Artículo de Julio Martínez

Cabeza(da) de cartel

No han sido pocos los innovadores a caballo, siempre se puede aprender algo nuevo. El gran Branco Nuncio tuvo la ocurrencia un día de matar a los toros desde el caballo con el estoque. Otro día pensó que podía poner banderillas a dos manos. Tiempo después, Diego Ventura tuvo un sueño –y no equino, que también-, torear sin cabezada. 

Diego Ventura

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El IV marqués de Marialva, jinete luso, que no al uso, ilustre y excelente caballista, iluminó a las generaciones venideras allá por finales del siglo XVIII. Lo que compuso no fue más que un manual de monta y doma a caballo. Claro que algunos vieron en dicho tratado un fundamento categórico dado el tratamiento que en él se hacía del toreo a caballo. Por algo se conoce como el arte de Marialva.

Otro jinete luso que pisa las plazas que en su día soñó el marqués es Diego Ventura. Una de esas plazas es, sin duda, la de Albacete. Desde la feria de 2001, primera vez que cabalgó por el ahora ruedo centenario, Diego ha toreado en 16 ocasionas contando la de ayer. Le costó entrar en esta plaza, la suerte le fue esquiva. Pero como buen canterano en su día, echó abajo la puerta del vestuario a lomos de su caballo.

Qué cuadra tiene Ventura, siempre trajo caballos que enamoraron a Albacete por sus peculiares maneras, ese Morante pegando “bocaos” a los toros, ese eximio galope de costado del añorado Manzanares, la torería y la pureza de Distinto, y así estaríamos un par de días hablando de estrellas que hoy se baten el cobre en las caballerizas del cielo.

¿No se puede mejorar? Bien, ahora llega Diego a horcajadas encima de Dólar. Cómo va a ser malo si es hijo de Joselito… Su torda capa no es, que digamos, la más vistosa de la cuadra del luso, pero sí lo es el valor y la confianza que se tienen mutuamente jinete y caballo. Y solo tiene 5 años –el caballo, digo-. El pasado domingo, fue la reprimenda de un espectador la que alentó a Ventura a deshacerse de la cabezada de Dólar y clavar a dos manos un par de banderillas que ya es historia del rejoneo en Albacete. Ayer no hizo falta espolearle, nunca mejor dicho. La faena seguía la senda de la apoteosis y claro, después de lo del otro día, el runrún de la plaza arrojaba un susurro: querían ver a Dólar, querían ver otra vez la cabezada en el albero. Y lo vieron, vaya que si lo vieron. Fue otro par antológico.

El rejón de muerte no cayó en buen sitio y, pese a la petición, solo cortó una oreja. Pero la oreja es lo de menos, ayer Diego Ventura volvió a demostrar que aquel sueño que un día plasmó en papel el marqués de Marialva está en buenas manos.