EDUCACIÓN
Las razones por las cuales debes dejar que tus hijos se equivoquen.
La intolerancia a la frustración y la dependencia emocional son posibles consecuencias de la sobreprotección
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A nadie le gusta ver sufrir a un niño y todavía menos a sus padres, por eso, muchos padres y madres evitan que sus hijos se frustren avanzándose a sus posibles equivocaciones. Pero las buenas intenciones de los padres pueden estar abonando el camino para conseguir justamente lo contrario. Intentar tapar o negar emociones como por ejemplo la confusión, la tristeza o la ira, no hace que estas desaparezcan. De hecho, cumplen su función, puesto que hablan del deseo del niño. Cuando los niños se sienten respetados, escuchados y estimados, incluso en medio de la confusión, la tristeza y la ira, al final son capaces de saber como elaborar e integrar aspectos difíciles o complejos de manera sana y significativa.
Un estudio analizó la evolución de 422 niños y niñas en las interacciones con sus padres durante 8 años, y una de las observaciones de los investigadores, fue que cuando los padres sobreprotegen a los niños sin darles la opción de resolver sus propias dificultades, los hijos tenían problemas para gestionar sus emociones, teniendo como consecuencia la intolerancia a la frustración, entre otros problemas.
Hay que dejar que los niños se equivoquen y vivan el error como una cosa natural. Aprenden a andar cayendo una y otra vez, de forma que nos tendríamos que preguntar por qué nos empeñamos en eliminar el error de nuestras vidas. Al hacerlo, enviamos sin querer mensajes como por ejemplo "tú no eres capaz de hacerlo", cosa que contribuye a una baja autoestima y más dependencia de los padres. Por el contrario, las equivocaciones nos permiten aprender y reconducir situaciones. Si los padres no vuelven a la escuela a buscar el cuaderno de deberes que el niño se ha olvidado en la clase, o dejan que acabe sin ayuda un collage imperfecto, aunque el resultado se aleje del que se ha planteado, lo están ayudando a crecer y desarrollarse.
Hablamos con Amalia Gordóvil, Profesora colaboradora de la UOC y psicóloga familiar en el centro GRAT.