En el meridiano del Festival Ron Lalá volvió a complacer en Chinchilla

El planteamiento, nos explica Yayo Cáceres, director de la obra, parte de una denuncia anónima en la que se acusa al actor Juan Rana de haber sido torpe, corto, bobo, memo, disoluto, amujerado y blasfemo, y a partir de ahí se celebra el juicio inquisitorial, en el que las andanzas de Cosme Pérez y los entremeses que escenifica Juan Rana son utilizados como pruebas a favor o en contra, desfilando los personajes que han escrito para él,como Lópe de Vega, dando testimonio, y un veredicto final. El público es el jurado que dicta la sentencia.

Se entremezcla realidad y ficción y provocando una reflexión sobre la risa: sus límites, sus censuras y autocensuras y el papel de los comediantes de todas las épocas en la construcción de un discurso que cuestiona la moral, las costumbres y las ideas de cada tiempo.

Según investigaciones realizadas por el propio Ron Lalá se sabe que fue un hombre nacido en Tudela (Navarra), modélico en su época, siendo capaz de alternar con reyes o con mendigos, e incomodar a la vez al poder. Un personaje verdaderamente notable, para tener en cuenta y rescatar del olvido, al igual que las actrices Bernarda Ramírez, Josepa Vacas o la Calderona, verdadero ícono de la época.

En chinchilla siempre da gusto estar

Yayo Cáceres director de este montaje sobre Juan Rana, nos dice que en Chinchilla siempre da gusto estar. El lugar donde se desarrolla el Festival, es único y le da a la propia noche, un entorno de una mística, de una cosa especial que no tienen otros lugares ,y siempre es una placer volver.

A pesar de todo, en España ha sido donde únicamente han funcionado los teatros en toda Europa

El director nos cuenta que ha sido un año complicado para la compañía , en lo económico, después poco a poco se ha ido solventando , y ahora “van tirando”.

Yayo Cácereasegura que “mientras en Europa los teatros están cerrados, aquí hay más apertura, y eso es para ponerles una medalla a los ayuntamientos que han tirado para adelante, y al público asistiendo a los espectáculos, que han sido capaces de cuidarse y hacer del teatro un lugar seguro”.

“La cultura es el capital de un país, y lo mejor de un país son sus habitantes, y para que tengan un pensamiento crítico y una adecuada libertad intelectual, se necesita la Cultura. Es primordial, absolutamente primordial en cualquier país del mundo”.