Un joven de Mali llega en patera a Tenerife y no puede imaginar cómo cambia su vida cuando llega a Galicia
En diciembre han llegado 110 migrantes del Sahel a una pequeña localidad de apenas 10.000 habitantes en la provincia de Lugo, Burela. Las dudas de los vecinos son innumerables, aquí las despejamos y conocemos la historia de Abdullah
Ribadeo - Publicado el
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Son muchas las dudas que surgen entre los ciudadanos españoles sobre los mecanismos de acogida de personas migrantes. De forma paralela al flujo de la llegada de pateras a Canarias y derivaciones a distintos puntos de la geografía española, nacen bulos, temores y dudas sobre las condiciones que se ofrecen a estas personas.
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Desde la idea de que les asigna un sueldo y un teléfono móvil y viven en hoteles de cinco estrellas a cuerpo de rey, hasta la de que vienen a robar el trabajo a los oriundos. Hay un abanico multicolor de opiniones e inquietudes que se alimentan con el boca a boca.
Esta situación se trasluce en reuniones informativas como la organizada en Burela (Lugo), uno de los pueblos donde recientemente se ha acogido a un centenar de migrantes procedentes de los países en guerra del Sahel. Las opiniones de los vecinos eran de lo más diverso, desde recordar que los gallegos también fueron emigrantes y tuvieron que salir de su país con una mano delante y otra detrás, hasta los que piensan que en la zona ya hay bastantes parados como para que llegue gente de fuera y les regalen un trabajo.
Opiniones divergentes se transmitieron en la reunión informativa en la que equipo de gobierno y responsables de la ONG Rescate se afanaron por explicar el funcionamiento de todo el entramado de protección, acogida e integración de migrantes.
A modo general, con los migrantes se desarrolla un programa coordinado en el que les enseñan el idioma, les ayudan a realizar diversos trámites administrativos, aportan alojamiento y manutención y les dan 56 euros al mes para gastos básicos.
Pasado un tiempo, de unos seis meses aproximadamente, cuando consigan el permiso de trabajo, estarán en disposición de integrarse en el mundo laboral. Afirman desde Rescate que los refugiados vienen deseosos de trabajar para ganar dinero y enviarlo a sus países de origen.
el mejor ejemplo: abdullah
Un ejemplo de ello lo tenemos en Abdullah, que llegó en diciembre de 2023 a Tenerife, fue derivado a Madrid y posteriormente a Becerreá (Lugo). Ahora tiene permiso de trabajo y está contratado por la propia ONG. Lleva el servicio de Cocina y Limpieza y tiene grandes planes.
Abdullah cumplirá pronto 20 años, ya tiene permiso de trabajo y contrato. Proviene de Mali y salió del país huyendo de la guerra, como él dice allí "no puede vivir tranquilo, allí la gente hace daño, hay guerra, no puedes vivir la vida que tú quieres". Su objetivo es quedarse en España y vivir tranquilo cuando mejore su economía, entretanto sólo piensa en trabajar mucho porque "ahora estoy pobre, cuando yo encuentre dinero, tengo que hacer una vida a futuro buena, sí".
buscan una vida tranquila
Abdullah exhibe una gran sonrisa mientras cuenta sus proyectos. Su cara juvenil y esperanzada no trasluce las vicisitudes que ha tenido que superar para huir de la miseria y la guerra: atravesar un desierto a pie, burlar mafias y cruzar el mar en patera. Todo en busca de una vida mejor.
Y como Abdullah, con sus mismas ganas y sueños, hay miles de personas que llegan a nuestro país deseando hablar español e integrarse en la sociedad para ganar dinero y mandarlo a sus familias. En eso han insistido mucho desde la ONG Rescate, además de despejar algunas dudas sobre la juventud de los refugiados, algo que despierta desconfianza: ¿Por qué casi todos los que llegan son hombres y jóvenes?
Por qué tantos hombres jóvenes
Carlos Echánove, el director de la ONG Rescate, explica la razón por la que la mayoría de los refugiados que llegan a nuestro país son hombres y jóvenes. Afirma que se debe a que la ruta es muy dura y peligrosa y cada vez menos mujeres hacen el trayecto, “hay un porcentaje regular de muertes y de hecho muchos de ellos han vivido con alguna persona fallecida a su lado durante uno o dos días en la patera porque algo ha pasado”.
