Momentos con Luis Rodríguez

Ana: “Mi exmarido es una mala influencia para nuestro hijo”

“Mi caso se centra en mi hijo, el hijo que tuve con mi exmarido"

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Ana: “Mi exmarido es una mala influencia para nuestro hijo”

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

7 min lectura

“Me encuentro en un dilema desde hace bastante tiempo. Me divorcié hace cuatro años. Tengo un niño de ocho años y una niña con mi actual pareja. Él se quedó viudo cuando su niño tenía cuatro años. Nosotros enseguida que nos conocimos congeniamos muy bien y decidimos tener a nuestra hija. Nos costó formar una familia con personas diferentes, porque cuesta llevarla adelante. Pero nos queremos, yo estoy muy enamorada de él, espero que él de mí también, y la verdad es que somos muy felices.

“Mi caso se centra en mi hijo, el hijo que tuve con mi exmarido. Yo tengo la custodia compartida con él. Me separé de mi exmarido porque no era feliz con él. No nos llevábamos bien. Era una persona muy absorbente, muy dominante. Nuestra vida se había centrado en nosotros y en nadie más, no teníamos relación con amigos. Cuando nuestra relación empezó a ir a peor vi en mi hijo algunas cosas que no me gustaban. Era llegar a casa y como yo no le podía decir nada al niño, lo que para mí era educarlo, enseñarle a comer y vestirse, como él se oponía mucho a que yo le riñera un poco más de la cuenta, al final decidí separarme. No estaba a gusto con él.

“Cuando le comuniqué mi decisión de separarme, él no se lo esperaba. Fue una decisión mía pero meditada de mucho tiempo. Fuimos a una psicóloga para intentar salvar nuestro matrimonio pero no hubo solución. A raíz de ahí la psicóloga nos aconseja decírselo al niño. Se lo dijimos y más o menos se lo fue tomando bien dentro de lo que cabe.

“Iniciamos los trámites de la separación después de muchos meses de hablar y hablar y hablar, porque el tema de discusión principal era nuestro hijo. Llegamos a un acuerdo para la custodia. En ese momento firmé algo de lo que ahora me estoy arrepintiendo. Me arrepiento de que mi hijo esté tanto con su padre, porque considero que no es una buena influencia.

“Mi hijo tiene hiperactividad. Está tratado por psiquiatras. Le detectaron hiperactividad a los seis años y creo que el diagnóstico es correcto. Yo le he llevado a un centro reconocido de Barcelona. Tiene además déficit de atención con negativismo desafiante. Tiene muchos problemas sociales, de interacción social, pega en el colegio a los niños, tiene mala relación con sus compañeros porque su autoestima es muy baja, cuando intentan acercarse a él no sabe acercarse a los demás, se acerca de manera brusca...

“El padre no viene a las consultas del psicólogo, viene en muy pocas ocasiones. Tengo una relación con su padre en la que hablamos mucho sobre el niño. Yo he hecho de todo por mi hijo, he ido mucho a psicólogos, he movido cielo y tierra para saber de su enfermedad, para ayudarle. Lo que pasa es que su padre me acusa a mí de ser mala madre porque le intento educar, y no me apoya”, nos dice Ana.

Luis Rodríguez le responde: “Que él no te apoye a ti, que te diga que eres una mala madre, lo que me dice es que él tiene un debate contigo, que sois una pareja que os habéis separado, que sois antagónicos y hay cierta guerra entre vosotros, pero no me dice a mí todo lo que me has contado hasta ahora de que él sea una mala influencia para el hijo.”

“Son cosas feas”, argumenta Ana, “por ejemplo el hecho de ir a buscar a mi hijo al colegio y encontrarme con que otro niño le había pintado la cara. Estaba la madre de este niño a mi lado y les dijimos que no hicieran esto porque no estaba bien, y entonces esta señora, madre de su compañero, le dijo, riéndose, si se quería ir a un desfile de moda. Mi hijo se sintió ofendido y se puso muy nervioso, y huyó. Y claro, yo tuve que ir detrás de él corriendo, pero él corría más, y me da miedo de que se escape. Entonces, como no sabía qué hacer, me puse nerviosa y llamé a su padre. Su padre llegó y le dijo al niño: “Pues ahora vamos a ir tú y yo y le vamos a pintar la cara a esta señora y a su hijo.” Yo creo que no está bien que le diga eso al niño.”

Luis le pregunta: “Está regularmente mal, puede ser que no esté bien, pero, ¿ese es tu argumento para decir que es una mala influencia para él?”

Ana responde: “Hay más cosas, muchos detalles. Por ejemplo el niño lleva un globo y el padre se lo pincha. No sé hasta qué punto su hijo puede entender si eso es un juego o no. Ahí veo la gravedad del asunto.

“Si el padre llevase una vida desordenada”, sigue diciéndole Luis, “te voy a poner un caso extremo. Imagínate que tu exmarido fuese camello, que trapichease con drogas, y que lo hiciera a la vista del hijo. Si el padre fuese un delincuente te diría que es una mala influencia. Si el padre hiciese escándalos en casa o en la calle sería una mala influencia. Si el padre le enseñara cosas malas a tu hijo sería una mala influencia. ¿Pero porque le pinche un globo? ¿Tú crees que eso es un argumento? O porque le diga: “Ahora vamos a ir a la señora y le vamos a pintar la cara”, ¿eso es un argumento? ¿Por qué quieres apartar al hijo del padre?

Dice Ana: “Entiendo perfectamente que el niño tiene que estar con su padre, porque necesita estar con él, pero veo cosas y detalles que para su trastorno no le benefician.”

Luis le replica: “Probablemente algunas de las cosas que tú haces tampoco le benefician a él y tú no lo sabes, porque él tiene un padre que es su padre, y no la persona que está contigo.” Y concluye: “Todos los padres nos equivocamos en algunas cosas en la educación de los niños. Todos los padres tenemos puntos en los que se nos podría criticar. No todo lo hacemos bien. Pero los padres son una buena influencia para los hijos. Tú eres una buena influencia para él y el padre es una buena influencia para él, porque los niños necesitan un padre y una madre.”

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