El festival que “Pimpi de Albacete” se merece

Ojalá que se hubiese colgado el cartel de “no hay billetes” el 7 de mayo en el coso de la capital manchega porque es lo que realmente hubiese hecho justicia a la grandeza de la figura personal y profesional que representa Juan Cantos para la tauromaquia albacetense, siendo llamativo que no se le brindase ningún novillo el día de su homenaje. Ni tampoco al Cotolengo como institución. Nos quedaremos con el cartel y el reconocimiento visto en el ruedo dejando lo anterior en el terreno de lo anecdótico.

Y es que desde que comencé a ir a los toros con apenas 7 años, siempre he tenido a “Pimpi” como una de las figuras más representativas y emblemáticas del coso de la calle Feria. Junto a Dámaso González, el nombre de Juan era y es siempre pronunciado a continuación. Con todo merecimiento, por supuesto.

Mucho ha llovido desde aquella foto de la despedida de los ruedos del Maestro Dámaso y Juan ha sido testigo de la carrera profesional de uno de los toreros más importantes de nuestra ciudad. Y también de otras muchas tardes de grandezas vividas en su tierra dónde ha sido, además de testigo, uno de los actores principales.

Porque el afamado picador siempre ha defendido la Fiesta de los toros en todo momento y ocasión. Porque Juan quiere con toda su alma a Albacete, su plaza y afición, y eso hace que el pequeño homenaje que se le brindó en el ruedo sea lo mínimo que hay que hacer por Juan. Sus enseñanzas a caballo, vestido de oro y picando a todo tipo de toros por las plazas de España, Francia y América, las ha seguido manteniendo con su cuadra de caballos. Esfuerzo, pasión, y una profunda devoción y amor por sus caballos son sinónimos de “Pimpi de Albacete”.

Sirvan estas líneas como reconocimiento a toda una vida dedicada al toro porque Juan puede afirmar con orgullo que muchos euros que han llegado al Cotolengo lo han hecho gracias a él. Y eso, pocos pueden decirlo. ¡Que viva “Pimpi de Albacete”!

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