Triunfo funcionarial y sin alma de Roca Rey en Santander

El peruano corta dos orejas en una tarde de escasos argumentos ganaderos y artísticos. Oreja para Juan Ortega

Andrés Roca Rey en su salida a hombros este jueves en Santander | ARJONA | LANCES DE FUTURO

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Resultaba sonrojante comparar al grupito de antitaurinos al que la Delegación de Gobierno permite concentrarse frente a la plaza de toros para insultar a los aficionados, con el cartel de ‘No hay billetes’ que colgaba justo enfrente de ellos. Medio centenar dando la turra anual con su intolerancia a cuestas frente a las más de 10.000 personas que han llenado este jueves el coso de Cuatro Caminos. Que sigan tomando biberón…

El primer toro del lote de Cayetano, tan pitorrito él, salió ya moribundo del tercio de varas. Lo pasó de muleta con facilidad y escaso ajuste ante la bondad del astado del Puerto. Visto que aquello no calaba, tiró de efectismos, con varios desplantes muy gesticulados que resultaron algo sonrojantes ante la infinita amabilidad de su oponente. Se alivió también a la hora de entrar a matar, dejando una estocada atravesada tras un pinchazo previo.

Se hincó de rodillas Cayetano para abrir faena al cuarto. Siempre un “ay” en cada lance. Faena larga que no entró en muchas profundidades y que solo levantó las ovaciones tras los de pecho. En ambos fue silenciado.

Sin ser una cosa del otro mundo, pero vistas otras cornamentas durante la feria, el primero de Juan Ortega pasaba por un toro serio. Tuvo buen fondo el toro por el pitón derecho. Lo aprovechó el sevillano en dos tandas muy mandonas y ralentizadas ya pasado el ecuador del trasteo. Hubo más apuntes que rotundidad, pero se agradeció ese concepto. La estocada cayó algo delantera, pero tuvo mucha muerte. Se pidió con fuerza y mayoría de pañuelos la oreja, pero el palco no lo entendió así. La vuelta al ruedo fue premio de consolación para Juan.

El quinto fue un animal de abecerradas hechuras con el que el trianero firmó un bello prólogo muleteril con la pierna de salida flexionada. Pero después el toro no quiso mucha fiesta. Y con ese medio toro, sin fondo alguno, Juan no luce en su esplendor más allá de algún muletazo con sabor y armonía en las formas. Tras un pinchazo y una estocada, y con menos petición que en el anterior toro, le dieron una oreja para las estadísticas, mas no para el recuerdo.

El tercero del Puerto hizo una pelea seria en el único puyazo que tomó. Roca Rey salió apretando el acelerador desde el comienzo con un quite por saltilleras que ya puso al público en ebullición. El peruano brindó la faena a Cayetano en recuerdo al quite a cuerpo limpio que ocurrió en esta misma plaza hace ahora un año. Y el inicio, de rodillas, con tres pases cambiados que pusieron en pie a los tendidos. Después el suflé bajó con el toro sin terminar de romper en una sucesión de series ligadas y templadas pero de escasa transmisión. Solo una a derechas, la última, muy rotunda por el mando que imprimió Andrés, resultó ovacionada con fuerza. La contundencia del acero elevó al conjunto a la oreja que el palco concedió.

Con el “domecq” de La Ventana no cambió el panorama plúmbeo de la tarde ni de la actuación de un funcionarial Roca Rey, que entre trallazo y trallazo, solo llegó al tendido cuando recurrió a los circulares, a la distancia corta y a los alardes de valor. Amarró la oreja y la puerta grande con una estocada efectiva.

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