Carta dominical
El Obispado de Tortosa conmemora la Pascua de Resurrección
Lo destaca en su carta dominical el administrador diocesano, José Luis Arín.
Madrid - Publicado el
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La carta dominical completa del administrador diocesano del obispado de Tortosa, José Luis Arín, es la siguiente:
¡ESTE ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR! 09-04-2023
En la Vigilia Pascual exultamos por las maravillas del Señor: la epopeya del Pueblo Elegido, liberado por el Señor de la esclavitud de Egipto y caminando unidos hacia la Tierra Prometida con la guía y alimentos divinos. Experiencia fundacional que fundamenta la fe en Dios Salvador y hará posible la fe pura en Dios Creador con la Revelación de aquello que, por investigación humana, nunca conoceríamos: que el mundo existe por voluntad de Dios y que es bueno. La figura de Abraham, modelo definitivo de fe en Dios, puesto duramente a prueba y prototipo del que espera en el Señor, que en los comienzos cimentó la tierra (He 1,10).
La carta de Pablo a los cristianos de Roma proclama que por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque efectivamente el fundamento de lo que creemos y somos es la identidad recibida en el Bautismo que nos incorpora hacia dentro de Cristo en quien vuestra vida está escondida en Dios.
El evangelio de la Vigilia Pascual narra el protagonismo de María Magdalena, verdadera “apóstola de los apóstoles”, y la otra María, al recibir las primeras el anuncio del ángel: Ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado! ¡Es la gran noticia!
En la 1ª lectura del día de Pascua meditamos el discurso de Pedro en casa de Cornelio proclamando que Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: ¿por qué? ¿Dios quiere esconder al pueblo la información del acontecimiento capital de la Historia de la Salvación? ¡De ningún modo! Pero hay noticias que todo el mundo sirve para decirlas, pero hay otras que solo puede anunciarlas con credibilidad quien las vive fielmente. Porque no se trata de decir una noticia sino de testimoniar una realidad destinada a cambiar radicalmente la vida de quienes la proclaman y de todo el mundo que la acoge de corazón.
Por eso el llamamiento paulino a los cristianos de Colosas: Buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Evitad la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría, dad muerte a todo lo terreno; y revestíos de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador. Solo así habrá auténtica evangelización en nuestro mundo de hoy y la palabra sembrada dará fruto: el treinta, el sesenta o el ciento por uno. Quizás hoy más que nunca el anuncio de la Buena Nueva de Jesús reclama más testigos que locutores.
Para ser testigos creíbles del Resucitado debemos aspirar a los bienes de allá arriba, viviendo con coherencia aquello que anunciamos de palabra. Con razón dijo el Papa Francisco que la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús (E.G. n.º 1)
El Salmo Responsorial del domingo de Pascua expresa perfectamente el sentido de la solemnidad de Pascua: Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Este salmo de acción de gracias, con acentos individuales y comunitarios, canta la obra victoriosa del Señor que comporta el triunfo de sus fieles que claman: Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad.
El evangelista Juan cierra el “Libro de la Gloria” (cp. 13-20) con el relato de las Apariciones del Resucitado mediante una visión teológica que describe el camino de fe Pascual recorrido por los testigos del Señor. Y lo hace insistiendo más en los encuentros personales con el Resucitado.
Diversamente a la tradición sinóptica que presenta a Pedro como el primer testigo del Resucitado, Juan pone de relieve que es María Magdalena la primera en ir al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro. Dentro de un ambiente cultural donde el testimonio de una mujer no vale en un Juicio, solo la historicidad del hecho explica la existencia del relato.
Hagamos experiencia gozosa de lo que hoy celebramos: ¡Cristo ha resucitado! ¡Cristo está bien vivo, sigue enamorándonos y quiere contagiar a nuestro mundo de su vitalidad! ¡Feliz Pascua de Resurrección!
José-Luis Arín Roig
Administrador Diocesano