MEDIOAMBIENTE

Los agricultores y el medioambiente

Julen Rekondo, experto medioambiental, analiza la actualidad de los agricultores en relación con el cuidado del medioambiente

Fermín Astráin

Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Los tractores estos días pasados han vuelto a ocupar ciudades y seguirán en los próximos días, en todo el estado, incluida Navarra. Las protestas de agricultores y ganaderos están más que justificadas por las condiciones de trabajo cada vez más duras, la competencia salvaje en un mercado global, la burocracia, la falta de ayudas, la subida de costos…Y, ¿qué papel juega el medio ambiente en todo esto? De ello vamos a hablar hoy con Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente.

Los tractores estos días pasados han vuelto a ocupar ciudades. Agricultores en toda España y en Navarra han salido a las carreteras. El malestar es real y bastante transversal, pese a la heterogeneidad de un sector en el que cada quien tiene sus intereses.

Si vemos las reivindicaciones de los agricultores, tienen que ver con la enorme burocracia para cualquier trámite; la competencia desleal de muchos productos que entran en el mercado sin cumplir las mismas reglas ni los mismos estándares en virtud de una política comercial de libre mercado; los bajos precios que cobran dentro de la cadena alimentaria, que tampoco es nuevo; los seguros agrarios, que no se están adaptando lo suficiente a los fenómenos extremos derivados del cambio climático como la propia sequía...

Hablar del mundo rural, es hablar de un modo de vida que preservar, pero también es de donde viene todo aquello de lo que nos alimentamos. Sin agricultores no hay comida.

Pero, los modos de vida que queremos preservar vinculados a la agricultura y a la ganadería solo serán posibles si las condiciones climáticas, de fertilidad del suelo, de biodiversidad, se mantienen.

En este sentido, la propia sostenibilidad de los modos de vida está vinculada al cambio climático. Y esto lo estamos viendo ya en muchas partes del mundo donde zonas que eran fértiles y que tenían grandes comunidades rurales que vivían de la agricultura se desplazan, tienen que dejar sus tierras, su modo de vida, precisamente por los impactos del cambio climático.

Todo el debate que tengamos en torno a cómo mejorar los precios, la burocracia, la producción, los seguros... y todo lo que pensemos sobre cómo repensar la agricultura y la ganadería tiene que tener una mirada climática y ecológica.

España es uno de los países más afectados por los impactos del cambio climático, y, también Navarra. Es importante entender qué, si queremos mantener sistemas agrícolas, sistemas

ganaderos que no solo produzcan alimentos, sino que efectivamente mantengan vivas una amplia variedad de comunidades rurales a lo largo de todo el país, tenemos que tener en cuenta el uso del agua y la sequía.

El perfil de las movilizaciones es diverso. El descontento afecta no solo a gente trabajadora, sino también a pequeños empresarios, medianos empresarios y grandes empresarios. Lo que llamamos campo no es homogéneo. No es lo mismo una persona que cultiva cereal en Navarra, que un pequeño empresario de la huerta murciana, que una pequeña explotación ganadera en el País Vasco, y por supuesto, con diversos terratenientes que son los principales beneficiarios de la PAC.

Muchas veces metemos en el mismo saco problemáticas que no tienen nada que ver las unas con las otras. Pero lo que sí comparten todas estas personas y los diferentes tipos de explotaciones es que van a tener unos impactos de fenómenos atmosféricos, de sequía, producidos por el cambio climático. Eso sí que es común, y no hacerle frente es adoptar el modo avestruz, de meter la cabeza bajo tierra, a ver si no hablo y se pasa.

Y no solo tenemos que dar respuesta a la crisis climática, sino también, y esto es fundamental en agricultura, todo lo que tiene que ver con pesticidas, fertilizantes, que están agotando la fertilidad del suelo.

Estos días hemos oído críticas a la Agenda 2023 de Naciones Unidas en algunas movilizaciones. Pero, ¿qué tiene que ver la Agenda 2030 con lo que está pasando en el campo?

No tiene nada que ver. Si vemos las reivindicaciones de los agricultores, tienen que ver con lo que decía anteriormente: la burocracia; la competencia desleal de muchos productos que entran en el mercado sin cumplir las mismas reglas ni los mismos estándares en virtud de una política comercial de libre mercado; los bajos precios que cobran dentro de la cadena alimentaria, que tampoco es nuevo; los seguros agrarios, que no se están adaptando a los fenómenos extremos derivados del cambio climático como la propia sequía... Todos son problemas que ya existían antes de la Agenda 2030.

Es más, cuando leemos el detalle de la Agenda 2030, veo que tiene muchas propuestas para el mundo rural, para la agricultura y la ganadería, y podría solventar muchos de los problemas que tiene el campo y que son reales.

En este sentido, la agenda habla de vida sostenible y de cuidado del medio ambiente.

La Agenda 2030 hay que entenderla como un acuerdo global, que es un horizonte trazado con valores compartidos. El marco es clarísimamente el de los derechos humanos. Hablamos de acabar con el hambre en el mundo, de acceso universal a la sanidad, a la educación en la paz. ¿Quién puede estar en contra de eso?

Vivimos en Navarra, en un territorio con una gran diversidad de ecosistemas, que han posibilitado una agricultura y una ganadería sostenible y adaptada a cada comarca, unida al conocimiento de las personas productoras y al mundo rural. El resultado ha sido la producción de alimentos navarros de gran calidad y renombre, destinados principalmente a una comercialización en nuestra comunidad y en las comunidades cercanas.

Pero en los últimos 20 años tenemos menos tierra agraria. Hay mucha exportación. El 65% de lo que se cultiva es forraje y el 65% de ese forraje, es para alimentación animal. Solo el 25% es para consumo humano.

En estos momentos, es necesario reflexionar y estudiar que es lo que se debe hacer, entre modelos agrarios, ganadería intensiva, extensiva y alimentación. Debemos seguir con el modelo agroindustrial, o se debe transitar a un modelo a un modelo a pequeña o mediana escala, sostenible, diversificado, agroecológico y destinado prioritariamente a la comercialización y consumo local, con precios más justos tanto a las personas productoras como consumidoras, que reduzca la contaminación y los plaguicidas, que ayude a mitigar la crisis climática, que apoye a los pequeños productores, que disminuya la burocracia y frene la desaparición del sector agrario familiar y del mundo rural.