LUZ DE CRUCE

ARMAS DE MUJER

"Cine y Motor" con Eduardo Casanova

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Armas de mujer fue sin duda una de las mejores comedias de finales de los 80. Un incontestable éxito de taquilla en 1988, que contaba con un reparto de lujo y una historia muy original. El mundo de los negocios de Wall Street, tratado con toques irónicos, y un romance bien llevado se conjugaban en una película con encanto.

Tess, toma cada día el ferry desde Stante Island al corazón de Nueva York, donde trabaja para un agente de bolsa. A pesar de su preparación y su talento, nadie le presta atención. Tras un incidente, es despedida, pero rápidamente inicia una nueva etapa laboral en una empresa especializada en fusiones y adquisiciones. Su jefa es ahora la ambiciosa Katharine Parker. Sin embargo, se produce una circunstancia imprevista que ella aprovecha debidamente: Katharine sufre un accidente esquiando que la tendrá postrada en la cama varias semanas.

Así que decide suplantarla: cambia por completo su imagen juvenil por una más elegante, ocupa su despacho y durante una fiesta, conoce a Jack Trainer, con quien mantiene un pequeño affaire, sin saber que es el novio de su jefa. Juntos elaboran un proyecto que podría ser muy rentable consistente en que una de las compañías que figura en su cartera de clientes adquiera un grupo de emisoras de radio.

Las cosas van por buen camino hasta que Katharine se recupera y se da cuenta de todo lo que ha ocurrido durante su ausencia. Dispuesta a tomarse su revancha se dispone a ridiculizar a su eficaz secretaria delante del consejo de dirección de los futuros socios, pero las cosas no le salen como había planeado y Tess acaba ganándose la confianza de los empresarios y el corazón de Jack.

Encabezaba el trío protagonista Melanie Griffith, la hija de la actriz Tippi Hedren, que desde que era adolescente había trabajado en el cine. En los años 80 llegaron sus trabajos más destacados en films como Doble cuerpo, Algo salvaje, Cherry 2000 y Un lugar llamado milagro. Esta fue una de sus mejores interpretaciones. Luego llegarían De repente, un extraño, La hoguera de las vanidades, Una extraña entre nosotros, Two Much, Locos en Alabama, y Cecil B. Demente. En los últimos años ha intervenido en diferentes series de televisión. En el plano personal, se casó dos veces con Don Johnson y una con Antonio Banderas y es madre de la actriz Dakota Johnson, la protagonista de la saga 50 sombras de Grey.

A su lado estaban dos estrellas consagradas en el apogeo de su carrera. Por un lado, Harrison Ford, que ya había dado vida a Han Solo e Indiana Jones y también había protagonizado Blade Runner, La costa de los mosquitos y Único testigo, que le valió la que hasta ahora es su única nominación al Óscar. Aquí ofrecía su cara más amable y romántica, como luego hizo también en Sabrina.

Y cerraba ese trío Sigourney Weaver, que era conocida por haber protagonizado dos entregas de Alien como la eterna teniente Ripley. También había asumido otros registros en Los cazafantasmas, El año que vivimos peligrosamente y Gorilas en la niebla. Se dio la casualidad de que en 1989 la actriz neoyorquina fue nominada como mejor actriz por Gorilas en la niebla y como mejor secundaria por Armas de mujer, pero no ganó en ninguna categoría, ni tampoco ha conseguido después la preciada estatuilla.

No se quedaban atrás los secundarios, muchos de ellos en los albores de sus carreras y todavía no demasiado conocidos como Alec Baldwin, Joan Cusack, Kevin Spacey y Oliver Platt, además de una pequeña participación de la veterana Olympia Dukakis y el debut de un jovencísimo David Duchovny.

Dirigió el film Mike Nichols, un cineasta para el recuerdo que firmó títulos como ¿Quién teme a Virginia Wolf?, El graduado, Silkwood, Se acabó el pastel, Postales desde el filo, A propósito de Henry, Lobo, Primary Colors y La guerra de Charlie Wilson, que fue su última película.

Armas de mujer ganó 4 Globos de Oro, y obtuvo seis nominaciones al Óscar, incluyendo mejor película y mejor director, pero solo consiguió el de mejor canción; el año en que la triunfadora fue Rain Man. Las cosas le fueron mucho mejor en taquilla, porque el presupuesto fue de 29 millones de dólares y recaudó en taquilla 103 millones.

Se rodó entre febrero y abril de 1988 en Nueva York, en su mayoría en el interior de cuatro edificios céntricos, entre ellos uno del complejo World Trade Center.

