La noche de los 'cuchillos largos' en Ferraz

El ahora presidente del Gobierno fue tirado por la ventana por sus propios compañeros en el Comité de octubre de 2016 tras su doble debacle electoral

Del fracaso en las urnas al comité federal que desencadenó la dimisión de Sánchez

José Melero Campos

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España es un país muy dado a elevar rápidamente a sus figuras, pero también a defenestrarlas cuando vienen mal dadas. De ahí radica el mérito de Pedro Sánchez, que pese a cosechar los dos peores resultados del PSOE en unas elecciones generales y salir por la puerta de atrás de la Secretaría General, dejando un partido centenario más dividido que nunca, logró rehacerse, recuperar el poder orgánico e incluso ir más allá, accediendo a La Moncloa mediante una moción de censura. Dos hitos nunca vividos en democracia, que convierten a Sánchez en un superviviente político.

Todo parecía indicar que el final de Pedro Sánchez estaba escrito desde el 26 de junio de 2016. Si bien logró evitar el “sorpasso” de Podemos, el PSOE no pasó de los 85 diputados. Cinco menos que en los comicios de diciembre de 2015.

Una disyuntiva marcó el verano entre los dirigentes: facilitar o no un gobierno de Mariano Rajoy. Ferraz lo tenía claro con aquella célebre frase del líder, “No es no”, que reiteró durante el comité federal del 9 de julio. La mayoría de los barones optaban por contra por dar la llave de la gobernabilidad al PP para evitar unas terceras elecciones.

Con el inicio del curso político y tras perder Rajoy la segunda votación de investidura, Sánchez no descartaba abrir una vía de diálogo con Podemos y Ciudadanos, que tanto Iglesias como Rivera rechazaron por “incompatibilidad de caracteres”. Paralelamente, los barones menos afines al Secretario General mostraban cada vez más en público su descontento con la posición de Ferraz.

Así las cosas, Sánchez se vio obligado a convocar al comité federal el uno de octubre para reconducir la situación. Pero la guerra estalló cuando Sánchez propuso de cara a esa cita aprobar un calendario de primarias para elegir al Secretario General. Detrás de aquella propuesta, Sánchez buscaba reforzarse ante las bases para buscar una alternativa de Gobierno con Podemos y, aunque nunca se manifestó expresamente, con los nacionalistas vascos y catalanes. Algo que irritó al ala moderada del PSOE que representa Susana Díaz, Emiliano García-Page o Javier Lambán, o a activos históricos del partido como Felipe González. “Sánchez criminaliza de la situación a los barones”, llegó a lamentar el presidente de Castilla-La Mancha.

La situación era insostenible, máxime después de que el PSOE cosechara pésimos resultados en las elecciones vascas y catalanas del 26 de septiembre. Durante la semana que culminaría con el comité federal, los barones buscaban neutralizar la posibilidad de primarias el 23 de octubre. Posición que se acabó por imponer aquel fatídico sábado uno de octubre. Noche que acabó con llantos, reproches y con Pedro Sánchez dimitiendo. El PSOE quedaría en manos de una gestora que encabezaría el presidente de Asturias, Javier Fernández.