El motivo de un joven apicultor de La Rioja en una aldea casi deshabitada: "Empecé por un regalo"

Roberto Calvo tiene 33 años y las ideas muy claras. Ha apostado por el mundo rural, por vivir en una aldea de La Rioja, Santa Marina, en la que los habitantes se cuentan con los dedos de una mano.

Es apicultor. Tiene unas 270 colmenas y su pasión por este trabajo comenzó, casi sin darse cuenta, con 17 años. Es el legado de su familia. "Mis abuelos tenían colmenas y todo empezó con una colmena que me regalon mis tíos", cuenta en COPE.

"Después recuperé con colmenas abandonadas y aquí seguimos, hasta ahora". En cuanto al futuro, le encantaría continuar viviendo en la casa familiar en esta aldea pero reconoce que no será fácil si tiene familia.

"Tenemos 50 minutos de coche para llegar a Logroño", es un tiempo importante para hacer ese trayecto a diario.

Lo que parece seguro es que profesionalmente continuará vinculado a este Valle del Jubera. Espera que sea cuidando de las colmenas pero la incertidumbre en el sector le tiene preocupado.

De momento, se centra en sus labores.

Cada colmena cuenta con un enjambre de unas 60.000 abejas (ibéricas, en su caso), con una reina(en La Rioja llamada maestra), muchas obreras y un zángano. Y cada colmena forma un súper organismo vivo que produce, de media, unos diez o quince kilos de miel.

Estudió Ingeniería de Montes para poder trabajar al aire libre pero al final la vida le sentó frente a un ordenador. No se conformó y trasladó su trabajo y su vida a Santa Marina. Roberto no se despega de sus abejas, a las que conoce a la perfección.

Pese a ese horizonte de incertidumbre, está contento de haber regresado a Santa Marina donde bajo la marca 'El Praeño' (gentilicio de uso común entre los lugareños) impulsa una apicultura local y de calidad.

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Roberto Calvo, apicultor en Santa Marina (La Rioja)

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Reconoce que la apicultura no pasa por sus mejores momentos, con un cambio climático que amenaza al buen desarrollo de las abejas y un aumento de costes difícil de asumir. El año pasado fue malo. La escasez de lluvias y la varroa puso a los apicultores contra las cuerdas.

Y es que, la varroa es el principal problema de la apicultura en prácticamente todo el mundo. Es la única enfermedad que ataca indistintamente tanto a las abejas adultas como a la cría y tiene un ciclo adaptado al de la abeja.

Este ácaro, cuyo aspecto recuerda al de una garrapata, se adhiere al cuerpo de las abejas, causándoles heridas, consumiendo sus reservas grasas y las de las crías, debilitando a las colmenas y volviéndolas susceptibles al ataque de cualquier virus.

En definitiva, provocando la muerte de las colmenas en pocos años si no se tratan.

Roberto vive feliz en Santa Marina, la tercera población más alta de La Rioja pertenece a Santa Engracia, a 1243 metros de altitud.

Este joven apicultor riojano ha apostado preservar la vida y el trabajo de sus antepasados en este pueblo riojano. Es feliz y su familia ha entendido que su decisión no fue una locura.

"Esta noche solo hemos dormido tres en el pueblo" pero Roberto siente que no le falta de nada, mantiene buena relación con los ganaderos de la zona. Con ellos comparte amistad, pasión y preocupaciones.