El patrimonio cultural de la diócesis: un gran bien para todos

Los convenios con las instituciones públicas ayudan a la conservación y el disfrute de nuestros templos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Alberto Espinosa es el delegado de Patrimonio de la diócesis de Segovia. Él es el primer invitado de El Espejo con el que repasamos la actualidad del rico acervo diocesano.

Lo primero es recordar la colaboración, a través de convenios, que se establecen con las instituciones públicas para la preservación y el disfrute del patrimonio religioso de nuestra provincia. A las actuaciones del año pasado, en el que restauraron elementos pertenecientes a cinco parroquias rurales (Castroserna de Abajo, Fuenterrebollo y Grado del Pico, entre ellas), se suman este 2021 otras ocho intervenciones en sendos templos de la diócesis. Estos convenios están dando sus frutos: con el trabajo conjunto de Obispado, Diputación y ayuntamientos, además de las propias parroquias con las aportaciones de sus feligreses, se logran preservar las señas de identidad de la Segovia rural, ayudando en la lucha contra la despoblación y la dotación de contenido –material y cultural, en este caso– a estos núcleos de población. En la misma línea se encamina el proyecto de apertura de templos en verano con la colaboración, en este caso, de la Junta de Castilla y León. Este año, serán 55 los lugares de culto abiertos al público en una serie de rutas en los que el visitante podrá descubrir pequeños tesoros, la mayoría de ellos desconocidos para el gran público.

El delegado de Patrimonio también nos pone al corriente de los protocolos y las pautas de mantenimiento e intervenciones que desde el obispado se hacen llegar a todas las parroquias. El mantenimiento del patrimonio es elemental (en la diócesis, hay un total de ¡618 templos!) y don Alberto nos da algunos ejemplos prácticos para el día a día. Las restauraciones, por su parte, han de contar con las preceptivas autorizaciones y ser llevadas a cabo por empresas profesionales y acreditadas.

Con Fernando Mateo, sacerdote de Cuéllar, repasamos brevemente uno de los acontecimientos diocesanos destacados previstos para el próximo curso: la asamblea presbiteral que tendrá lugar en noviembre de este año. Fernando nos pone al día de los trabajos realizados por la comisión creada al efecto. Ya se cuenta con un primer documento que, enriquecido con las aportaciones de todos, será la base de la asamblea de tres días de duración. Sus objetivos: analizar de una manera realista y abierta la situación del clero segoviano y marcar las pautas para el futuro inmediato de la diócesis.

Y con la sección de El Laico ante el Espejo, en la que David nos habla de digitalización, cerramos el programa de hoy. Digitalización, sí, inevitable e imparable. Nuestro mundo no sería el mismo sin ella y, nos guste o no, ya forma parte de nuestra vida, hasta en los detalles más pequeños. ¿Y el cristianismo? ¿Podrá ser virtual y a distancia? No. El Papa nos dice que la vida personal y comunitaria del seguidor de Cristo se resume en los verbos «mirar, tocar y comer», tres acciones que expresan el encuentro con Jesús vivo. En cuanto al verbo tocar, afirma el Santo Padre que «no existe un cristianismo a distancia, no basta sólo con mirar: el amor pide cercanía, contacto, compartir la vida».

Durante la época fuerte de la pandemia hemos vivido aislados, nos hemos acostumbrado a mantener distancias y evitar el contacto también en la Eucaristía, también en nuestras parroquias. Ahora, el virus está de retirada. Hay que recuperar el terreno perdido. Aunque nos va a costar, hay que apostar fuerte por el contacto físico, humano y social en las actividades parroquiales y diocesanas. No tengamos miedo, ni ahora ni en el futuro. Hagamos caso al Papa: el amor pide cercanía y contacto. No nos conformemos con una fe a distancia, no nos acomodemos en un cristianismo virtual y facilón.