Luto oficial

El homenaje de Herrera a María del Pilar: profesora, religiosa y mujer inolvidable para los vecinos de Llerena

El comunicador ha dedicado estas palabras a Maria del Pilar Martínez, fallecida con coronavirus en Extremadura, dentro de la iniciativa 'Vivos en el recuerdo'

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Carlos Herrera, director de Herrera en COPE, ha dedicado este viernes, el último día de luto oficial en España, unas preciosas palabras a la profesora y religiosa María del Pilar Martínez Moro, fallecida por coronavirus en Extremadura a los 79 años de edad. Forma parte de los homenajes que COPE está realizando a las víctimas de esta pandemia dentro de la iniciativa 'Vivos en el recuerdo'

María del Pilar nació en Paredes de Nava, provincia de Palencia, el 16 de octubre de 1940. Ella se consideraba hija adoptiva de la localidad pacense de Llerena, al sur de Extremadura, donde pasó una gran parte de su vida.

Ya desde bien temprano sintió la llamada del señor, ingresando en la congregación de las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda; profesando en la orden el 24 de abril de 1962 en Carabanchel. Después se trasladaría a Pamplona y completaría su formación religiosa titulándose en Teología en Roma para pasar a impartir la docencia en diferentes localidades como Badajoz, Madrid y Puerto Real, hasta llegar a Llerena en el año 1973, con el cargo de Madre superiora de la comunidad y directora del colegio e internado del Santo Ángel.

Sus constantes viajes, ya sea por trabajo u ocio despertó en ella una de sus pasiones: viajar por España, con un conocimiento de nuestra geografía que sobresalía en todo momento. Era una amante de los rincones del país.

Ya a comienzos de la década de los noventa volvió a su pueblo natal para cuidar de su madre y su tía, mientras seguía dando clases en el colegio de Palencia; hasta que en 1996 volvió a Extremadura; esta vez en el colegio de Montánchez, donde ejerció como docente y pastoralista hasta jubilarse en el 2005. Hasta nuestros días vivió en Llerena, arropada con el cariño y la consideración de muchas y verdaderas amistades,

Su tiempo tuvo muchas ocupaciones, muchas aficiones, sobre todo al yoga. Le gustaba también mucho la cultura. En Llerena era usual verla en los clubes de lectura y en el cineclub de la localidad. Se integró en la Coral Llerenense desde su regreso y participó en numerosas actividades culturales; así como en acciones de pastoral cristiana, desde su parroquia y como socia de Cáritas interparroquial.

Su actividad religiosa fue desinteresada y permanente. Estaba muy relacionada con los aspectos sociales de atención a aquellos que pasaban necesidades, siempre de una manera discreta, pero continuada en el tiempo, aportando recursos, conocimientos, trabajos y su entrega personal.

Su desafortunada pérdida ha causado dolor no solamente en su entorno familiar sino también en muchos de sus alumnas y alumnos, que por numerosas redes de comunicación han manifestado su simpatía por tan buena profesional, que marcó, desde el puesto de responsabilidad que ocupó, un gran espacio de la historia reciente de la educación en nuestra localidad.