OPINIÓN-SOCIEDAD
¿Qué es la braña? El espectacular paraje que comparten León y Asturias a más de 1.000 metros de altura
Te lo cuenta la colaboradora de COPE, Silvia Rodríguez Álvarez
Ponferrada - Publicado el - Actualizado
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Intensas nieblas, frondosos bosques de abedules, robles centenarios, tejos, acebos… donde campean los lobos, el jabalí o el urogallo. Bienvenidos a Laciana, tierra de osos, de tradiciones y costumbres milenarias, valle tapizado de verde ennegrecido a tramos por el carbón de las minas y roturado por las esforzadas manos de labradores y ganaderos, paraje preñado de magia, de leyendas y de brañas o 'branizas' como también se denominan estos pastos comunales situados a más de 1.000 metros de altitud a los que los brañeros conducían su ganado en los meses de verano, pues estos prados 'de diente' húmedos y frescos garantizaban durante este periodo, el alimento de sus animales. Estamos ante un peculiar sistema trasterminante conocido popularmente como la 'muda' en el que no había vecería.
Los pastores responsables del cuidado del ganado familiar vivían en las cabañas durante esos meses, hasta que se realizaba a finales del mes de septiembre la vuelta al pueblo o 'pasa'. Estas cabañas o 'cabanas' hechas de piedra, trabada con mortero arcilloso, eran construcciones de tipo rectangular con tejado a dos aguas, que se techaba o 'teitaba' con paja de centeno, siempre por las habilidosas manos de los 'teitadores', pues eso de 'teitar' era todo un arte que no dominaba cualquiera.
Estaban divididas las cabañas en dos partes, separadas por una sencilla palizada de madera, una de ellas servía como cuadra o 'corte' para albergar a los animales, que a su vez disponía de tenada o 'parreiro', para almacenar la hierba, mientras que la otra constituía el hogar del vaquero, que contaba con un modesto jergón de paja para dormir, una alacena y una lumbre baja para hacer fuego y preparar la comida, estancia que recibía el nombre de 'cocino'.
La vida de los brañeros no estaba exenta de trabajo, muchas eran las tareas por hacer y los animales no entendían de días festivos o vacaciones. Se levantaban al rayar el alba para ordeñar, echar el ganado al monte y se encargaban además de bajar la leche al pueblo en odres y bidones que transportaban en el mejor de los casos, en las caballerías o en su defecto a pie, a pesar de la considerable distancia desde La Braña.
A falta de electricidad y frigoríficos mantenían la leche fresca en las 'Otseras', cavidades realizadas a tal efecto sobre fuentes o manantiales cubiertas con losas o 'chábanas'. También participaban los brañeros en los distintos quehaceres del pueblo, según la época: segar, recoger la hierba, hacer leña, ir a hoja… Ya exhaustos y bajo un sol de justicia, emprendían de nuevo el camino a la braña pertrechados de provisiones.
Así transcurrían los largos días de verano, el poco tiempo libre del que disponían los brañeros o brañeiros, lo ocupaban en trabajar la madera, tallando todo tipo de utensilios o fabricando aperos de labranza u organizaban a la luz del candil los 'calechos' en los que todos participaban contando historias y mil anécdotas varias, reuniones en las que reinaba el buen humor, la camaradería y el compañerismo, en las que, sin duda, la diversión estaba asegurada.
Cotidianeidad que solo se veía alterada por 'La Salga', a finales de junio tenía lugar la popular fiesta de la braña de Zaramedo, perteneciente al pueblo de Matalavilla que comenzaba en el pueblo con la celebración de una misa en honor a San Antonio para que cuidara del ganado; al caer la tarde ya en la braña, al son del acordeón se organizaba el baile, no podía faltar el chocolate como broche de oro a 'La Salga' que inauguraba el verano en La Braña.
Zaramedo, La Seita, Buenverde, Viforcos o La Degollada son ejemplos de esta cultura de brañas, tan extendida por el noroeste de León y la vecina comunidad de Asturias, donde el tiempo parece haberse detenido en el hueco de un cencerro. Aún hoy, a pesar de la dureza del trabajo, aquellos jóvenes pastores que ya peinan canas, todavía recuerdan con emoción sus días en La Braña.
Silvia Rodríguez, colaboradora de COPE Bierzo
Silvia Rodríguez es colaboradora de COPE Bierzo desde el 24 de junio de 2019. La podréis leer y escuchar los lunes en la sección de opinión bajo el título ‘Silvia en COPE Bierzo’ y los fines de semana ‘Con otra perspectiva’. Todo ello en Cope.es/Bierzo.
Es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca, decidió estudiar esta carrera porque le apasiona la lengua y especialmente la literatura. Además, le encanta leer, escribir y escuchar buena música. Es feliz trabajando en equipo y entiende “que estamos aquí para ayudar y hacer felices a los demás”.
También es socia fundadora del Banco de Alimentos del Sil y colabora con esta ONG que realiza una gran labor en nuestra comarca. Enamorada de su profesión, la enseñanza. Es profesora de inglés, lengua y literatura en la Academia Corcal.
Se define como una persona vital, alegre, optimista y sobre todo con gran sentido del humor. Además, ha realizado el prólogo del libro ‘Chuma. El Valle del Silencio’ del andaluz Miguel Velasco Nevado.