Hogares que esperan

Pasado el puente de la Constitución y la Inmaculada, las familias preparan sus casas para la próxima Navidad. Otros lo hacen con más ilusión si cabe, porque sus casas son especiales y quienes las habitan hacen de ellas más que una casa un hogar. Hogares donde residentes, trabajadores, voluntarios y familias se encuentran cada día para dar testimonio del mensaje de Jesús al mundo, un mensaje de fraternidad y acogida.

Tres son los hogares, especiales hogares, que El Espejo visita hoy. El primero es la Casa Familiar de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca. Esta orden religiosa, tan querida en la ciudad de Segovia, acoge a 34 adultos con discapacidad intelectual que conviven en la casa principal y en dos pisos tutelados. Vanesa Hernández, su directora técnica, nos pone al día de la actualidad de la casa, empezando por la salud de sus residentes, que sufrieron en primera línea la afección de la Covid en sus primeros momentos, en la primavera de 2000. Insiste Vanesa en el gran ejemplo dado por todos ellos, que han sobrellevado la situación de aislamiento y falta de visitas (que no de cariño) desde entonces sin dar una queja. Afortunadamente, la situación se empieza a normalizar y ya es posible realizar alguna actividad en el exterior, como las que tienen previstas para esta Navidad, destacando la tradicional participación en el certamen de villancicos de Fuentepelayo.

La segunda casa también es muy querida por los segovianos. Se trata de FRATER, la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad. Al habla con María José del Río, una de sus residentes, sus reflexiones nos hacen recordar una vez más que lo verdaderamente importante de este tiempo de Adviento no son las compras ni el barullo de la calle, sino la espera del Niño Dios, vivida con el corazón, vivida con intensidad. Por supuesto, también están decorando su casa, en la que conviven diaria y fraternamente ocho personas, esperando también su convivencia de Navidad que año tras año viven con espíritu verdaderamente cristiano.

Tercera estación, tercer hogar: el Seminario de Segovia, sonde conviven cinco seminaristas con sus formadores. Juan Cruz Arnanz, su rector, compara el alma de un seminario con el Adviento —camino de maduración, de espera, de apertura del corazón a algo nuevo— y hace una valoración positiva del primer trimestre del curso y del proyecto de pastoral vocacional en el que también se integran varios adolescentes que comparten con los seminaristas una serie de convivencias de carácter mensual a las que también se pasa revista.

Para cerrar este Espejo, Marta y David debaten sobre la realidad actual, que se prevé en aumento, del consumo rápido y a distancia de todo tipo de bienes y servicios a través de diversas plataformas de distribución, como Amazon o Netflix. Frente a esto, la misión de la evangelización se antoja difícil. ¿Cómo hacer que el mensaje evangélico llegue y cale en un mundo de consumo rápido y superficial? ¿Cómo adaptarnos a este nuevo paradigma social? Tenemos el mejor mensaje pero el Evangelio no es para pedirlo con un «click» de internet y esperar que llegue a casa para consumirlo. El Evangelio, muy al contrario, es para asimilarlo y desarrollarlo toda la vida y cuando llega a casa… es para quedarse.