UU.AA denuncia que las trampas no son suficientes para frenar la plaga de rata topo

Según el sindicato, las pruebas piloto que se han realizado sobre el terreno no han resultado efectivas para limitar su avance

Efectos de la rata-topo en un prado de A Montaña de Lugo

José Luis Ramudo

Lugo - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El secretario de Organización del sindicato Unións Agrarias (UU.AA) en la comarca de Os Ancares, Iván Raposo, ha reconocido que las trampas que se están colocando en las zonas más afectadas por la plaga de ratas topo, que ya afecta a unas 2.000 hectáreas de terreno en cinco municipios de la provincia de Lugo, son insuficientes para frenar el avance de esta especie.

“Se está realizando el trampeo”, precisó, para frenar la expansión de esta especie y minimizar los efectos que provocan sus colonias sobre los pastos de la comarca afectada, pero “parece que la plaga va a más en vez de ir a menos”.

Raposo indicó que ya se han realizado sobre el terreno “diversas pruebas piloto” para buscar un método que realmente permita el control de la plaga, pero “de momento ninguna ha sido efectiva”, por lo que se sigue realizando “el trampeo” tradicional.

Sin embargo, tampoco la colocación de trampas es suficiente siquiera para frenar la expansión, porque “son una solución individual, cada trampa atrapa a un ejemplar, pero con el boom de población que hay en la actualidad, no se corta” el avance de la especie.

La colocación de trampas, precisó, puede ser una solución para controlar la proliferación de esta especie “sobre una superficie pequeña”, pero es inviable en grandes superficies, porque es un trabajo inabarcable.

Cinco municipios afectados

Recordó que ya se ha detectado la presencia de este tipo de roedores en Triacastela, Pedrafita do Cebreiro, As Nogais, Cervantes y ahora también en zona alta del municipio de Becerreá.

La actividad de esta especie, explicó, depende, “como sucede con cualquier otra plaga”, de las condiciones climáticas, pero sus efectos son muy evidentes en los prados que las explotaciones ganaderas de la zona usan para alimentar a sus reses.

Pasado el invierno, precisó, “esta especie se activa y los daños son muy evidentes”, porque “los prados están totalmente minados” y, en algunos, “se ve más tierra que hierba para el ganado”.

En las zonas altas, al “retirarse la nieve”, dijo Raposo, los efectos son más que evidentes, “porque las galerías están prácticamente en la superficie”, de modo que algunos pastos están “totalmente destrozados”.

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