Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta espléndida película británica nos depara un original thriller psicológico, donde los elementos paranormales se funden con una intriga apasionante, resuelta de manera brillante y que evidencia ecos del cine de Alfred Hitchcock y Darío Argento. Transita del pasado al presente con nitidez, llenando las imágenes de referencias nostálgicas gracias al sobresaliente diseño de producción, a la altura del magnífico trabajo que desarrollan sus dos protagonistas.
Eloise Turner tiene la oportunidad de empezar a acercarse al gran sueño de su vida: convertirse en diseñadora de moda. Debe abandonar el pequeño pueblo de Redruth y viajar a Londres con el fin de estudiar en la academia más prestigiosa del país. Tras dejar la animada residencia de estudiantes en que se aloja los primeros días, decide instalarse en el loft de un viejo edificio del Soho.
Allí padece unas desasosegantes pesadillas, en las que se traslada al año 1965 y se pone en la piel de Sandie, una atractiva joven está dispuesta a todo con tal de convertirse en estrella de la canción, ignorando el desgraciado futuro que le aguarda al ser objeto de manipulación por un atractivo representante que esconde unos oscuros propósitos para ella. Entre tanto, esta estudiante intenta averiguar si lo que sueña sucedió realmente décadas atrás.
La secuencia de apertura, propia de un musical, apunta al glamur y sensibilidad artística que acompañan la puesta en escena. A continuación, las conversaciones de la protagonista con su abuela dejan entrever algunas de sus cualidades, lo que permite justificar los acontecimientos de los cuales será testigo posteriormente.
A partir del instante en que se produce el repentino paso a otra dimensión y aparece en los años 60, la pantalla gana en encanto por los lujosos ambientes que frecuenta la aspirante a estrella de los clubs nocturnos. Ese toque de fascinación se mantiene al asomarse a los luminosos exteriores. Además, plasma perfectamente el paralelismo entre las experiencias de ambos personajes.
La historia avanza sin apenas ofrecer un respiro, creciendo en intensidad y acumulando circunstancias que descolocan. Solo en el agitado desenlace cobran pleno sentido. El epílogo termina de redondear el film.
A la diestra aplicación de los efectos visuales, se suma la extraordinaria ambientación, en la que destaca labor del departamento de vestuario. Algunas de las principales figuras inspiradoras en este campo fueron Brigitte Bardot, Julie Christie y Petula Clark. El resultado es un cautivador envoltorio técnico.
Dos jóvenes actrices encabezan el reparto. En primer lugar, Thomasin McKenzie que, con 21 años, se ha convertido en poco tiempo en toda una promesa en firme. Es de origen neozelandés, y aunque su familia ha prosperado en negocios inmobiliarios, ella ha optado por la interpretación. Además, de participar en este film, la hemos podido ver en La verdadera historia de la banda de Kelly, en la premiada Jojo Rabbit, y más recientemente en Tiempo y en El poder del perro.
El otro papel de peso recae en una espléndida Anya Taylor-Joy, que también es otra actriz que prácticamente se ha convertido en estrella de manera fulgurante. Nació en Miami, y tiene ascendencia argentina por parte de padre, incluso vivió los primeros años de su infancia en Buenos Aires, así que domina perfectamente el español. A los 6 años se mudó con sus familia a Londres y como quería volver a Argentina se negó a aprender inglés durante dos años para que la mandaran de regreso. Finalmente, empezó a trabajar como modelo y de ahí pasó al cine.
Se dio a conocer en la premiada y original cinta de terror La bruja, luego también trabajó con M. Night Shyamalan en Múltiple y en Glass. Además, ha destacado en films como El secreto de Marrowbone, Emma, Madame Curie y Los nuevos mutantes; pero sobre todo es conocida por ser la protagonista de la serie Gambito de dama, por la que ganó el Globo de Oro. En la película que nos ocupa hoy, ella misma interpreta a capella el tema de Petula Clark Downtown.
A ellas se unen las encomiables participaciones del veterano Terence Stamp, memorable por sus interpretaciones en El coleccionista, Superman y Las aventuras de Priscilla, reina del desierto. Y también la desaparecida Diana Rigg, conocida por la serie de Los vengadores. Esta fue su última película, ya que murió en septiembre de 2020, poco después de terminar el rodaje. Y, por último, el papel de malo lo asume Matt Smith, conocido por la serie The Crown, donde encarna al joven duque de Edimburgo.
La película ha sido dirigida por el británico Edgar Wright, que tiene en su haber varias comedias originales y extravagantes como Zombies party, Scott Pilgrim contra el mundo, Arma fatal y la disparatada Bienvenidos al fin del mundo, además del thriller de acción Baby Driver.
Aquí ha contado con un presupuesto de 43 millones de dólares y con la contribución de la guionista Krysty Wilson-Cairns, la misma que firmó el guion de la premiada 1917. Dice la autora que en cierta manera el film es una carta de amor a una zona de Londres y a un tiempo pasado, cuando los Rolling Stones se codeaban con la princesa Margarita.