¿Sabes cómo es el proceso de retirada de las uralitas que tienes instaladas en tu edificio?

Enma Patiño, de Resigal, detalla el proceso de retirada de uralita, un material con amianto peligroso para la salud. La empresa gallega sigue estrictos protocolos para garantizar la seguridad y el cumplimiento legal, destacando la importancia de confiar en expertos autorizados

Redacción COPE Pontevedra

Pontevedra - Publicado el

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La uralita (fibrocemento), un material de construcción muy común en Galicia durante años, supone un grave peligro para la salud debido a la presencia de amianto. Este mineral, ampliamente utilizado en el pasado, libera fibras nocivas que pueden provocar enfermedades respiratorias graves como la asbestosis, el cáncer de pulmón y el mesotelioma. Enma Patiño, responsable financiera de Resigal, una empresa viguesa especializada en demoliciones y gestión de residuos, explica el complejo proceso de retirada de este material.

El amianto está clasificado como un cancerígeno de primer nivel por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que subraya la necesidad de extremar las precauciones durante su manipulación. Por ello, las empresas que se encargan de su retirada deben estar autorizadas por la Xunta de Galicia y cumplir estrictamente la normativa vigente, como el Real Decreto 396/2006 sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud aplicables a los trabajos con riesgo de exposición al amianto.

Fases del proceso de retirada

El proceso de retirada consta de tres pasos fundamentales:

Elaboración de un plan específico: Este documento describe con detalle los pasos para la retirada de la uralita, incluyendo las medidas de seguridad y los procedimientos de encapsulación y transporte. El plan debe ser presentado a la Xunta y al Instituto de Seguridade e Saúde Laboral de Galicia para su aprobación.

Comunicación previa: Es obligatorio informar al cliente y a la Xunta con un mínimo de tres días de antelación sobre la fecha programada para la retirada

Retirada por personal especializado: Los trabajadores deben usar equipos de protección individual (EPI) específicos y desechables, como monos herméticos, gafas, máscaras con filtros homologados, cubrezapatos y guantes. Además, se debe evitar cualquier generación de polvo, lo que a menudo requiere la aplicación de agentes humectantes.

      
             
      

Durante la manipulación de la uralita, nadie ajeno a la empresa puede estar presente en la zona de trabajos. Es fundamental cerrar las ventanas, retirar la ropa tendida y evitar cualquier objeto en el exterior que pueda ser contaminado con las fibras de amianto. Además, se deben establecer barreras de seguridad que delimiten claramente el área de trabajo.

Costes de la retirada

Según nos explica Enma Patiño en una entrevista en COPE Vigo, el coste de la retirada varía en función de los metros cuadrados y la complejidad del trabajo. Para pequeñas superficies, el precio puede rondar los 500-600€, mientras que para volúmenes mayores, el coste puede ascender a 15-16€ por metro cuadrado. Factores como la altura del edificio, la necesidad de equipos especiales como elevadores y la accesibilidad al lugar también influyen en el presupuesto final.

Un proceso regulado y esencial para la salud pública

El proceso de retirada puede llevar entre 30 y 45 días debido a la rigurosa tramitación documental exigida por la Xunta de Galicia. La administración es muy estricta en el control de las empresas que realizan estos trabajos para garantizar la seguridad de los trabajadores y de la población. Por otro lado, la Comisión Europea también ha reforzado su legislación en materia de protección frente al amianto, marcando pautas que podrían ser adoptadas por los estados miembros.

      
             
      

En resumen, la retirada de uralita es un proceso complejo e imprescindible para garantizar la salud pública. Aunque supone un coste para las comunidades de propietarios, es fundamental confiar en empresas autorizadas y seguir rigurosamente el procedimiento establecido para evitar riesgos. Los expertos coinciden en que, a largo plazo, esta inversión es esencial para prevenir enfermedades graves y proteger el medio ambiente.