CINE Y MOTOR
CAZAFANTASMAS: MÁS ALLÁ
Entre los elementos nostálgicos del film nos reencontramos con el ‘Ecto móvil’, un viejo Cadillac
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Espléndida recuperación de la esencia del clásico de 1984 que dirigió el desaparecido Ivan Reitman. Su hijo, Jason Reitman, respetuoso con el legado cinematográfico recibido, ha remozado los pilares principales del film original y presenta una película en clave de aventura juvenil, que ha gustado a los nuevos públicos y ha hecho revivir a los adultos los mejores recuerdos de hace 38 años. La intriga, bien construida y argumentalmente vinculada a las entregas anteriores, va creciendo en suspense y emociones hasta concluir con un final agitado, pero que no se atropella y donde surgen las sorpresas de mayor calado.
Callie se muda con sus dos hijos adolescentes a una granja cerca de Summerville en Oklahoma que era propiedad de su padre, el científico Egon Spengler, recientemente fallecido, a quien apenas conoció. La penosa situación económica que atraviesa le obliga a instalarse en esa vieja y destartalada mansión en mitad de la nada. Phoebe, una auténtica niña prodigio, pronto descubrirá diferentes artilugios allí escondidos que deberá utilizar cuando unos entes malignos del más allá vuelvan a cobrar entidad, amenazando con destruir cuanto encuentren a su paso.
Tras un corto preámbulo, que cumple la función de dotar de conectar el relato con sus precedentes, el guion nunca se precipita, pero tampoco decae. La presentación de los protagonistas ya aporta curiosos elementos que serán determinantes a lo largo de la historia, además de otros detalles abiertamente nostálgicos e icónicos de esta franquicia. En ese sentido, también incorpora referencias explícitas o sutiles guiños a exitosos títulos de aquella época tan prolífica en el género, como Los Goonies y Gremlins, en la que parece inspirarse una divertida escena en un supermercado Wallmart.
Conforme la trama gana en alicientes y adquiere un ritmo trepidante, cobra fuerza el homenaje a sus orígenes y especialmente al desaparecido Harold Ramis, extremo evidente en los últimos minutos, y que luego se confirma con la dedicatoria final. Incluye un par de escenas poscréditos que merecen la pena.
La dirección artística contribuye a que la puesta en escena resulte actual, por el momento en que se sitúa, y al mismo tiempo adquiera las texturas de las cintas de antaño.
Convencen plenamente los jóvenes actores que encabezan el reparto: Mckenna Grace, que ha aparecido en films como Yo, Tonya y Annabelle vuelve a casa, y Finn Wolfhard, popular gracias a a la serie Stranger Things. A ellos se une el menos conocido Logan King, asumiendo con soltura un rol particularmente cómico.
Y entre los elementos nostálgicos del film nos reencontramos con el ‘Ecto móvil’, un viejo Cadillac debidamente preparado y tuneado para misiones arriesgadas. Reaparece visiblemente envejecido tras pasar, supuestamente, varias décadas abandonado en un pajar.
Se trata de un Cadillac Miller-Meteor de 1959, una extraña mezcla de station-wagon, ambulancia y coche fúnebre que en aquel tiempo costaba 7.400 dólares (casi 6.000 euros de hoy). El hecho de que fuera un coche fúnebre cabe también tomárselo en clave de humor porque parece ideal para enfrentarse a los ‘no muertos’.
Antes de aparecer en Cazafantasmas, el primer ECTO-1 salió en la oscarizada película de En el calor de la noche (1967), protagonizada por Sidney Poitier y Rod Steiger. Originalmente era negro, pero como la mayoría de las escenas se rodaron de noche se cambió el color a blanco y luego se le pintaron unas líneas y adornos en rojo.
También para el rodaje de 1984, la mecánica fue actualizada, renovando elementos como el aire acondicionado o un alternador de larga duración.
Realmente el motor del coche que fue utilizado en la primera película se rompió al principio del rodaje de Cazafantasmas 2, en 1989. Así que el que vemos aquí fue la unidad que lo reemplazó en esa segunda entrega, y llevaba también bastante tiempo en un almacén de la productora. Además, se construyeron dos réplicas adicionales.
Aquí, en la escena en que el ECTO-1 prácticamente vuela, se utilizó una camioneta con las mismas ruedas del coche y luego fue reemplazada por el coche gracias a las aplicaciones digitales.
En este film mantiene la escalera en el lateral que permite acceder al techo donde se colocan los dispositivos más voluminosos para hacer frente a los seres ectoplásmicos, como los tanques y reguladores de oxígeno, que se sacaron de bombarderos americanos de la Segunda Guerra Mundial. Del interior destaca el osciloscopio que capta y representa las señales eléctricas del exterior.
Además, para esta película se han incorporado algunas funciones novedosas: Hay un asiento con un equipo de protones que sale proyectado por el lateral del vehículo para hacer que la caza de fantasmas sea lo más efectiva posible. Este asiento artillero no aparecía en las películas anteriores, pero sí en la serie de dibujos animados inspirada por la saga. Además, de la parte trasera del vehículo se puede abrir una compuerta por donde sale una trampa de fantasmas para las persecuciones a toda velocidad.