EN 'EL ESPEJO'

Cristianos y musulmanes se unen por la paz contra el terrorismo yihadista en Filipinas

La reacción de la Iglesia en Filipinas tras el reciente atentado contra la catedral de Jolo, en el sur del país, que ha costado la vida a 18 personas

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José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Jolo se enclava en la isla de Mindanao, de mayoría musulmana, donde se han hecho fuertes varios grupos terroristas. La minoría católica, cada vez más reducida, ha sufrido numerosos atentados. El último, el pasado fin de semana, tuvo como objetivo la catedral mientras se celebraba la Misa. En los últimos veinte años esta catedral, situada en la zona vieja de la ciudad, ha sido objeto de numerosos ataques, por lo que estaba protegida por el ejército. Entre las víctimas se cuentan seis soldados y doce fieles que asistían a Misa.

La violencia del radicalismo musulmán en Filipinas ha costado miles de víctimas en los últimos cincuenta años y es conocida la infiltración del llamado “Estado Islámico” en algunos grupos que buscan la independencia de la región y el establecimiento de la Ley Islámica. Este atentado se ha registrado justo después de celebrarse la primera fase de un referéndum de autonomía que ha ratificado, por abrumadora mayoría, una ley acordada entre el Gobierno y el moderado Frente islámico de Liberación Nacional. Pero otros grupos islamistas, atizados por el “Estado Islámico”, aspiran a una independencia total. Se cree que el atentado contra la catedral ha sido la respuesta a su frustración ante el “sí” de la población a la autonomía.

Queda por celebrar, el próximo 6 de febrero, la segunda fase del referéndum en las provincias de Mindanao y Palawan, por lo que pueden producirse nuevos actos de violencia contra la población cristiana. Tras condenar este nuevo acto de barbarie, los obispos filipinos han hecho un llamamiento a los cristianos para que se unan a los musulmanes amantes de la paz contra el extremismo violento. La autonomía, fruto de largas negociaciones, ofrecerá amplios poderes a la nueva región, y los obispos apoyan esta fórmula, así como una amplia alianza interreligiosa que pueda sostener la paz y un futuro más luminoso para los pueblos de Mindanao.