La final de los hijos del barro
Una generación de mallorquinistas que vieron al RCD Mallorca en Segunda B hace tan solo siete años vive su primera final de la Copa del Rey
Mallorca - Publicado el - Actualizado
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Bienaventurados aquellos que quisieron al RCD Mallorca en la adversidad, aquellos que no le dejaron solo en la oscuridad, cuando no se veía horizonte, porque se verán recompensados. Bienaventurados aquellos que confiaron en Vicente Moreno, Reina, Xisco Campos, Bonilla, Lago Junior, Salva Sevilla, Abdón Prats, Álex López o Cedric, bienaventurados aquellos que quisisteis al hijo pródigo Antonio Raíllo al que disteis la oportunidad de demostraros quién era, porque la gracia estará con vosotros.
Hoy están comprando sus entradas para la final de la Copa del Rey de Sevilla ante el Athletic miles de mallorquinistas, lo que fueron a Valencia, Elche o incluso Madrid, aquellos que se pasaron por Europa, pero también aquellos que no habían nacido o eran muy pequeños cuando el Mallorca levantó su Copa del Rey hace casi 21 años.
Es la primera final de esta generación de jóvenes mallorquinistas que hoy preparan sus combinaciones para ir a Sevilla como sea y por donde sea, porque esto es la insularidad, es su final. Será el mayor movimiento de mallorquines de la historia superando, parece, los 15.500 que fueron a Elche, que era un desplazamiento mucho más sencillo que a Sevilla. Pero estos mallorquinistas hace sólo siete años estaban viendo a su equipo los domingos a las 12h en campos pequeñitos la mayoría, de pueblo o de barrio.
Bienaventurados aquellos que quisieron a su Mallorqueta en el "barro", fuera barro algún día o fuera el césped sintético, porque recibirán su recompensa. Bienaventurados aquellos que no dejaron a su Mallorca solo en la belleza de los pequeños lugares de la geografía del fútbol: Peralada, Santa Eulalia, Formentera, Sagunto, Ontinyent, Badalona, Cornellà, Olot, La Almozara de Zaragoza, Alcoy, ciudades deportivas como la del Valencia o Villarreal, o plazas grandes en la misma circunstancia como Elche, Hércules o Lleida. Bienaventurados aquellos que vieron como los vecinos balearicos les decían ¿"y ahora qué"? en un derbi no visto en 38 años y que fue una bendición para el fútbol de Mallorca porque revitalizó el ambiente futbolístico de Palma.
El fútbol son oleadas, el Mallorca de los 90 cogió una buena ola mereced a la inversión de Antonio Asensio y al acierto en la selección de jugadores y entrenador, parecía que todo le salía de cara, todo venía rodado, las victorias, las finales, el carisma de jugadores y entrenadores, la actividad social. Después vendría la Copa del Rey y después vendrían años de muchos altibajos y las situaciones que bordeaban el infierno, como la quiebra, el siguiente concurso, la convulsa situación institucional con guerra entre accionistas. Aquella buena oleada había pasado y ahora el Mallorca trataba de no ahogarse.
A veces hay que estar a punto de ahogarte para valorar aquello que tenías y no atendías, aquello que no valorabas. "Es malo sufrir, pero es bueno haber sufrido" decía Santa Teresa de Jesús, porque te enseña el valor de las cosas y te fortalece. Y ahí es donde llega esta generación. El RCD Mallorca pudo haberse quedado solo, o casi, su afición pudo haber envejecido con los fieles de siempre. En un mundo tecnológico ante infinidad de opciones de ocio, con tantas tentaciones, también con tanta conexión para viajar. En ese contexto, cómo demonios podía engancharse un joven a un equipo en Segunda B ante el Ontinyent o la Peña Deportiva un domingo por la mañana. Pero más allá de los de siempre que nunca iban a dejar solo al Mallorca, algo prendió en una generación. Aquello de no apreciar algo hasta que lo puedes perder fue más realidad que nunca.
El Mallorca ahora no estaba subido en ninguna ola sino ahogándose. En pleno hundimiento había aparecido de nuevo un fuerte inversor, como en los 90 Asensio ahora era el grupo de Sarver y Kohlberg, con experiencia en la NBA de muchos años, que pagaron su purgatorio con el descenso a Segunda B. Pero revitalizaron la entidad, la sanearon y acabaron iniciando una etapa renovada, un club fortalecido que ahora está ante su cuarta final de Copa.
Si el Mallorca tiene hoy una masa social más ampliia que incluso en los años dorados de los 90 y 2000 y más bien recuerda a la movilización popular de unos años antes, incluso viniendo de la tercera división, es por sus jóvenes. Esos mismos jóvenes en los que prendió el orgullo de pertenencia. Ellos creyeron y su fe les ha sido devuelta. Son los hijos del barro y el barro les hizo fuertes, por ello hoy el Mallorca tiene a toda una generación nueva detrás, unos jóvenes que saben que se traerán de Sevilla la segunda Copa del Rey del RCD Mallorca.
IMAGEN: GOL TV