La historia de Jesús y Agapito, tras superar su adicción al alcohol: "Es para toda la vida"

"Esto es para toda la vida", así define Agapito, miembro de Alcohólicos Anónimos de Álava, la adicción que le ha acompañado durante los últimos trece años. Se refugió en el alcohol después de romperse la rodilla, algo que le incapacitó totalmente. Pasó de moverse con normalidad a no poder valerse por sí mismo. Un contratiempo que no supo aceptar. Desde aquel momento, su vida se convirtió en un auténtico infierno. Pasaba gran parte de su día pegado a una copa de alcohol que le hiciese olvidar su triste agonía. Sin embargo, como si de un ángel de la guarda se tratara, apareció el primer encuentro entre alcohólicos, el mismo que le llevó a superar su enfermedad.

El primer lugar de encuentro entre personas con problemas de alcohol tuvo lugar hace 89 años en Ohio, donde se gestó Alcohólicos Anónimos. Una asociación que sirvió para entender que hablar sobre la adición era sanador. El único requisito era el deseo de dejar la bebida, el mismo que hoy es el motor de todos sus centros distribuidos por todo el mundo. Sin ir más lejos, el centro de la capital alavesa nació hace 50 años con el objetivo de extender el método de la organización: compartir experiencias para hacer frente a un problema común, el alcohol. Medio siglo después, la asociación con sede en Vitoria-Gasteiz cuenta con tres grupos semanales. Un centro en el que se establecen varias sesiones por las que pasan cerca de un centenar de alaveses cada año. "A mí me ha cambiado todo, mi forma de pensar y actuar, pero conozco gente que llevando 20 años en los grupos, ha recaído tras dejarlos. Es muy triste que después de tanto tiempo destruyas tu vida", insiste Agapito.

23 años sin beber alcohol

Según la Encuesta 2023 del Gobierno Vasco, el consumo de alcohol ha bajado en Euskadi en los últimos doce meses, excepto en los grupos de entre 55-74 años. Un colectivo del que forma parte Jesús, de 79 años y también miembro de Alcohólicos Anónimos en Álava. EN HERRERA COPE EUSKADI ha desvelado que la organización ha sido clave en su recuperación y felicidad. "Llegó un momento que crucé la raya roja y ya no podía volver atrás", dice.

Jesús narra como "el poteo" le llevó a engancharse hasta el punto de no sostenerse "ni física ni mentalmente". Razón por la que recurrió a un profesional médico y, después, a la asociación, que le ha devuelto las ganas de vivir. "Me ha llevado a ser una dejar de beber y en estos momentos soy feliz", cuenta.