nos imaginamos como será en plena ciudad donde tienen menos posibilidad de llegar a un lugar descubierto. Aquí vivimos en un estado de continua alarma.”
Expedita Pérez muestra su preocupación por si la violencia aumenta y pueda generar un conflicto armado cuerpo a cuerpo en la ciudad: “Esto es una olla a presión y si aumenta la escalada de violencia puede llegar al lugar donde estamos. Todo depende de dónde y cómo se desarrollan estos combates que por ahora están en el norte de Israel, pero es posible que llegue aquí. Por eso está todo en el aire porque no sabemos cuándo y dónde va a explotar una bomba.”
En principio, no se ha planteado salir de la ciudad, pero si la situación se recrudece tendrá que buscar alguna solución.
Se siente abandonados por la Embajada de España: "Estamos desilusionados y solos"
Expedita Pérez asegura que ellos también se sienten abandonados por la Embajada Española porque no han reaccionado por ahora. La misionera destaca que, al igual que ocurre con otros españoles, ellos tampoco han recibido noticias. Se sienten solos ante un conflicto que no saben cuánto tiempo va a durar
“No tenemos ninguna palabra de la Embajada, solo que han cancelado la fiesta del 12 de octubre, pero nada más. Estoy muy desilusionada con ellos porque nos sentimos solos, vivimos con la incertidumbre de no saber cómo vivir el mañana. Ahora mismo estamos en disposición de quedarnos e incluso en un futuro, recorrer poblados con mujeres y niños para conocer su situación", añade.
La religiosa reconoce que en los últimos días ya se vivía una sensación muy tensa en el país. "Ya se notaba algo en el ambiente, llevamos unos cinco o seis meses en los que veíamos que la tensión aumentaban día a día con gestos de violencia e intolerancia hacia ellos. Los demás ya sabíamos que algo iba a ocurrir”.
A su juicio, lo peor puede estar por llegar. Cuenta que "lo malo es que todo este dolor y angustia se puede llegar a convertir en más odio y violencia. Espero que no sea así y se transforme en perdón porque somos pueblos hermanos”.
Expedita Pérez pide que “recemos por la paz, la justicia y el diálogo; porque ninguno de los dos tiene la verdad en las manos. Todos viven amenazados y la intolerancia es recíproca. Espero que se sienten juntos, se miren a los ojos y acepten vivir como hermanos.