Carta dominical

El obispado de Tortosa apela a ser "llamados a ser tierra buena"

Así se titula la carta dominical del administrador diocesano, José Luis Arín.

Obispado de Tortosa

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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La carta dominical completa del administrador diocesano del Obispado de Tortosa, José Luis Arín, es la siguiente:

LLAMADOS A SER TIERRA BUENA 16-07-2023

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar; para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la palabra, que sale de mi boca: la 2ª parte del libro de Isaías había empezado (Is 40,1s) invitando el profeta a en el desierto preparadle un camino al Señor para hacer posible la venida de Dios al mundo llenándolo de su presencia.

Hoy la 1ª lectura recuerda como el oráculo del Señor garantiza el desempeño de todo aquello que Él ha anunciado. Pero la comparación entre la lluvia y la nieve de las que habla el profeta y la palabra sembrada de la que habla Jesús tiene un elemento diferenciador: nieve y lluvia siguen el automatismo de las leyes de la naturaleza, pero la eficacia de la palabra sembrada depende radicalmente del receptor.

Con la parábola del sembrador Jesús responde al interrogante de siempre en el análisis de los resultados de la acción apostólica: ¿por qué una misma semilla, sembrada por un mismo sembrador con un mismo interés, produce rendimientos tan diversos? La cuestión de siempre se plantearía ya durante el Ministerio de Jesús: ¿por qué, escuchando el mismo mensaje del Maestro de Nazaret y viendo los mismos milagros, unos sí creían en Jesús y otros no?

¿Por qué unos sí creen en Cristo y otros no? Testimonios positivos de vida cristiana ejemplar están al alcance de unos y otros. Anti-testimonios escandalosos de miembros de la Iglesia son conocidos por unos y por otros.

¿Cuál es el elemento diferenciador? No lo es la semilla ni el sembrador, sino la tierra donde cae la semilla.

La carencia de frutos en la semilla sembrada se explica primero por la acción del Maligno que viene y roba lo sembrado en su corazón. La confianza filial en la fuerza de la providente acción amorosa de Dios no nos tiene que hacer olvidar la necesaria precaución ante las seductoras insidias del Tentador.

Los del terreno pedregoso manifiestan la inconstancia de los seguidores de la corriente: ¡la historia humana está llena de caídas en esta trampa!

Los sembrados en medio de abrojos pretenden el objetivo utópico de una doble fidelidad contradictoria: querrían ser cristianos pero sin dejar de seguir los criterios del mundo con la seducción de las riquezas.

Finalmente hay lo sembrado en tierra buena que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno.

La parábola quiere hacer pensar a los destinatarios desde la situación de cada uno.

Así la parábola puede llegar a ser palabra de consuelo para el predicador desanimado ante la infructuosidad de su trabajo evangelizador; o palabra de exhortación a todo el mundo para que mire como acoge la semilla de la Palabra.

Entre la presentación general de la parábola y su explicación, Jesús interrumpe la enseñanza a la gente para dirigirse directamente a los discípulos que le preguntan: ¿Por qué les hablas en parábolas? La aclaración de Jesús se transforma en un enigma dramático: Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.

¿Dios quiere que no vean y no entiendan? La clave es darse cuenta de que se está citando textualmente a Is 6,4 donde Isaías narra la experiencia de su vocación profética cuando de hecho ya hace años que la está ejerciendo con resultados muy pobres.

Entonces el profeta Isaías se pregunta si merece la pena seguir predicando en nombre del Señor cuando el Pueblo no hace caso. La respuesta del Señor a Isaías, y a todo predicador-evangelizador, es que tiene que seguir predicando y testimoniando a pesar de que los destinatarios no vean y no se conviertan.

Que la Virgen del Carmen nos lleve por las olas del mar mirando no tanto por el éxito de nuestro apostolado sino por la fidelidad a nuestra misión.

José-Luis Arín Roig

Administrador Diocesano