Ecología integral: cuidar al hombre en medio de la creación
El cuidado de la naturaleza y del hombre es una exigencia evangélica que no podemos eludir
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Laudato Si. Este es el nombre de la encíclica de Francisco que, con cinco años cumplidos, ha situado a la Iglesia como uno de los agentes implicados en el respeto del entorno natural y ha removido la conciencia de los cristianos en un empeño que nos atañe a todos: el cuidado de la casa común.
El llamado Tiempo de la Creación, periodo abierto en el seno de la Iglesia que ha concluido el pasado 3 de octubre, ha servido para la reflexión sobre la llamada ecología integral que propugna el Papa, impregnada de humanismo cristiano: no hay verdadero cuidado de la naturaleza si no se tiene en cuenta el de la criatura más querida por Dios, el propio hombre. De todo ello hablamos con nuestro Vicario General, el encargado del desarrollo de este Tiempo de la Creación en la diócesis de Segovia.
Aprovechamos además su presencia en El Espejo para repasar con él el inminente sínodo que va a marcar la vida diocesana de parroquias, arciprestazgos y movimientos durante este curso: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». Don Ángel ha sido nombrado por nuestro obispo delegado del sínodo, gran acontecimiento que pretende hacer reflexionar a todos los cristianos sobre el camino por el que debe de transitar la Iglesia del siglo XXI, una Iglesia participativa y renovada en la que la sinodalidad debe ser la clave en un mundo cada vez más desafiante.
Hablábamos del cuidado del hombre como criatura querida por Dios. Quien sabe de esto y lo experimenta en su labor pastoral diaria es Henri Tshipamba, capellán del Hospital General de Segovia. Henri desempeña —así le gusta expresarse— el «ministerio de la compasión». Con su trabajo y el de otros, la Iglesia también está presente al pie de las camas de los enfermos. El Espejo se siente orgulloso de traer el testimonio, siempre fuerte, de quien conoce muy de cerca la fragilidad del ser humano y lo da todo por la salud del cuerpo y el alma de sus semejantes.
Por último, Marta y David también se ponen frente al espejo y comparten con los oyentes todo lo que les sugiere el símbolo de resistencia y de dolor compartido en que se ha convertido la iglesia de Todoque, en la isla de La Palma, arrasada por la colada de lava del volcán de Cumbre Vieja. La parroquia de Todoque ha sido motivo de unión y de esperanza para su pueblo. Y la pregunta es: ¿estamos consiguiendo esto nosotros en nuestras parroquias? Nuestra labor pastoral en medio de nuestros pueblos y nuestros barrios, ¿está sirviendo para unir a la gente? ¿Somos un símbolo querido y reconocible o nuestros templos se han convertido en un edificio más del entorno? ¿La gente de la calle, de verdad, quiere a su parroquia o vive de espaldas a ella.
Es cierto que cada parroquia y cada párroco tienen su estilo, pero los tiempos requieren uno distinto ahora mismo, más innovador. Las intenciones del sínodo en marcha invitan a las parroquias a salir de sí mismas acometiendo reformas incluso estructurales para adoptar un estilo evangelizador de comunión y colaboración, de encuentro con la cultura y las formas de vida del entorno. Volvamos la vista a Todoque y aprendamos de la implicación que ha demostrado con su pueblo. Y el pueblo con ella. Esa es la Iglesia que queremos, la Iglesia que necesitamos.