Los gallegos ante el 18-F
Carola y Carolina: “Los españoles también corrieron en su día a Venezuela, hoy nos toca a nosotros"
Dos inmigrantes reciben a Cope en la casa de acogida donde residen temporalmente con sus familias, a la espera de conseguir establecerse en Santiago
Santiago - Publicado el - Actualizado
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Carola y Carolina tienen en común mucho más que el nombre. Las dos huyeron de su país hace algo más de un año, las dos malvendieron casi todo lo que tenían de valor, una furgoneta, la casa... para traer algunos ahorros con los que iniciar una nueva vida en Galicia. Ninguna de las dos veía futuro para sus familias en Venezuela. Y eso que las dos tenían trabajo. Carola, en una aerolínea, "con un cargo, un buen puesto" y aún así llegó un momento en que tenían que decidir entre pagar medicinas o comer: "Tengo un niño de cinco años, tiene una condición en la piel, y no tenía como cubrirle su tratamiento más la dieta que tiene que seguir...o le cubríamos a él o nos alimentábamos el resto de la familia", asegura mientras muestra una foto con las lesiones que tenía el pequeño en las piernas.
Carolina es profesora de Educación Física: en Venezuela estaba a punto de llegar a la jubilación y fue su salud precaria la que le hizo pensar en saltar el charco: " si me llega a pasar algo, teniendo a mi hijo pequeño, no iba a poder sobrevivir... Las pancreatitis son muy severas, había tenido dos veces terapia intensiva, así que decidí venirme".
Los tres meses con visado de turista se les pasaron aquí en un abrir y cerrar de ojos, la misma velocidad a la que se agotaban los ahorros. En Caritas Interparroquial de Santiago les abrieron la puerta de una de sus viviendas de acogida, en las que dan prioridad a familias con menores o personas dependientes. Firman un contrato por tres meses, pero la mayoría necesita mucho tiempo más para poder iniciar una vida independiente. Entre tanto, bajo el mismo techo, Carola y su hijo y Carolina, su marido y su pequeño, forman una familia. "Ciertamente, Cáritas ha estado con nosotros, pendientes de todo lo que nos pasa, cómo va nuestro proyecto, nuestros papeles", insiste Carolina.
Sentadas en el pequeño salón que comparten las dos familias, las dos mujeres coinciden en que Cáritas está siendo un apoyo fundamental, pero afortunadamente no el único: Carolina ha conseguido por fin un trabajo, de lo suyo, como profe de natación. Ellos ya tienen la documentación en regla, pero no tenía dinero suficiente para homologar su título venezolano. Aún así hubo quien no dudó en darle una oportunidad: "me dijeron...bueno, vamos a hacerte como una prueba, vamos a darte un grupo, un sábado, di las seis horas continuas y cuando salí, me dijeron bienvenida al equipo!" En estos momentos trabaja ocho horas a la semana, pero le han prometido que la próxima temporada se la ampliarán, porque está previsto que se marchen otros profesores. El marido de Carolina no ha tenido "tanta" suerte y aunque ha realizado varios cursos de formación, para reciclarse de su trabajo como administrativo en Venezuela, sigue esperando la oportunidad de trabajar.
LA ESPERA SE "ETERNIZA" PARA CONSEGUIR LOS PAPELES
Carola todavía no tiene aún la documentación en regla, no hay permiso de trabajo por lo tanto...así que completa la ayuda de Cáritas trampeando con horas en empleos eventuales que le van surgiendo. ¿Cuánto tendrá que sobrevivir así? Cuando el proceso de tramitación de documentación se da bien puede prolongarse alrededor de un año, pero es solo un período orientativo. Hay quien tiene problema hasta para que le cojan el teléfono para una primera cita en comisaría, así que la situación "se eterniza".
Carola se emociona por todo el cariño que están recibiendo a pesar de las dificultades. Recuerda el primer día de su hijo en el colegio en Santiago: "fue muy bonito, porque las madres de sus compañeritos vieron que él era nuevo y enseguida se me acercaron y le decían a sus niños ...mira él es el niño nuevo... Y yo no paraba de llorar, y no era porque a mi hijo le fuese a pasar nada malo!"
Asegura que las atenciones que han recibido en el año que llevan en Santiago han sido "incontables, el trato, la calidad de las personas... sientes que vales, que te tienen en cuenta" Porque recuerda que el que decide emigrar "no sabe lo que se va a encontrar. Doy gracias a Dios porque lo que he vivido aquí ha sido muy bueno".
Ni un mapa ni una bandera de Venezuela en el domicilio que comparten las dos familias: nadie piensa en volver atrás. "Aquí me quiero quedar, quiero formar mi familia aquí, quisiera casarme aquí" explica siempre sonriente Carola. "Tengo familia allí, así que volveré en algún momento a visitarlos, pero quiero abrir horizontes, empezar desde cero". A Carolina le gustaría poder "dar clase en una universidad, tener un club deportivo..." Porque también ella piensa en "quedarme acá, que mi hijo pueda aprovechar todo lo que pueda, estudiando, con las oportunidades que se puedan presentar"
Ni Carola ni Carolina pueden votar el próximo 18 de febrero, pero confían en que, pase lo que pase, sigamos teniendo en cuenta a las personas migrantes porque recuerdan que "nosotros les dimos una acogida en Venezuela en aquellos años... ahora nos toca venir a agarrar espacios", dice una. Y la otra añade: " de manera distinta, circunstancias diferentes, pero ahora nos tocó a nosotros... y aquí venimos, aquí estamos, venimos a trabajar, eso es a lo que venimos".
Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2022, el año en que llegaron a Galicia Carola y Carolina, vinieron procedentes de Venezuela algo más de 5.600 personas. Casi 2.500, a la provincia de A Coruña.
La cifra más importante de migrantes en nuestra comunidad procede desde hace años de Portugal, con más de 14.600 personas, pero los datos parciales de 2023 indican que Venezuela es ya a muy corta distancia el segundo país de procedencia de los que buscan aquí una nueva oportunidad.