Acepta seis meses de cárcel por dejar morir a 39 reses de su explotación en Chantada
A pesar de la conformidad, la defensa insiste en que su cliente no cometió ningún delito
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Un acuerdo de conformidad entre la Fiscalía, la defensa y la acusación particular -que representaba a dos colectivos animalistas- ha dejado en seis meses de cárcel la pena para un ganadero del municipio lucense de Chantada por un supuesto delito de maltrato animal, por dejar morir de hambre a 39 reses de su explotación.
La vista oral se celebró esta mañana en el Juzgado de lo Penal número 1 de Lugo y en esa conformidad, aunque inicialmente no estaba de acuerdo con los términos, la defensa y el acusado aceptaron también un período de inhabilitación de dos años para ejercer cualquier profesión relacionada con la tenencia de animales, o lo que es lo mismo, la pena mínima que establece la ley para este tipo de delito.
Además, el acusado, que no tendrá que entrar en la cárcel porque el acuerdo implica la suspensión de la condena, también pagará las costas del proceso.
Según el escrito de acusación del ministerio público, los hechos sucedieron entre febrero y marzo de 2016, cuando el procesado, titular de una explotación ganadera en una parroquia de Chantada, “de forma intencionada y sin observar las medidas legales precisas para la salvaguarda y protección de la vida e integridad de los animales”, dejó “de proporcionarles los cuidados y alimentación debidos” a las reses de su granja.
Como consecuencia de esa falta de atención, añade el fiscal, murieron 39 reses, cuyos cadáveres en estado de putrefacción permanecieron junto a los animales vivos sin que nadie se preocupase de su retirada.
También fueron hallados en la explotación sacos de tela de gran capacidad, unos 1.000 kilos, que estaban “llenos de restos óseos y putrefactos de cadáveres, mezclados con restos de abono”.
Además, “los 24 animales restantes presentaban deformaciones propias de una mala alimentación prolongada en el tiempo, tales como vientres abultados, deformación facial y desarrollos corporales que no se correspondían con su edad”.
El fiscal explica que, “igualmente, los animales se encontraban en un marcado estado de delgadez, algunos en estado caquéctico, con sarna en la piel, restos de sus propios excrementos y heridas y úlceras en distintas partes de su cuerpo”.
Las instalaciones de la explotación “presentaban muchísima suciedad” y en algunas zonas del pasillo de alimentación, la porquería alcanzaba el medio metro de espesor.
De hecho, de acuerdo con el escrito de acusación, los pasillos de alimentación y los comederos de la granja, que deben permanecer limpios en todo momento, porque son los lugares donde se deposita el forraje para los animales de la granja, estaban “llenos de abono y restos de hierba verde, mezclado todo con heces, lo que convertía la comida de los animales en estiércol”.
La fosa de purín rebosaba en algunas partes del establo y, en otras zonas, llegó a levantar la parrilla de evacuación, lo que suponía “un claro peligro para los animales”.
Por su parte, a pesar de que su cliente reconoció esos hechos para llegar al acuerdo de conformidad, el abogado de la defensa, Fernando Lamela, dijo que su patrocinado no es “autor de ningún delito, sino víctima de una situación provocada, entre otras cosas, por la propia Administración”, a causa de la “demora injustificada” en el pago de las ayudas “de la PAC a los ganaderos”.
A causa de esa situación, el ganadero tuvo que cambiar “el tipo de alimentación” de las reses, lo que desencadenó “una situación de enfermedad en los animales y una alta mortandad”.
“Una persona que vivía y que se desvivía por sus animales, trabajando más de quince horas al día de los 365 días del año, cuando ve que su vida se le desmorona, porque empiezan a morir las reses, entró en una situación de bloqueo que gestionó mal, sobre todo la retirada de cadáveres”, añadió.
En todo caso, opina que “está claro que este señor no cometió ningún delito de maltrato animal, a pesar de la conformidad, sino que todas las reses murieron por una enfermedad infecciosa, probablemente provocada por una bacteria”, pero no porque “dejase de alimentar a los animales”.
“No se intentó acreditar la causa de la mortandad, era mucho más fácil decir que era maltrato animal y repetirlo como un mantra, pero no sabemos a día de hoy que bacteria mató a los animales”, lamentó.