Las imágenes de un violento robo en un pueblo de Valladolid: un familiar trata de impedirlo

Es el tercer robo en la zona este mes de enero y con el mismo modus operandi. A Raúl no es la primera vez que le asaltan desde que tiene abierto su negocio en Peñafiel. Y estaban alerta, porque se han registrado varios sucesos de estás características en esta zona entre Quintanilla, Peñafiel, Roa de Duero… los atracadores llegan en un coche robado, destrozan las cerraduras y se llevan la recaudación de las máquinas tragaperras.

En el caso del Bar Campo, el local de Raúl, han sido unos 2.000 euros que han sacado de estas máquinas después de reventarlas. Sonó la alarma, y su sobrino, intentó retener a los cuatro encapuchados. “Salió en caliente. Una cosa que no debió hacer, pero bueno”, relataba a Herrera en COPE Valladolid. “A las 3.30am comenzó a sonar la alarma y como viven enfrente mi hermano y mi sobrino se dieron cuenta de que estaba sonando. Echaron a correr y les pillaron ya saliendo. Ya habían reventado cuatro cerraduras, se llevaron los cajetines de las tragaperras y los premios”, lamenta.

"Necesitamos más vigilancia"

Según han confirmado a COPE fuentes de la subdelegación del Gobierno se han reforzado las medidas de vigilancia. Esto no parece achantar a los atracadores que han perpetrado otros dos asaltos los pasados 6 y 18 de enero. Buscan la recaudación de las tragaperras y en el caso del establecimiento de Raúl, han reventado varias cerraduras, la puerta, verja y las persianas. Hoy, ha abierto su bar como un día más. “Casi estamos acostumbrados”, nos dice. Y es que en más de 30 años que llevan en Peñafiel ya les han robado “cinco o seis veces”.

“Vamos a pedir más efectivos”, nos ha contado. Los que hay, hacen bien su trabajo pero no son suficientes, a la vista está. “Queremos más medidas de seguridad. Hay escasez de guardias civiles y municipales”. Espera Raúl que “tarde o temprano caigan. Tienen que ser de la zona. Lo tienen todo controlado”. Ayer no pudieron verles las caras. Iban encapuchados. Su sobrino, que intentó detenerlos, tiene hoy todavía metido el “susto en el cuerpo”. Ahora, toca evaluar los daños.