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De Bernardos al Caribe para hacer misión

Redacción digital

Madrid - Publicado el

2 min lectura

¿Cuál es mi misión en la vida? Seguro que alguna vez nos hemos hecho esta pregunta, o quizá alguna similar: ¿qué hago yo aquí?, ¿cuál es mi camino? Muchas veces creemos que nos sabemos responderla, aunque seguro que parte de esa misión es ser felices y ayudar a los demás a que lo sean. Cada uno encuentra esa felicidad a su manera, pero estarán conmigo en que cuando uno se siente útil ayudando a los demás y poniéndose al servicio de los otros, es feliz siempre.

Da igual la edad que tengas, es posible que aún no tengas claro qué quieres hacer, aunque sepas que quieres dejar tu huella en este mundo. El primer paso puede ser convencerte de que tener una misión es algo para todos, no para unos pocos, puedes dejar de imaginarla como algo espectacular. ¿Y si empiezas por abrir los ojos? ¿Por escuchar? ¿Por sentir? Tu misión está esperándote a la vuelta de la esquina, como decía la madre Teresa de Calcuta «la vida es bella, vívela; la vida es arte, contémplala; la vida es misterio, descúbrela».

Una frase que seguro que suscriben Encarna y Juana, dos hermanas religiosas naturales de Bernardos que un día decidieron que lo que el Señor quería de ellas era hacer misión fuera de nuestras fronteras. Con caminos vocacionales similares, entraron a formar parte de la familia de las Hijas de Jesús. Después, andaduras distanciadas: una en Galicia hasta que la congregación le propuso ir al Caribe; la otra en Colombia, Venezuela y parte de Latinoamérica... hasta que sus caminos volvieron a unirse en República Dominicana.

Allí, Encarna colaboraba en las labores de gestión de la escuela de la ciénaga de Guachupita, tarea que se vio frenada con la pandemia, cuando se dedicó a atender a mayores y pequeños. Juana, por su parte, hacía labores de pastoral penitenciaria y ayuda a mujeres, labor con la que continúa. Eso sí, ambas colaborando con los proyectos que las Hijas de Jesús van desarrollando en el Caribe para la alimentación, entre otros muchos.

A pesar de su avanzada edad, sus manos siempre están dispuestas para ayudar a quien lo necesita, y animan a que religiosos y laicos busquen cual es su misión y no teman en salir y cumplirla.