OPINIÓN
Los cachorros de Cortés y Rojas
Nuestro compañero Julio Martínez reflexiona sobre futuro taurino tras la segunda corrida del abono de la Feria Taurina
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El fuego taurino en Albacete vuelve a calentar. Tras un tiempo descontrolado y con la amenaza de supresión de subvenciones vuelve a dar sus frutos. No en forma de figuras ni tampoco de promesas. Se ve un equipo unido y una cantera que primero es familia y luego torera. Los más jóvenes, en el tendido apoyando y disfrutando con los que les llevan unos pasos de ventaja. Y repartidos por las diferentes funciones de la lidia, otro puñado de jóvenes con ganas y ambición. Desde los que visten de oro, pasando por los de plata, hasta llegar incluso al que viste y prepara a todos.
Desde Carlos López, que probó fortuna en el toro y que tiene ahora el respeto de todos sus colegas e incluso de alguna figura del toreo, hasta Santiago González, otro joven que pronto decidió colgar el oro para formarse como banderillero. Ellos también son cachorros de Sebastián Cortés, Antonio Rojas y del nuevo séquito de la escuela. Ellos encarnan esa ilusión desmedida por el toro que va más allá de pasear orejas o de salir en fotos con las damas de honor del pueblo en cuestión. Por eso confían en ellos pese a su insultante juventud.
Carlos es mozo de espadas y ya conoce algunas de las castañetas más importantes del escalafón. Siempre preparado, atento y dispuesto a que todo el mundo se sienta un poco más seguro dentro y fuera del ruedo. Santiago ya sabe lo que es lidiar una de Saltillo en Madrid. Eso te convalida un máster de ingeniería mecánica en la URJC. A las órdenes del debutante Jesús Moreno, dio toda una lección de lo que debe ser un torero de plata. Dejó dos pares de premio y lidió al exigente sexto con una facilidad deslumbrante y un temple muy manchego.
Son ellos dos exponentes de los valores que pergeña una escuela taurina que, si bien sacrifica personalidades, construye y edifica personas. Capitaneada por Sergio Martínez, Gonzalo González y con el apoyo de Manuel Caballero, la escuela vuelve a florecer. Un trabajo cada vez más difícil por el escaso número de festejos que se celebran y por la endogamia de un sistema que funciona por trueque. La semilla puesta por Sebastián Cortés y Antonio Rojas, que dio a partes iguales luces y sombras, sigue viva y quiere volver a dar flores frescas. Flores de oro, pero también de plata o de traje y corbata. En las aulas del albero se forman personas. El único sparring de esta fiesta es el toro, ávido de sangre y especialista en borrar del mapa la ilusión de los más pequeños. Albacete vuelve a tener toreros hasta debajo de las piedras. Toca cuidarlos y promocionarlos.