Además “el trayecto no es sólo el de la patera, mucha gente ha hecho una trayecto de meses o años desde su casa para llegar a la patera, irse, recorrer 300 kilómetros, trabajar tres o seis meses para pasar al siguiente punto, trabajar otros tres meses para pagar la patera, probablemente se haya endeudado su familia para pagarla. Cuando llegan aquí llevan seis meses o cuatro años de viaje, habiendo dejado a su familia en algún lado”. También insiste en que llegan con “unas ganas inmensas de trabajar, lo que quieren es cuanto antes ganar dinero y enviarle dinero a sus familias”.
Por este contexto general, en España se ha tenido que “aumentar la capacidad de acogida, para buscar una vida mejor”.
el contexto
Estos centros se montan a causa del contexto social que vivimos en la actualidad. Los coflictos en los países del Sahel están aumentando mucho (son países que se encuentran en medio de un juego geopolítico con intereses varios, hay golpes de estado, conflictos entre etnias...) y cada vez más gente tiene que huir. Además la vía del norte, el Mediterráneo, se ha hecho cada vez más difícil. Hay muchas mafias, redes de esclavos, trata, y el trayecto de por sí es muy duro.
Por ello ahora prima la migración por la vía del Oeste, que es la que conduce a las islas Canarias. De hecho este año han llegado a las islas 63.000 personas, según los datos que maneja Rescate.
CÓMO FUNCIONA EL MECANISMO DE ACOGIDA
La ONG Rescate trabaja con Protección Internacional y explica que se acoge a una persona cuando llega a un lugar aduciendo que su vida corre peligro en su país de origen. Si la demanda es pertinente, el país al que llega está obligado a darle protección. Se cursa su petición, se atiende a esa persona y entra en un dispositivo de acogida e integración. Luego se estudia su expediente, antes de concedérsele la protección internacional, porque esta persona tiene que demostrar que esa condición es verdad. De hecho, una gran mayoría de las demandas realizadas en España no se conceden.
La ONG Rescate tiene operaciones con países en conflicto como Mali, Níger, Etiopía, Mauritania, Jordania, Siria, Líbano, Palestina y Ucrania. Ahí trabajan para las personas que han huído de sus zonas de origen y recrean una vida allá donde han llegado, les ayudan a reconstruir sus vidas. En España tienen acciones de integración y acompañamiento de las personas que han pedido protección internacional, aquellas que están en proceso de estudio o que la tienen concedida.
Esta ONG tiene dos tipos de programas:
Intervención parcial: con inserción laboral, acompañamiento psicológico a mujeres que salen de situación de trata y resinserción laboral después, formación, reagrupamiento familiar, etc.
Acogida integral: cuando una persona pide protección internacional y se admite a trámite tiene derecho a entrar en un programa de integración. A esas personas se les da alojamiento, comida, clases de español, una trabajadora social que les ayuda con la tramitación legal y papeleo administrativo, abogadas, psicólogas y técnicos de inserción laboral, además de personal de servicio, conserjes, etc. que trabajan en los centros de acogida que montan.
Por qué se apuesta por Galicia
La llegada masiva de cada vez más personas con necesidad de huir de sus países de origen y de rehacer su vida ha llevado a la ONG Rescate a tener que aumentar sus capacidades de acogida. Y en esa situación han apostado fuerte por Galicia, ¿por qué?
Por dos razones principales. Una es por el contexto socio-económico, que necesita gente para muchísimos oficios y la segunda por la aceptación. Según Carlos Echánove "porque hay una acogida, respecto a una media general, de este tipo de problemática en Galicia que yo encuentro bastante extraordinaria, quizás porque es una región de emigración, hay más gente que la media que comprende esta problemática y comprende que hay gente, que hay épocas de la vida en que hay que salir corriendo para buscar una vida mejor”.
