Descubre la tradición de las Neveras de Moncalvillo: Tesoros históricos en lo más alto de La Rioja

En La Rioja es tradición subir a las Neveras de Moncalvillo. Cinco neveras o pozos de nieve del siglo XVI restaurados que abastecían de hielo y conservaban alimentos y medicamentos

Redacción COPE La Rioja

Logroño - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

En La Rioja es una tradición subir a las Neveras de Moncalvillo. Son un conjunto de cinco neveras o pozos de nieve de finales del siglo XVI restaurados, situados dentro de un bosque de pinos a 1.400 metros de altitud, en las cumbres de la sierra.

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Se puede subir andando por un sendero de montaña desde Sojuela o subir en coche por la carretera del Serradero hasta la última curva y luego andar por el cortafuegos hasta la entrada del Ecomuseo, junto a la torre y refugio de vigilancia de incendios forestales.

Sojuela busca engrandecer y dar a conocer lo que significaban estas neveras que funcionaron hasta mediados del siglo XX, cuando se vieron releagadas por los modernos sistemas de producción de frío artifical.

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Hasta entonces en las neveras de Moncalvillo "se guardaban alimentación y medicamentos", explica en COPE Rioja María González, dinamizadora cultural de Casa de la Nieve de Sojuela y "después del invierno, en primavera y verano, el hielo de Moncalvillo se vendia en Logroño".

¿Qué son las neveras? ¿Para qué servían?

Los pozos de nieve de montaña situados, por lo general, en la cima de los montes en los que suele caer abundante nieve en invierno, son hoyos excavados en la tierra y revestidos con mampostería de piedra. No se conserva en ellos la parte superior que existió y que los cubría para conservar mejor el frío durante el verano. Se llenaban a lo largo del invierno y a partir de la primavera deberían abastecer a los municipios y a sus neveras municipales. Con este método se conseguía nieve en los núcleos de población durante los meses de más calor.

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La fabricación del hielo comenzaba con la creación, en el fondo de la nevera, de un emparrillado que aislaba la nieve del contacto con el suelo y con el agua derretida, permitiendo la salida de ésta por un aliviadero o desagüe. El emparrillado era una estructura de troncos cruzados cubierta de una base vegetal de aguja de pino, helechos, paja o ramas, que apoyaba sobre piedras situadas en el fondo de la nevera.

Desde el exterior se echaba la nieve sobre esta estructura. Dicha nieve había sido traída en cestos y depositada en montones cercanos a la nevera con anterioridad. La nieve se repartía y los empozadores, calzados con polainas fabricadas con saco o mantas, comenzaban a apelmazarla con unas herramientas de madera llamadas pisones.

Al ser éste un trabajo duro, los hombres se turnaban para evitar congelaciones. Cuando la nieve prensada y convertida en hielo alcanzaba una altura entre 30 y 40 cm se colocaba una capa de cubierta vegetal que permitía separar el hielo en bloques, facilitando su posterior extracción. También se colocaban ramas o troncos en los laterales con el fin de evitar que la nieve tocara las paredes de la nevera.

Así continuaba el proceso hasta completar el llenado de la nevera, cubriéndose con ramas, troncos, paja y mantas o pieles para evitar que todo el conjunto ganara temperatura y el hielo se derritiera.

Las neveras de Moncalvillo, reclamo turístico para todo el año

Las neveras de Moncalvillo se han convertido en un reclamo turístico para Sojuela. Durante los fines de semana los senderos de las neveras reciben a paseantes, a amantes de la naturaleza, a deportistas con su bicicleta y a familias que buscan el contacto con la naturaleza.

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Para el municipio de Sojuela estas neveras suponen el reclamo turístico que el pueblo necesita. Así lo cuenta el teniente de alcalde del municipio, Ángel Martínez.

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Pero Sojuela quiere ir más allá, conseguir que los senderos los recorran más turistas, llegados de otros lugares y exportar las neveras fuera de La Rioja. Y es que, para la economía local del pueblo el turismo es fundamental. Sojuela lucha por ofrecer oportunidades de vida a sus 700 habitantes, una población que está creciendo en los últimos años.

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Cuando se necesitaba hielo, los hombres entraban en la nevera y destapaban el hielo; tras barrerlo iniciaban el cortado con palas y sierras de diente ancho. Las barras de hielo se sacaban de la nevera con ganchos y se metían en distintas estructuras de madera según su peso y tamaño. A medida que el nivel del hielo descendía se utilizaban cuerdas y poleas para izarlo de la nevera. El hielo se transportaba sobre animales de carga, lo más tapado posible. El traslado se hacía siempre por la noche, cuando la temperatura era más baja. Se solía vender a peso y se calcula que, aún a pesar de todo del cuidado puesto en el proceso de extracción y transporte, se perdía más del 30% del peso original.

Hay una red de tres senderos señalizados y publicados que permiten el acceso andando por una ruta de montaña de más de 2 horas, el Sendero de las Neveras, desde el pueblo de Sojuela al Cerro de las Neveras, en las cumbres de Moncalvillo; además de otros senderos más suaves en el entorno de Sojuela y que tienen que ver con la etnografía del lugar: el Sendero del Molinero y el Sendero de los Arrieros.

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La oferta se completa con un Centro de Interpretación de la Casa de la Nieve de Moncalvillo, situado en el Ayuntamiento de Sojuela, para la información y divulgación del producto, además de un Aula-Taller para experimentar con los usos del hielo.

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