Lanzarán más de 1.000 farolillos en Burgos por una iniciativa solidaria que traspasa fronteras

Ayudarán a más de 3.000 niños y 800 mujeres, muchas de ellas embarazadas, que residen en el campo de Buhimba, en la ciudad de Goma, en el Congo

Agencia ICAL

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Asociación Proyecto Rubare liberará cerca de un millar de farolillos este sábado, 28 de diciembre, en Burgos, en beneficio de 3.000 niños y 800 mujeres, muchas de ellas embarazadas, que residen en el campo de Buhimba, en la ciudad de Goma, en el Congo. La suelta simbólica se desarrollará en la Plaza de San Juan, en lugar de en el Paseo de Atapuerca, como en ocasiones anteriores, que esta vez se encuentra ocupado.

“Es un sitio, si cabe, más bonito si se sueltan muchos farolillos a la vez, más recogido, y con menos viento. El sitio es más acertado”, apunta, en declaraciones a la Agencia Ical, el presidente de la oenegé burgalesa, Tomás Martínez, quien precisó que existe mucha expectativa en la ciudad por un hecho que cumple su décima edición y que ya es “algo tradicional para mucha gente en Burgos”, como es comprar un farolillo ese día, por un precio de cuatro euros en Good packets, el bar Solare; así como en los dos establecimientos de Central Óptica Burgalesa, en Gamonal y en el centro, además de en la tienda ‘Estate Quieta’, en la plaza Santiago, que es propia de la oenegé.

Eduardo Margareto

Campo de desplazados de Buhimba en la ciudad de Goma, RD Congo

De momento hay más de 700 vendidos y se espera un último impulso hasta el sábado, para que este décimo aniversario, bajo el nombre ‘Enciende la llama’, “se pueda lanzar una ilusión al cielo, como ocurre en Asia”. “Pedimos que se acabe la guerra”, sentenció Martínez.

En esta ocasión, y sin que suene como algo banal, la asociación quiere destinar la recaudación para adquirir 3.000 bolsas de chuches para los niños a los que dan de comer a diario en Buhima. “Nos gusta trabajar poniendo caras a las personas. Tengo caras de muchos niños que les hemos ayudado con la comida y les ayudamos tres meses mínimo. Y para esta Navidad hemos adquirido un paquete de galletas o caramelos, que no han visto en su vida”, sostuvo, emocionado, Tomás Martínez.

Con esta aportación, aunque la suelta de farolillos es el día 28 de diciembre, en estos días se les entrega a los 3.000 niños estos dulces para que al menos por una vez se sientan “privilegiados”.

Asociación Proyecto Rubare liberará casi un millar de farolillos el sábado en Burgos en beneficio de 3.000 niños del campo de Buhimba, en Congo

“Queremos que se sientan felices por un día, porque viven en una tienda de campaña, con barro y en mal estado…”, señala Martínez, quien explica que este mismo domingo las guerrillas lanzaron sobre el campo de refugiados dos bombas, que “lanzan para agobiar a la gente, a pesar de estar llenos de niños y mujeres”. Por todo ello, una parte de la recaudación de la suelta de farolillos se dirigirá para “regalar un poco de ilusión en un sitio donde hay tanta hambre”. “Ver su cara de felicidad cuando les dan un simple caramelo te revuelve el corazón. Ojalá puedan decir que, dentro de su miseria, hoy ha venido un grupo de personas y les han hecho sonreír”.

      
             
      

El día a día

“Será un menú de fiesta para ellos”, comenta Martínez, quien recuerda que a diario les alimentan de harina de maíz (antes era de mandioca, pero tiene menos vitamina), a través de una masa insípida que “allí utilizan para todo, como aquí el pan”. “Lo mezclan con alubias, un poco de arroz y unas hierbas que son como la espinaca, que es originaria de Congo y que tiene mucha vitamina y es barata”, anota el presidente de la Asociación, quien añade que también se incluye berza, “pero no se varían de esos cuatro componentes todo el año, porque la carne es complicada y cara allí”, algo que, igualmente, se ha valorado, pero “las proteínas, que es de lo que carecen estos niños, las llevan cubiertas con alubias rojas, que hay mucha y es barata”.

La ayuda que Rubare recibe a través de las administraciones de Castilla y León se canaliza a través de la organización local ‘Happy Children’, que gestiona una iniciativa en la que se suministran desayunos y almuerzos diarios a estos 3.000 niños y 800 mujeres, así como a personas mayores y colectivos vulnerables. “En ellos hemos localizado a la mejor organización que trabaja, que recoge a los pobres de los pobres”, resalta Martínez. Se trata de un grupo de argentinos, evangelistas, que empezaron en Congo con un orfanato y recogían a los niños para que fueran con ellos a comer.

Rubare les ayuda con financiación de la Junta, Diputación de Burgos y Ayuntamiento de Valladolid, con las que tienen asegurada la alimentación para al menos seis meses.

      
             
      

Proyecto con mayores

Además, Tomás Martínez destacó que desde Congo les han pedido participar en un proyecto para ayudar a la gente mayor, “de los que muchos están deambulando por la calle, desorientados, que por la guerra han dejado sus casas y campos y están perdiendo la cabeza”. “Nos gustaría emplear una parte de estas ayudas en preparar un sitio de acogida para que estén con nosotros al menos durante el día, en un sitio caliente, e intentan hacer algo con ellos”, explica.

Ricardo Ordóñez

Suelta de farolillos para recaudar fondos para llevar agua potable a la isla Idjwi, en el Congo

Martínez lamentó que a esa zona “no llega nadie, ningún blanco, porque argumentan que es muy peligroso”. “Pero nosotros hemos podido llegar porque vamos con gente que ellos reconocen como los que les van a ayudar”, manifiesta, para cargar contra otras grandes organizaciones que “van con mucho dinero que no se sabe dónde va, pero tienen 4X4 y viven en sitios buenos y casi nunca se les ve en campos de refugiados, y menos en los más peligrosos”.

El campo de Buhimba, en el que trabaja Rubare, ha recibido recientemente desplazados procedentes del campo de Don Bosco Sasha, ocupado en febrero de 2024. La precariedad en las condiciones de vida ha llevado a miles de personas, incluidas mujeres embarazadas, lactantes y personas mayores a buscar refugio en Buhimba, incrementando la presión sobre los limitados recursos disponibles.

      

En julio de este año, voluntarios del Proyecto Rubare distribuyeron 2.000 kilos de harina de maíz que se transformaron en comidas básicas, y que durante 20 días fueron el único alimento para cientos de niños y adultos del campo. Esta nueva ayuda busca dar continuidad y estabilidad a estas acciones humanitarias.

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