MEDIOAMBIENTE
Algunas lecciones un año después de los incendios
El experto medioambiental Julen Rekondo analiza el aprendizaje que se ha obtenido un año después de la peor catástofre vivida en Navarra en cuanto a incendios forestales se refiere
Publicado el - Actualizado
6 min lectura
Estos días se ha cumplido un año de los incendios más devastadores que han tenido lugar en Navarra desde que se tienen registros, que carbonizaron en la Zona Media, sin ir más lejos, algo más de 17.000 hectáreas y obligaron al desalojo de unas 10.000 personas por el avance de las llamas. Ahora sabemos que después de las investigaciones realizadas por los servicios policiales especializados, el ser humano es el causante de todos los fuegos, excepto los incendios de Leyre y Olleta, que fueron ocasionados por rayos.
Un año después es un buen momento para rememorar los angustiosos días que se vivieron y hacer una reflexión en alto, y sacar algunas lecciones. Y para ello le tenemos a Julen Rekondo.
Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente
Estos días se ha cumplido un año de los incendios más devastadores que han tenido lugar en Navarra desde que se tienen registros, que carbonizaron en la Zona Media, sin ir más lejos, algo más de 17.000 hectáreas y obligaron al desalojo de unas 10.000 personas por el avance de las llamas. El incendio que más superficie alcanzó fue el que afectó, entre otros, a los municipios navarros de Uterga, Legarda, Obanos, Muruzábal y Puente La Reina, con un área cercana a las 6.200 hectáreas.
En aquellos días se vivieron escenas escalofriantes y donde los incendios amenazaron a decenas de pueblos. Las investigaciones policiales de los equipos especializados de Policia foral y del Seprona de Guardia Civil han logrado esclarecer el origen de los focos de Leyre y Olleta (un rayo en ambos casos), Uterga (cosechadora), Arguedas (cosechadora), Ujué (todavía judicializado, pero se descartan las causas naturales) y Yesa-Sigües (se detuvo a un hombre con seis mecheros, que ingresó en prisión), todos ellos se dieron en junio. En lo que respecta a julio, está el incendio de Bastodain, con origen en un grupo de jóvenes tirando petardos, y Carcastillo, donde el Seprona continúa investigando la autoría del responsable. A la luz de estos datos, cabe decir que varios focos se inIciaron a raíz de labores agrícolas pero también hubo intencionados, y sólo dos por causas naturales.
Un año después es un momento excepcional para rememorar dichos incendios, en que no hubo ningún muerto, pero enormes pérdidas económicas, paisajes destrozados, casas incendiadas, muchos pueblos amenazados por las llamas, mucha angustia vivida por muchos vecinos y vecinas... que ahora se han levantado de las cenizas pese a que todavía no han recibido las ayudas prometidas, y hacer una reflexión de lo que ocurrió entonces y sacar algunas lecciones.
En primer lugar, habría que decir que se vivió una situación excepcional con fuertes vientos, altas temperaturas, una sequía impresionante..., y con incendios simultáneos en algunos lugares. Una cuestión importante a tener en cuenta es, que en esas condiciones climáticas se debe prohibir cosechar como medida preventiva, cosa que no se hizo en los primeros momentos.
Otra segunda cuestión es la necesidad de formar a los vecinos y vecinas de los pueblos de Navarra ante los incendios que, desgraciadamente, se repetirán, pero que al menos estemos lo mejor preparados. En este sentido, cabe destacar los cursos impartidos por el Gobierno de Navarra en numerosos municipios, cuyo objetivo es mejorar la autoprotección de los municipios y ayudar a la ciudadanía a conocer el rol que han de adoptar en caso de que se produzca un incendio forestal.
En tercer lugar, ante las llamas se presentaron numerosos vecinos y vecinas con la voluntad de ayudar a los dispositivos desplazados a las zonas en llamas, y también muchos agricultores se prestaron con sus tractores y demás herramientas hicieron todo lo posible para que el fuego no fuera a más. En muchos casos, los vecinos que se prestaron a ayudar a apagar los fuegos se tuvieron que volver a sus casas, pero como una cuestión muy positiva se ha creado el primer grupo de voluntarios, que cuenta con 85 personas, y cuyo objetivo sería el de colaborar en trabajos como elaboración de retenes, movilización de personas o acompañamiento a los bomberos por los términos de la zona; incluso colaborar en otras catástrofes como riadas o desaparación de persona. Se espera que operen a finales de año con el respaldo del departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra.
Otro de los temas a reflexionar es qué hacer una vez apagados los incendios. ¿Conviene repoblar lo antes posible y tratar de volver cuanto antes al verde de la vegetación anterior al incendio o esperar a que haya una regeneración natural? Sin duda, un incendio genera en la gran mayoría de la población, tristeza, rabia, frustración, indignación… y como, a veces, no sabemos gestionar nuestras emociones humanas, tenemos la necesidad de actuar rápidamente. Tras el drama de un incendio forestal, surge la necesidad de restablecer la masa forestal lo antes posible. Sin embargo, no es la primera medida que se debe tomar. Las primeras actuaciones serán favorecer la regeneración natural de la cubierta vegetal. Y habrá que esperar todavía un tiempo para ver si esa regeneración natural se produce, y si no es así, será necesaria la mano del ser humano. Un año después, se puede ver que la regeneración natural sigue su curso, y la repoblación forestal de la zona quemada aún no ha empezado.
Otro aspecto que se debe tener en cuenta es la necesidad de máxima información y trasparencia por parte de los ayuntamientos y del gobierno de Navarra sobre sus planes, y ampliar los intercambios de opiniones y la discusión, a otros sectores de la sociedad, como asociaciones ecologistas, forestalistas, de recuperación de los bosques autóctonos, organizaciones agrarias, vecinas y vecinos afectados, que creo que tienen muchas cosas que decir.
Y, por supuesto, aprender, sobre las causas que han motivado los incendios y la importancia de la prevención real y eficaz durante todo el año. Los incendios no son un fenómeno del verano, sino que se extienden a los 365 días del año. En la prevención de incendios, sobre todo en cuanto a la rapidez de expansión y voracidad, habrá que tener muy en cuenta a la ganadería y a la agricultura intensiva que generan monocultivos de gran extensión y facilitan la propagación del fuego.
En el contexto actual donde se genera el fuego, es de capital importancia tener en cuenta que los incendios forestales se previenen y apagan a la hora de negociar los presupuestos, y entonces
es cuando se puede ver si realmente se quieren poner en marcha políticas de gestión forestal y reactivación del sector rural. En este sentido, hay que ayudar realmente, económica y socialmente, la recuperación de la vida rural para que los pequeños ganaderos y agricultores puedan mantenerse frente a las grandes explotaciones y de esta manera con agricultura y ganadería extensiva crear la suficiente biodiversidad de campos y mantenimiento y limpieza de bosques con el pastoreo que disminuya la rapidez de propagación y la intensidad de los incendios.