Un palacio en el desierto

Andrés Palacios

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Rompieron el hielo los músicos con los acordes de Dámaso González, rompió el paseíllo con el recuerdo del maestro en cada paso. Rompió la gente a aplaudir en memoria de nuestro torero. Rompió la puya el 4º el toro y con él, llegó Andrés Palacios; 7 años sin pisar su plaza, y llegó para romper este tiempo de asueto taurómaco que vivimos. Un oasis en el desierto; un palacio de torería y personalidad. En esta tauromaquia impuesta de muletazos hacendado y faenas preconcebidas, el toreo de Palacios quebró los esquemas. Toreo de paladares domados más que de jaleosas gargantas. Toreo de cante grande. Fueron 2 tandas, no más de 6 naturales. Blanco y azabache el terno del torero; de terciopelo su muñeca.

La personalidad de un torero distinto, elegante, de figura erguida y desmayado concepto. No tuvo en sus manos un lote acorde a lo que esperamos de La Quinta, pero la quintaesencia del toreo de Palacios llenó la plaza y recordó a los presentes que aquí hay un torero, que aquí hay uno que se sale de lo habitual. Huye de la normalidad y busca en la plaza sitio e inspiración. Ayer la encontró en Albacete, por momentos la perdió, sobre todo con la tizona, y es que ayer la cruz del torero fue no hacer la cruz, lógico en alguien que torea casi con cada glaciación. Volveremos a verlo, seguro; ojalá pronto. Mientras tanto, ahí quedaran 2 tandas de naturales que conquistan monumentales y pasan de puntillas en cosos bullangueros. Albacete anda a caballo entre uno y otro. Andrés… Andrés torea y da motivos, caviar para paladares exigentes; faena para aficionados que se suele decir, faena para poner de manifiesto que la naturalidad y la sencillez –las motos sí- no están reñidas con la necesidad de tocar pelo. Sirva o no, en el recuerdo quedan 2 tandas que tocaron y pusieron los vellos de punta a los que poblaron la plaza de toros de Albacete en vísperas de su cumpleaños.