Marta Fernández, la nueva sirena de la natación paralímpica española

La burgalesa con parálisis cerebral dio una auténtica exhibición en Tokio, donde se alzó con tres medallas

Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 Marta Fernandez

Agencia EFE

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Marta Fernández ha vivido un 2021 inolvidable que ni en sus "mejores sueños" habría pensado "que fuera como ha sido": las siete medallas conquistadas en el Europeo de Madeira se convirtieron en tres en Tokio, en unos Juegos Paralímpicos de los que regresó también siendo abanderada en la ceremonia de clausura.

Marta Fernández (Burgos, 1994) nació con parálisis cerebral como consecuencia de un parto prematuro. A los tres años empezó a nadar por recomendación médica para fortalecer los músculos y ralentizar el deterioro de los mismos, puesto que su enfermedad es degenerativa.

"De pequeña no me gustaba nada el agua pero mis padres pensaron que era la mejor rehabilitación. Cuando se me pasó el miedo al agua, a los 17 años, me picó el gusanillo. Después, mis entrenadores de la Federación de Deporte Adaptado de Castilla y León me ofrecieron ir a la residencia del Centro de Tecnificación Río Esgueva, donde he crecido, donde sigo y que es como mi casa", declara la nadadora burgalesa.

Debutó en un campeonato de España en 2013 en San Sebastián y muy rápido fue quemando etapas acumulando victorias. No todo fue fácil puesto que al principio, al no estar bien clasificada, nadó en una categoría (S7) en la que tuvo que hacer frente a rivales con menor discapacidad. Cuando la revisaron y la bajaron a S5 la situación cambió.

Aún así faltaba otro paso más. Para competir internacionalmente debía superar otra clasificación médico-funcional que la catalogó como S4-SB3-SM4 y que la permitió competir en el extranjero.

En mayo, en el Europeo de Madeira, conquistó siete metales (dos oros, tres platas, dos bronces y un récord del mundo en los 50 mariposa S4) que la acercaron a Tokio, su verdadero sueño.

En los Juegos Paralímpicos de la ciudad japonesa la deportista burgalesa se convirtió en la sensación de la natación española con un oro en 50 metros braza (SB3), una plata en los 50 mariposa (S5) y un bronce en los 50 libre (S4). Mejor imposible.

"Ni en mis mejores sueños me imaginaba conseguir en Tokio todo lo que conseguí. Superó todas las expectativas. Ir a los Juegos es un privilegio y debutar en la forma que lo hice no se puede expresar. Antes de viajar a Japón soñaba con una medalla pero no con tres", confiesa.

Ese buen papel que tuvo sobre la piscina llevó una recompensa añadida, la de ser la abanderada en la ceremonia de clausura, portando en su silla de ruedas la bandera española. "Fue un momento único, un honor".

"Aunque no hubiese público disfruté de ese paseo por el estadio de una forma espectacular. No se puede describir la sensación que viví", apunta Marta, que pudo convivir durante varías semanas, las de preparación en modo burbuja y la concentración en Tokio, junto a su gran referente, Teresa Perales.

"Era mi referente desde el minuto uno. Es una gran deportista, pero mejor persona. Es una suerte compartir deporte con ella y me ha enseñado mucho con sus consejos. Ojalá en el futuro podamos compartir más cosas", señala.

EL SUEÑO DE PARÍS

El nuevo ciclo hasta París es muy corto. Apenas quedan dos años y medio y el sueño de llegar a la ciudad francesa ya ha comenzado a coger fuerza en la cabeza de Marta.

"Veo que queda poco tiempo. Una vez que acabó Tokio ya pensaba en esos Juegos aunque aún quedan cosas importantes por el camino. En 2022 lo más importante es el Mundial de Madeira. Ojalá salga bien pero las medallas no solo dependen de mi. Quiero mejorar mis marcas y llegar en las mejoras condiciones", subraya.

La enfermedad neurodegenerativa que padece, que la hace tener dolores y provoca que la espasticidad empeore, es un hándicap a tener en cuenta aunque la capacidad de sufrimiento y de superación que muestra es digna de elogio.

"Soy consciente de la enfermedad que tengo. Hago las cosas que puedo y espero seguir cumpliendo sueños a corto y medio plazo", declara Marta, que compagina sus entrenamientos en la piscina con su trabajo en la Delegación de Gobierno en Valladolid.

La deportista burgalesa, licenciada en Administración y Dirección de Empresas, tenía "miedo al principio" pero desde que salió la oposición y llegó a su puesto de trabajo "todo han sido facilidades".

"Por las mañanas trabajo y por las tardes voy entrenar. Entreno de lunes a sábado y descanso el domingo. Estoy muy contenta porque estoy rodeada de gente extraordinaria y, por ejemplo, los Juegos los vivieron mis compañeros y familiares con una alegría e ilusión inmensa. Por eso siempre digo que mis medallas son de mucha gente", confiesa.

"No me imaginaba vivir todo lo que vivido este año, sobre todo cuando volví de los Juegos. Tardaré en asimilarlo. Que me paren por la calle es una de las cosas más bonitas que me ha pasado", sentencia Marta, que reconoce estar muy apegada a su familia.

"Mis padres y mis hermanos son mi talón de Aquiles. La única pega es que no pudiesen vivirlo en directo en Tokio pero desde España no se perdían una carrera. No dormían por verme. Es una espinita que tengo y que espero solventar en París", apunta.

Junto a Raúl Carrasco, su entrenador, se prepara para el futuro, que debido a su discapacidad es incierto si mira a largo plazo. "Intento no pensarlo. Ahora estoy aquí y mañana lo que venga ya se verá. Quiero seguir nadando mucho más y disfrutando sobre el agua".

"De momento voy bien. Hay días que son un poco más duros pero como estoy rodeada de gente que me quiere y me ayuda se lleva mejor. Lo más importante es tener salud para seguir cumpliendo sueños".

El último reconocimiento llegó de su ciudad, Burgos, después de que la Junta municipal decidiese cambiar el nombre de las piscinas del Complejo Deportivo San Amaro para poner el suyo.

"Es una pasada, alucinante. La ilusión que me genera es tremenda". Esa ilusión es la misma que irradia Marta, que ya ha escrito con letras de oro su nombre en la historia del deporte paralímpico.