Juan Antonio Corbalán y Carmen Guaita, un delicioso encuentro plagado de recuerdos
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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Con Juan Antonio Corbalán varias generaciones de España aprendieron lo que era el baloncesto viéndole en aquellas televisiones de blanco y negro. Ese niño que en los años 60 empezó a jugar al fútbol, que con 10 años se apuntó en el colegio al equipo de basket y con 15, Lolo Sainz le llevó al Real Madrid donde jugaría entre 1971 y 1988. Poco a poco se convertiría en el mejor base de la historia del baloncesto español. Ha sido internacional en 128 partido y entre otros trofeos, ha ganado 3 Copas de Europa, 7 de España y 12 Ligas. Y con la Selección, la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984.
Reconoce que no es mitómano. Nunca ha pedido un autógrafo a nadie jugando un partido. Tampoco dedica mucho tiempo a mirar sus medallas. Sí a caminar los fines de semana de 10 a 12 kilómetros o hacer bicicleta. Defiende que el deporte debe ser una de las letras del alfabeto igual que la música o las ciencias plásticas. Que en el deporte, el placer está en el camino, no en la llegada.
Juan Antonio es una persona humilde y tras su paso por la cancha, hoy un cardiólogo que dirige la Unidad de Medicina y Ciencias de la Actividad Física en una clínica madrileña.
Juan Antonio y Carmen Guaita. Los dos son padres. De hecho, Carmen se define como la hija de sus padres, la madre de sus hijos y la profe de sus alumnos. Licenciada en Filosofía y maestra, sostiene que la docencia es la profesión más exigente del mundo. Implica una manera de ser, de comportarse y de trabajar por los demás. Para Carmen la docencia es la profesión de la alegría, del dolor. La Profesión en la que estás obligado a ver la semilla en el interior de cada persona.
Se considera una persona privilegiada. Le gusta mucho escuchar. Der tono pausado, es muy observadora. Siempre la acompañan papeles o una libreta donde anota a mano aquellas ideas que luego darán pie a los libros que ha escrito. En todos se implica mucho y en ellos, defiende por ejemplo valores como el esfuerzo, la disciplina, la voluntad o la responsabilidad. Defiende que la vida es llegar a una meta. Se lo dijo su hijo mayor: “mamás, nuestra vida la vamos dibujando con nuestro propio lápiz”. En sus libros sostiene que la vida del ser humano está hecha de encuentros.
Hoy Juan Antonio y Carmen mantienen el suyo. Sin guión. Irrepetible