Y dentro de Galicia eligieron Burela (Lugo) porque les dijeron que tenían el Hotel Canabal disponible y preparado para ser utilizado y que era una población acostumbrada a esto y probablemente estaría dispuesta a acoger. No es un secreto que en Burela conviven 42 nacionalidades diferentes.
y cómo es la vida en el centro de acogida
El Hotel Canabal está distribuído en tres plantas y en ellas se acoge a 110 personas. Tienen comedor, cocina, sala de usos múltiples, oficinas y habitaciones (con tres literas cada una).
Eligieron este centro por la importancia del entorno, accesible a la villa, cerca de supermercados y tiendas donde se pueda comprar y los refugiados puedan utilizar los espacios municipales. Es una parte importante para la integración.
El equipo de la ONG está compuesto por 20 personas que trabajan de lunes a domingo para llevar adelante la acogida de la mejor manera, profesionales especializados, gente de servicio y técnicos. Tienen profesores de español que ya están trabajando en ello y cinco personas que trabajan en cocina y servicios múltiples, algunos de ellos son refugiados que ya llegaron con anterioridad a España. Hay, además, voluntarios que echan un cable en toda esa organización. Son muchos para trabajar pero también muchos para atender.
Organización del día
Explica David Vivar, coordinador del centro, que todo se ajusta a unos horarios concretos para las comidas, entradas y salidas del centro. Es como en una familia solo que muy grande.
Los refugiados se encargan del mantenimiento de las habitaciones y zonas comunes “para que todo discurra como en una casa pero de gran tamaño y alojando a muchas personas”. Paralelamente se trabaja con ellos en citas y trámites que tienen que ir solucionando para iniciar el camino de la acogida y permisos de trabajo, la burocracia es larga.
En esos papeleos los profesionales van tutorizando y acompañando a los refugiados. El primero de todos esos papeleos es el empadronamiento, para que la persona tenga derecho a asistencia sanitaria.
En cuanto a las clases de español “tenemos los alumnos más interesados del mundo en aprender español”, pues es muy necesario para un futuro empleo.
Luego hacen talleres en el centro, organizados por el equipo profesional, sobre diferentes temáticas, algunas sobre la cultura española y costumbres, tradiciones, para que se reduzca el choque cultural por las diferencias respecto a su zona de procedencia.
Durante el día, actividades, formaciones, trámites, y tienen tiempo libre en que pueden salir a la calle como cualquier otro ciudadano. Pero a las 10 de la noche se cierra la puerta y todos los usuarios tienen que pernoctar en el hotel, de hecho pasan lista.
En general “normalidad y mucha rutina”.
¿Tienen los refugiados un salario y teléfono móvil?
La llegada de refugiados a cualquier lugar del planeta no está exenta curiosidad o bulos que se van transmitiendo con el boca a boca. No es extraño escuchar a la gente decir que les dan un salario por la cara y teléfono móvil. Asuntos como esos también han querido aclarar desde la ONG .
El móvil. Todos los refugiados tienen un teléfono móvil, la mayoría ya llegó con él de su país de origen. David Vivar razona que “un teléfono móvil no es hoy día un producto de lujo, en la sociedad de información en que vivimos, con la tecnología que tenemos, contar con un dispositivo electrónico es fundamental para muchos aspectos”, como por ejemplo la realización de trámites, citas médicas, una llamada para una entrevista de trabajo, comunicación con la familia y por necesidad. "El teléfono es un medio de inclusión en nuestro día a día”.
Aportación económica. Los refugiados no cobran un sueldo, la ONG les da una aportación económica de 56 euros al mes, para cada uno de los refugiados. Lo llaman ayuda de bolsillo y está destinada a sufragar los gastos personales que puedan tener. Desde un café en un bar hasta la medicación que le recete el médico si tiene un problema de salud.
Y aún así, parte de ellos envían la mitad a su país para sus familias, “20 o 25 euros que en esos países ya es una buena cantidad de dinero”, como indica Carlos Echánove, el director de la ONG.
Aclarados estos aspectos, la ONG da las gracias a la población por el respeto y paciencia, además del esfuerzo de acoger e integrar a estas personas, que vienen sin nada pero con ganas de hacer mucho por sus vidas y las de sus familias.