Ofrendas para construir una catedral para Segovia

Juan Gil de Hontañón diseñó las trazas de la Catedral con la firma del contrato como maestro de obras el 7 de mayo de 1524.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La construcción de la Catedral de Segovia fue desde el principio un proyecto común de ciudad, una obra colectiva ya que en su financiación participaron todos los estamentos y grupos sociales de la ciudad. Este mes de junio, en concreto el día 8, se cumplió el 496 Aniversario de la colocación de la primera piedra del templo que puede considerarse el gran proyecto de ciudad y orgullo de los fieles segovianos.

Con la parcial destrucción de la antigua catedral de Santa María o catedral vieja, situada frente al Alcázar de Segovia, tras la conocida como Guerra de las Comunidades (1520-1522), la ciudad y toda la Diócesis se preparaba para hacer frente a la mayor obra constructiva de la historia moderna de Segovia.

Ese proyecto, sin duda, se trataba de la Catedral de Segovia y era considerado importante porque los fieles segovianos querían volver tener un templo principal donde celebrar el culto. Pero además, Segovia era una ciudad con gran peso en la época a nivel económico y político, por lo que desde la corona, los diferentes estamentos y poderes civiles se quería construir un templo catedralicio acorde a la historia milenaria.

La primera muestra de que se trataba de un proyecto colectivo y urgente fue la decisión del rey Carlos I, triunfante tras la Guerra de las Comunidades, quien meses después de derrotar a los comuneros en esta contienda oficializó el comienzo de las obras de la nueva catedral. Fue el 18 de agosto de 1523 cuando Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I, escribía al obispo de Segovia, Diego de Ribera, y al Ayuntamiento: “avemos acordado que la iglesia Cathedral desa obispalia se mude del lugar donde agora está a otra parte de la dicha çibdad”.

En ese momento comenzaba la gran obra que tendría pendiente durante más de dos siglos a los segovianos y sus gobernantes, entre otros motivos por problemas como la falta de financiación una vez pasaban los años y sobrevenían crisis económicas, además de epidemias y conflictos entre instituciones.

Tras la decisión real aprobando la construcción del nuevo templo, esta vez en el punto más alto de la ciudad, en la Plaza Mayor, quedaba pendiente otra determinación: el maestro de obras. El 7 de mayo de 1524 firma el contrato como maestro arquitecto ya con las trazas presentadas y aceptadas por el Cabildo, Juan Gil de Hontañón, encargado también de la construcción de la Catedral de Salamanca.

Comenzaba la edificación, y como se ha mencionado, los instrumentos de financiación serían fundamentales para la consecución de la gran fábrica. Entre los recursos destacaron las ofrendas por el volumen monetario que supusieron pero, también, porque representan el grado de compromiso de cada estamento en la edificación del templo.

Las ofrendas constituyeron la fuente de recursos más importante para la construcción y van a dar muestra de la implicación de la sociedad segoviana, en concreto, de cuatro sectores diferenciados: los monarcas, instituciones religiosas, los estamentos y los oficios o gremios.

¿Y cómo podemos conocerlo en 2021? Los libros de fábrica de la Catedral que se guardan en el Archivo Capitular han dado cuenta de las aportaciones que el Cabildo, institución que administra el templo, recibió durante los años de construcción.

Estos libros que han sido investigados señalan que los monarcas, principales propulsores del cambio de ubicación de la Catedral para alejarla del Alcázar, más concretamente Carlos I, ofrecieron una aportación muy modesta en comparación a su claro poder político y económico. Esta aportación hace referencia a todos los reyes que gobernaron España hasta la finalización de las obras, bien entrado el s. XVIII, incluyendo la concesión de "facultades de sisa”, un impuesto que los reyes habilitaron al ayuntamiento segoviano para que pudiera recaudar para la construcción del templo.

Se estipula que la monarquía española aportó a la fábrica en concepto de ofrendas 2,5 millones de maravedíes, el 1,7% del total que recibió el Cabildo en ofrendas. Esta cantidad ha sido calificada como de muy modesta e insuficiente, achacado en parte a la situación de crisis permanente en la que vivió la hacienda real castellana entre los siglos XVI y XVII.

La ciudad o el Ayuntamiento fue uno de los grandes comprometidos en la construcción, en parte porque esta institución se reconoció responsable de la destrucción de la antigua catedral durante la Guerra de las Comunidades por lo que se comprometió a pagar los desperfectos ayudando a construir el nuevo templo. Se valió de las facultades de sisa cedidas por los monarcas y ofrendas regularizadas para ascender a un total de 60 millones de maravedíes los aportados, es decir, el 45% de todos los ingresos obtenidos. Todo a pesar de las desavenencias entre el Cabildo y el Ayuntamiento por motivos diversos, aunque pesó más el deseo de terminar la Catedral y aunar esfuerzos.

El segundo grupo o estamento tras el Ayuntamiento que más ayudó en la construcción de la Catedral fueron los gremios, con las denominadas “ofrendas de los gremios”, que brindaron limosnas desde 1526 a 1690. Aparte de estas aportaciones hay que añadir que muchos de los segovianos pertenecientes al tejido económico en las múltiples profesiones aportaron su propio trabajo físico. En suma, los gremios contribuyeron con el 26% de las ofrendas y más de 33 millones de maravedíes, cifra que incluye también a las Naciones, ciudadanos del norte de España llegados a Segovia atraídos por la prosperidad del textil; y las parroquias de Segovia y pueblos cercanos con ofrendas regulares.

Los obispos segovianos, desde Diego de Ribera a Bartolomé de Ocampo y Mata, también ayudaron de forma decidida a levantar el templo catedral, sede del obispo, y lugar principal para celebrar el culto y las grandes solemnidades.

En total, la aportación de los prelados durante los años de obras fue del 7% del total, un porcentaje al que hay que sumar la cantidad donada por el propio Cabildo y el clero popular. Estos últimos fueron los benefactores que con mayor puntualidad y constancia pagaron sus ofrendas con un cómputo de 23 millones de maravedíes, el 17% de las ofrendas recibidas.

Por último, los linajes, institución que agrupaba a las familias nobles segovianas, muchas de ellas descendientes de la nobleza repobladora, contribuyeron aportando el 3,1% del total de la recaudación.

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