La siniestra ceremonia de inauguración no apaga la vida olímpica

Marcus Cooper ha tenido la mala fortuna de ser el abanderado español en la ceremonia inaugural más oscura de la historia

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Marcus Cooper: "Le doy más valor al momento de llevar la bandera que a las medallas"

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Llevábamos meses esperando para ver a Marcus Cooper portar la bandera de España en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos junto a Támara Echegoyen. Y seguimos esperando.

Llevábamos mucho tiempo esperando la gran cita, la cumbre del deporte, el teatro de todos los sueños de miles de deportistas de todo el mundo, de millones de aficionados de todo el mundo, de centenares de empresas que apuestan por vincular su marca a los valores del deporte y de los deportistas, que simbolizan la capacidad de superación, la búsqueda de la excelencia. Una cita que se repite tan solo cada cuatro años, en este caso en un ciclo de tres años debido al retraso de Tokio 2020 por la declaración pandémica.

Llevábamos un montón de tiempo esperando para emocionarnos todos con ese momento, todos aquellos que seguimos el deporte, que conocemos a nuestros deportistas o les hemos admirado por lo que han ido conquistando, como el caso de Marcus Cooper, doble medallista olímpico y que se había ganado el derecho a ser el abanderado de España en los Juegos Olímpicos, compartiendo privilegio con la regatista Támara Echegoyen (compañera de la mallorquina Paula Barceló).

Sí, llevábamos muchos meses deseando ver al piragüista de Portopetro llevar esa banderla, ondearla, emocionarse y emocionarnos. Y seguimos esperando, porque en la confusa, delirante, siniestra y finalmente bochornosa ceremonia inaugural de París 2024 apenas se vio la barcaza de España, como del resto de países. Apenas una mancha roja en una barcaza en el sena fue lo que se vio del equipo español. A Marcus ni se le vio. Cómo sería la cosa, que a un tipo de 2'11m de altura, Giannis Antetokounmpo, jugador de la NBA y orgullo para Grecia como abanderado, ni se le vio tampoco. Ya es difícil.

Lo más cercano que se puede ver de Marcus Cooper portando la bandera junto a Echegoyen, es una fotografía como la compartida por el propio piragüista, la imagen de esta página. Los oyentes de Cope pudieron enterarse de lo que pasaba, como siempre, y escuchar al propio Marcus y a Támara, y sobre todo saber qué pasaba. Porque en televisión lo que veíamos era otra cosa, una suerte de escenas de lo más variopinto que costaba descifrar y que muy pronto se vio que no tenían nada que ver con el deporte.

En realidad, el comité organizador de Francia 2024 marginó conscientemente a los deportistas porque lo que más le interesaba era colocar toda una serie de mensajes, se trataba de lanzar una serie de proclamas a todo el mundo. Los deportistas no importaban, fueron casi excluidos de su ceremonia, de aquello de lo que son protagonistas.

Fue un culto a la fealdad, una ceremonia siniestra, tenebrosa e ideológica. Qué hay más contradictorio con el deporte olímpico, que es ilusión y vida, que una ceremonia de muerte, de apocalipsis. Cabezas cortadas, sangre, figuras fantasmagóricas, desmayos en el escenario ilustrando las caídas de deportistas por repentinitis en los últimos años, la burla del Cristianismo con la última cena de Drag Queens, una ceremonia queer con niños bailando con ellos y uno mostrando un testítulo (¿qué hacen los niños en esa ceremonia ideológica? ¿qué nos están contando?), un jinete del apocalipsis en un caballo blanco sobre el Sena, la misma muerte entregando la bandera olímpica al final, una bandera que se izaba por cierto del revés.

Los deportistas no importaban, de hecho cubrieron el expediente sacando cinco leyendas al final para que tuviera alguna imagen poderosa deportiva, con Zidane, Nadal y luego Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.La organización de París 2024 ha pedido disculpas por la ofensa a los cristianos. Sabían muy bien lo que hacían los que diseñaron esta ceremonia. Saltándose el propio regalmento olímpico, que prohíbe cualquier manifestación ideológica, religiosa o anti. Sabían lo que hacían con esa ceremonia inclusiva y tolerante como dice la organización, repitiendo el mismo mantra siempre como coartada para meterse con la única religión que se atreven a caricaturizar, la cristiana. El cristianismo es el gran refugio espiritural en occidente, que es lo que a los grandes poderes económicos les interesa menoscabar, para conseguir seguidores de la religión económica, simples siervos consumidores. Quieren arrebatar el alma a las personas para darles una categoría de simples peones.

Naturalmente, el mundo ha reaccionado y el clamor ha obligado a la organización a pedir disculpas de aquella manera. La atención está puesta en en la ofensa religiosa, aunque no es menos grave todo lo demás. Qué mensaje estaban mandando al mundo. No hay nada gratuito y es un mensaje ideológico. El presidente francés, Macron, decía que eso es Francia. Pero miente, porque si fuera lo que quiere transmitir de Francia le habrían votado a él los franceses, como por ejemplo las familias que se han visto riendo mientras veían la disparatada ceremonia.

A Marcus Cooper le veremos en la piragua, que es donde él va a expresar o intentar expresar todo el potencial que tiene. Los deportistas viven tanto su momento que disfrutaron a bordo de la barcaza ajenos a todo lo que estaba viendo todo el mundo. Y mejor que haya sido así.

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