MEDIOAMBIENTE
La crisis climática empeora rápidamente, aunque todavía se puede cambiar el rumbo
Julen Rekondo, premio nacional de medioambiente, analiza la evaluación del IPCC sobre la emergencia climática
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El pasado lunes 20 de marzo, la comunidad científica con mayor conocimiento del mundo sobre el cambio climático (el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU -IPCC-) publicó su última evaluación sobre la emergencia climática y cómo abordarla.
Es un informe crucial que llega en un momento clave, justo cuando los Gobiernos están evaluando las políticas puestas en marcha en estos últimos ocho años, en el marco del Acuerdo de París, aprobado en 2015. Y, en resumen, el veredicto de los científicos es este:
“Todavía existen opciones para asegurar un futuro habitable y sostenible, pero lograrlo es cada vez más difícil, la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente”.
De ello hablamos con Julen Rekondo, experto en medioambiente, en Cope Navarra.
El pasado lunes 20 de marzo, la comunidad científica con mayor conocimiento del mundo sobre el cambio climático (el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU -IPCC-) publicó su última evaluación sobre la emergencia climática y cómo abordarla.
El resumen de Síntesis del Sexto Informe de Evaluación del IPCC es el resultado del análisis de 743 personas de la ciencia, que han revisado miles de publicaciones científicas para llegar a unas conclusiones compartidas y concluyentes, que al final comunican directamente a todos los Gobiernos del mundo. Los seis informes anteriores que este último trabajo resume contienen numerosos detalles y aportan información adicional.
Es un informe crucial que llega en un momento clave, justo cuando los Gobiernos están evaluando las políticas puestas en marcha en estos últimos ocho años, en el marco del Acuerdo de París, aprobado en 2015.
El informe arranca con la verdad por delante. Una que se ha venido repitiendo de forma sistemática por parte del IPCC y múltiples organismos y especialistas: se han perdido unos años valiosísimos para hacer frente al cambio climático: “El ritmo y la escala de lo que se ha hecho hasta ahora, y los planes actuales, son insuficientes”, reconoce el panel intergubernamental.
Aun así, todavía hay tiempo para actuar. Siempre será mejor tarde que nunca. Cada rincón del planeta está ya bajo los efectos del calentamiento global, y el inmovilismo sólo hará incrementar la velocidad, intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, y desatará un sin fin de impactos visibles desde la cotidianidad de nuestros días.
Navarra, no es ajena a esta situación. El cambio climático ya está presente en Navarra. Las inundaciones o las altas temperaturas que se está dando últimamente son una pequeña muestra de que "los fenómenos extremos son cada vez más frecuentes”. Por poner un ejemplo, el número de días que superan los 30 grados se ha multiplicado por dos y en los últimos cinco años se han registrado los datos más altos". En este sentido, las consecuencias ya las estamos viviendo como las inundaciones del río Cidacos el 8 de julio de 2019 o las de diciembre de 2021, así como el cambio del paso migratorio de las aves, la intensificación de incendios forestales o sequías cada vez más dilatadas.
Los culpables, los enemigos número uno del clima y la vida, no son otros que el carbón, el petróleo y el gas. Lo señala el propio IPCC: “Más de un siglo de quema de combustibles fósiles, así como de un uso desigual e insostenible de la energía y del suelo, ha provocado un calentamiento global de 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales”. Una cifra que se queda desfasada: a día de hoy, el calentamiento del planeta respecto a la época preindustrial (1850-1900) se sitúa ya cerca de 1,3 ºC a nivel global, cuando el acuerdo de Paris, aprobado en 2015 señala que para finales del siglo XXI no se debería superar los 2ºC, y preferiblemente 1,5ºC.
Esta década es de vital importancia para el porvenir de los seres vivos y ecosistemas, dice el informe de síntesis de IPCC. Está en juego algo mucho más trascendental y realista que una supuesta extinción humana: el bienestar y dolor humano y animal de las generaciones futuras, pero también de las actuales. Porque las sequías, las olas de calor, los ciclones tropicales, la falta de alimentos, las migraciones, los incendios incontrolables, la pérdida de biodiversidad, el deshielo, la subida del nivel del mar, el deterioro del océano y las ciudades inhabitables, por poner sólo algunos ejemplos, son ya un drama en el presente, donde el calentamiento de la atmósfera es ínfimo en comparación a los más de 4 ºC que puede haber para finales de siglo si no se actúa de forma urgente y real.
Demorar las transformaciones necesarias, recuerda el IPCC, puede llevar a un punto en que sea demasiado tarde para revertir o evitar los peores impactos del cambio climático. El informe de síntesis, como todos los trabajos del IPCC, tiene un resumen para responsables de políticas. Se trata de una versión reducida (en este caso, de 36 páginas) que, a diferencia del informe completo (compuesto por miles de páginas) es aprobado -línea por línea- bajo la supervisión de los 195 países miembros.
Por tanto, los gobiernos no podrán hacer como que no lo sabían. Por ejemplo, la afirmación -presente en el informe- de que “existe suficiente capital mundial” para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero si se reducen las barreras existentes, la han dado ellos por buena.
Aumentar la financiación de las inversiones climáticas –y no las que destruyen el clima– es ahora mismo una prioridad más. En esta línea, el panel experto pide compartir y cooperar con el objetivo de que todas las comunidades puedan “reducir o evitar el consumo intensivo de carbono”: “El compromiso político, las políticas coordinadas, la cooperación internacional, la gestión de los ecosistemas y la gobernanza inclusiva son importantes para una acción climática eficaz y equitativa”, enfatiza el IPCC en el apartado dedicado a dar respuestas a corto plazo.
El panel apuesta por “una mejor comprensión de las consecuencias del consumo excesivo” para “ayudar a la gente a tomar decisiones con más conocimiento de causa”.
Actualmente, casi la mitad de la población mundial vive en regiones muy expuestas a los impactos del cambio climático. Solo en la última década, la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones altamente vulnerables en comparación con las regiones con una vulnerabilidad muy baja.
La solución a esta delicada situación pasa, según el IPCC, por “un desarrollo resistente al clima”. Recuerda que el acceso a energías y tecnologías limpias mejora la salud, “especialmente la de las mujeres y los niños”. También que la electrificación combinada con energías bajas en emisiones de carbono y los desplazamientos a pie, en bicicleta y transporte público contribuyen a mejorar la calidad del aire y la salud, y pueden generar seguridad energética y ofrecer equidad. “Los beneficios económicos para la salud de las personas derivados únicamente de la mejora de la calidad del aire serían aproximadamente los mismos, o incluso mayores, que los costes de reducir o evitar las emisiones”, apunta el grupo de especialista ligado a la ONU.
Todo ello y más con el objetivo prioritario de limitar el calentamiento global lo máximo posible, siendo 1,5 °C la meta más ambiciosa. Por eso, el IPCC reconoce la necesidad de contar con todo el conocimiento posible, ya sea científico, indígena o de comunidades locales.
La voluntad política y la concienciación ciudadana decidirán.
Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente