El gesto de una dependienta en un Zara de Galicia cuando va a comprar una camiseta: "Me ha devuelto la fe"
A veces compramos ropa sin probar, llegas a casa y ves que no es lo que querías o el motivo que sea te lleva a devolver la prenda, pero no se debe hacer de cualquier forma
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Devolver prendas usadas es una práctica cada vez más habitual en los comercios de ropa. Aunque el cliente afirma y reafirma que no ha usado, la realidad es que sí lo ha hecho. Está en su derecho, pero dan pie a que sucedan situaciones como la que se dio en Galicia, en la que una dependienta de una tienda de Zara tuvo un gesto honorable.
Lejos de parecer una costumbre extendida sobre todo en chicas jóvenes, la realidad es que se trata de una fechoría que también hacen madres, influencers y personas que aparentan un alto poder adquisitivo. El caso de esas personas que quieren ganar fama en las redes sociales es muy particular.
Sucede sobre todo con aquellas que no gozan de un alto número de seguidores en redes y, por tanto, a quienes las marcas no suelen regalarles las prendas. Como necesitan un fondo de armario amplio, la única manera de poder renovarlo es comprando ropa para, acto seguido, devolverla una vez que la foto ya está hecha y colgada.
Cualquiera sabe que, para estos casos, una foto no se hace en cinco minutos, con cada vestuario puedes estar hasta cuatro horas, en las que la modelo suda, se sienta, se levanta, roza... y la prenda se mancha. Esta práctica se ve sobre todo en grandes almacenes o en tiendas como Zara, donde las dependientas no tienen otro remedio que hacer la devolución.
Descambiar ropa
Es precisamente en grandes almacenes y centros comerciales donde se levanta más la mano a la hora de permitir la devolución. Esta gente suele aparentar que tiene dinero y compra ropa de marca y bolsos, para después descambiar todo lo que han adquirido, a pesar de que se ve a leguas que han sido usados.
En comercios de menor tamaño, es más complicado que el cliente reciba de vuelta su dinero, sobre todo si es evidente que la prenda no vuelve como salió del establecimiento. La muestra más clara de que la ropa ha sido usada es por el olor, a no ser que las metan en la lavadora, que igualmente olerán a suavizante.
Algunas prendas llegan manchadas de maquillaje, con los bajos de los pantalones deshilachados o con las etiquetas cortadas o anudadas de mala manera. Por lo general, el cliente suele decir que se llevó la prenda así, algo que resulta inverosímil para las empleadas de los comercios.
Si es una práctica que los comercios como Zara sufren todo el año, se intensifica en fechas señaladas, momentos en los que. Al final a todas nos gusta estrenar, pero económicamente no todo el mundo puede hacerlo todos los días. La devolución se ha pervertido hasta el punto en el que la prenda no vuelve como salió de la fábrica.
El gesto de una dependienta
La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios ampara la mayoría de estas devoluciones, pero, en muchos casos, la empresa no es la perjudicada, sino otro comprador que ve la prenda en concreto y, de repente, se encuentra una sorpresa. En este caso, el joven ni se había percatado. Fue la dependienta que hizo algo que le devolvió "la fe en la humanidad".
Es posible que te compres algo que te encantaba al probártelo, pero tras ponértelo un día te das cuenta de que no te gusta tanto, o no es cómodo, por lo que devolverlo es la mejor opción. No te pueden impedir ese descambio, pero el civismo llama a hacerlo con cabeza y no de cualquier forma.