La Orotava

Altares y malagueñas: La Orotava no renuncia a su noche de Jueves Santo

Decenas de cofrades recuerdan a sus titulares en uno de los días grandes de la Villa

Altar Semana Santa La Orotava 2020

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Es noche cerrada en La Orotava. La Villa se encuentra extrañada. Es una Semana Santa inimaginable. Como en todo el país, sí, pero aquí duele especialmente. No hay cultos públicos en las iglesias, no hay procesiones en las calles.

El Jueves Santo villero irradia solemnidad. Por la tarde, la Cena del Señor con la Procesión del Mandato. La Vera Cruz saca al Cristo más antiguo de la Pasión orotavense cuando empieza a caer la tarde. Por la noche, El Farrobo entrega al casco al Señor atado a la Columna, en una acto público de fe imposible de comparar.

Este 9 de abril todo ha sido diferente, pero los fieles se han unido desde sus casas como nunca para seguir las celebraciones que abren el Triduo Pascual. Altares improvisados con estampas, medallas, velas, flores... Cualquier cosa vale para recordar a los titulares de cada hermandad villera, en especial los de la Vera Cruz y la Esclavitud. Muchísimas fotos han corrido por WhatsApp en un gesto, también, de compartir lo que a priori no tenemos tan cerca.

La Parroquia Matriz de la Concepción estaba vacía para la Misa de la Cena del Señor, pero llena del espíritu de todos los que la seguían en directo por televisión o por Facebook. Gestos como el de Mari, buscando las flores de cada año de donde no había para dejarlas a los pies del Cristo de la Misericordiam quedarán ya para el recuerdo. Lo mismo que el recuerdo permanente que ha tenido el párroco, Óscar Guerra, con la Cofradía y su día principal.

Horas después, El Farrobo sonaba a malagueñas. El Cristo a la Columna no se podía quedar ese año sin ellas. Un canto desgarrado en medio de la noche que conmueve hasta a aquel que tiene el corazón más frío. Algunos hermanos de la Esclavitud se han puesto su traje negro y, con la medalla al cuello, han salido al balcón o a la azotea para cantarle al Señor que mora en San Juan.

Una noche diferente, sí, pero qué noche.