Una de las anécdotas oscuras de la película es que en esa época Melanie Griffith, que tenía 30 años, era una habitual de las fiestas y solía caer en el abuso del alcohol y de la cocaína. Sus excesos obligaron a suspender un día de rodaje. El importe de ese día de rodaje, 80.000 dólares, se le descontó a la actriz de su nómina, que luego declaró haberse sentido muy avergonzada, aunque le sirvió de lección para el futuro. De hecho, cuando finalizó el rodaje, ingresó en una clínica de desintoxicación.

Otra curiosidad es que, Harrison Ford, protagonista masculino, no aparece hasta el minuto 35 de metraje.

El director, en principio pensó en Alec Baldwin para el papel de Harrison Ford, pero la productora, la 20th Century Fox no vio con buenos ojos que en el reparto principal hubiera dos nombres poco conocidos por el gran público ya que Melanie Griffith tampoco gozaba de mucha popularidad, así que Baldwin tuvo que conformarse con un rol secundario destacado, el del novio infiel de Tess.

La película dio lugar a una serie televisiva de la cadena NBC, con un total de 12 episodios, que protagonizó en 1990 Sandra Bullock. Y hay un proyecto de crear un musical, con canciones de Cyndi Lauper, pero de momento no ha visto la luz.

Para preparar sus papeles, tanto Sigourney Weaver como Melannie Griffith pasaron algunos días en auténticas oficinas comerciales de Nueva York.

Para el papel de Sigourney Weaver se pensó también en Meryl Streep, Cher y Michelle Pfeiffer.

Solo ganó el Óscar a la mejor canción por Let The River Run, compuesta e interpretada por Carly Simon. En ese año sólo competía con otras dos nominadas: una canción de Bagdad Café y con el tema Two Hearts de Phil Collins para la película Buster.

Una preciosa canción que va de menos a más, incorporando coros en la parte final, a cargo de la formación coral Saint Thomas que está considerada como el mejor coro religioso de Estados Unidos. Este mismo tema también ganó el Globo de Oro y el Grammy y fue un éxito de ventas.

No era la única canción de la banda sonora, aunque sí la más destacada. La propia Simon se encargó de componer otros motivos instrumentales y también se incluyeron temas a cargo de Sonny Rollins, Pointer Sisters y Chris de Burgh.

El motor no está muy presente en el conjunto del film, pero al principio asistimos a una escena que se desarrolla en el interior de un lujoso coche, donde vemos a Melanie Griffith acompañada de un, entonces, nada conocido Kevin Spacey, ejerciendo de empresario acosador (lo cual casi parece un mal presagio). Ese coche lujoso es una limusina Cadillac Deville.

Sin embargo, hoy nos quedamos con una de las secuencias finales, la de la boda de la amiga de Tess y con el coche nupcial, al que se le han atado los habituales botes para hacer ruido. Ese coche, de color azul marino, es un Oldsmobile Delta 88 de 1984.

Oldsmobile fue una marca de automóviles integrada durante la mayor parte de su existencia en el grupo General Motors, concretamente desde 1908. Fue fundada poco antes, en 1897, por Ramson Eli Olds, de ahí su nombre, uno de los pioneros de la industria americana del automóvil. La compañía tenía su sede principal en Lansing, Michigan y estuvo funcionando hasta el 2004. En esos 107 años de historia, fabricó más de 35 millones de coches.

El Oldsmobile 88, fue introducido en 1949, y se produjo en diferentes variantes hasta 1999, convirtiéndose en el modelo de la compañía que más ventas alcanzó durante 24 años consecutivos. Era una berlina de lujo a un precio más asequible que el de otras marcas.

El modelo Delta apareció en 1965 y se fabricó hasta 1992, en este tiempo fue objeto de diferentes modificaciones. El de 1984 corresponde a la octava generación del Oldsmobile 88. Un vehículo con mayores prestaciones, más pequeño y liviano que los anteriores, pero, aun así, el sedán de cuatro puertas medía 5,50 de largo y 1,95 de ancho (también había una versión cupé).

El modelo estándar venía equipado con un motor Buick V6 con transmisión automática de 3 velocidades. Luego fue sustituido por un motor Chevrolet y muchos lo reabautizaron como el “Chevy-mobile”. Incluso la marca ofreció a los propietarios de la versión anterior, la posibilidad de cambiar el coche por este con un nuevo motor, pero no era gratis, había que pagar una diferencia y eso restringió las solicitudes.

El interior era espacioso y la tapicería de vinilo, llamaban la atención los adornos de madera del salpicadero donde la disposición de los distintos controles de la época (aire acondicionado, radio, etc) facilitaba su manejo.

En 1981 se introdujo el sistema Computer Command Control que ofrecía la lectura de varios parámetros, como la velocidad del vehículo, las revoluciones del motor, la temperatura del refrigerante y el contenido de oxígeno del escape.